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domingo 22 de diciembre de 2024

Crónicas Intrascendentes. Parte CLXII

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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

 

La Vejez: un ciclo de vida

En las Crónicas anteriores expresé algunas ideas sobre este proceso del desarrollo humano; conforme ha pasado el tiempo, percibo con mayor claridad e intensidad los retos que este representa para mí, sobre todo desde el punto de vista físico y emocional. No resulta sencillo definir a qué edad empieza la vejez ya que es un fenómeno multifactorial en el que cada célula del organismo envejece de manera diferente.

Conceptualmente, el individuo al nacer pone en marcha el reloj biológico en el que la vejez está genéticamente determinada por la biología y el medio ambiente; sin embargo, existen factores que pueden adelantar o retrasar el envejecimiento; la primera situación está relacionada con hábitos de vida inadecuados como una mala alimentación, fumar, no realizar una actividad física (ejercicio), que la gente esté sujeta a situaciones de estrés o que lleve una vida disipada (alcoholismo, consumo de drogas, desveladas continuas, entre otros). Una alimentación balanceada y el ejercicio constante pueden retrasar el envejecimiento; el ejercicio incrementa la producción de substancias químicas que alientan el desarrollo de las neuronas y de nuevas conexiones entre ellas; también promueve el crecimiento de los vasos sanguíneos que nutren las estructuras del organismo, entre estas la ósea, que a partir de los 35 años empieza a envejecer. Cabe destacar que en el sentido biológico el envejecimiento es celular y no hay edad establecida para cuando se inicia; la consideración de que la vejez empieza a los 65 años, no tiene una explicación biológica, sino laboral.

Médicos especialistas señalan 50 años como el punto de inflexión gerontológico ya que a partir de esa edad se define la calidad de las siguientes décadas en las que los músculos se debilitan; los movimientos son más lentos; el equilibrio se altera; la audición disminuye y la visión es cada vez más difícil, síntomas que conforme pasa el tiempo yo experimento con más intensidad, situación que se complica con problemas digestivos que arrastro desde mi niñez. En la parte síquica, en la vejez se registra una transformación en las creencias y en los valores que modifican las relaciones y la conducta con terceros; en mi caso percibo una situación dual, cierta apatía a la convivencia social con personas con las cuales no hay una identificación plena, a la vez que tolerancia a sus ideas y a los valores tradicionales.

Los cambios síquicos y emocionales se producen de manera gradual; el hecho de ser profesionista y en su momento hombre de negocios, han favorecido que en mi transición a la vejez se vincule con personas de un nivel económico e intelectual relativamente alto; no obstante, un factor adverso es el deterioro del encuadre familiar que me hace sentir relegado en el contacto con hijos y nietos; es evidente que no tengo frente a ellos el suficiente reconocimiento por mi empeño en mantener los lazos familiares, y por haber tratado invariablemente de sacar a los hijos adelante en la vida, me parece una falta de lealtad por parte de ellos. La vejez es una etapa vital del ciclo humano en la que se pueden enfrentar limitaciones, empero, ello no significa tener una situación de incapacidad.

La tecnología médica ha prolongado el periodo de vida de los individuos, se pronostica que en pocos años la esperanza media de vida subirá de un promedio actual de 82 años a más de 100 años, quizá 110 o 120 años; en este contexto, el reto para los adultos mayores que sobrevivan en buena medida será económico. En este sentido, a mis 74 años de edad pienso que podría vivir hasta los 80 años; empero, si mi vida se prolonga hasta los 85, no creo tener la capacidad financiera para mantener un nivel decoroso de vida al igual que para mi esposa que tiene 10 años menos que yo y proviene de una familia longeva: su madre murió hace un año a los 99 años y su abuelo a los 110 años. El reto es mayor.

 Actitud Indignante

En el 2005 más de 170 organizaciones civiles palestinas lanzaron una campaña contra Israel denominada BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) “para presionar a favor del retorno de los refugiados palestinos y por la plena igualdad de derechos entre árabes y judíos”; “un boicot contra el Apartheid de Israel”. El boicot en buena medida se enfoca particularmente a los bienes o inversiones en los territorios palestinos; muchas personas califican a los asentamientos de Israel en estos últimos como ilegales. En este ámbito, la Unión Europea (UE) decidió en el 2014 no incluir en los presupuestos aprobados hasta el 2020 préstamos y subvenciones para bienes o empresas procedentes de Cisjordania y Jerusalén del Este. El boicot se extendió al sector académico del mundo, particularmente el de EUA.

El Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, calificó en su momento al boicot como “una estéril campaña antisemita, como una manera inmoral de presionar a Israel para hacer concesiones de cara a un acuerdo de Paz”, en tanto que los palestinos lo conciben como una especie de tercera intifada (rebelión) pacífica. El BDS no solo afecta a los 300 mil colonos judíos que viven en Cisjordania y a 200 mil que residen en Jerusalén Este, también incide en parte de los miles de palestinos que habitan en esos territorios y dependen de los puestos de trabajo de empresas israelíes allí instaladas. Cabe mencionar que los palestinos que trabajan en los asentamientos judíos están sujetos a las leyes de Israel, más avanzadas que las de la Autoridad Palestina, “ganan dos o tres veces más que si trabajaran en ciudades palestinas como Ramala o Yenin y tienen idéntico trato que los empleados israelíes”.

En el contexto del BDS y el creciente antisemitismo que se manifiesta en Europa, los israelíes y, en general los judíos del mundo “se horrorizaron la semana pasada al enterarse que Holanda recortaría en un 35.0% las pensiones a los sobrevivientes del Holocausto que actualmente viven en los asentamientos”. La medida del gobierno holandés es indignante, implica imponer sanciones contra civiles judíos que habitaron en su territorio y fueron víctimas de la barbarie nazi y que posteriormente emigraron a Israel; los sobrevivientes aludidos son personas octogenarias y nonagenarias, que de por si reciben una pensión raquítica de aproximadamente mil euros al mes. El 90.0% de los judíos que vivían en Holanda antes de la Segunda Guerra Mundial, fueron asesinados por los nazis: 100 mil personas. La policía holandesa tuvo un papel activo en entregar a los judíos a la maquinaria nazi. En el presente viven cerca de 40,000 judíos en Holanda y ante la ascendente ola de antisemitismo, su futuro está en Israel o en EUA. Europa se ha convertido en un infierno para los judíos.

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