AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Esta semana, líderes, expertos y profesionales se reunieron en Jerusalén para encontrar una solución a un problema que ha desafiado al pueblo judío durante milenios: cómo protegernos de la eterna amenaza del antisemitismo.
Por Abraham H. Foxman
En muchos sentidos, mi vida se ha definido por esta pregunta. Mis primeros años los pasé como niño escondido, sin saber si mis padres – o yo – sobreviviríamos a los nazis. Toda mi vida adulta profesional se ha centrado en la lucha contra el antisemitismo como director nacional de la Liga Anti-Difamación (ADL, por sus siglas en inglés) – organización líder en el mundo dedicada a la lucha contra este antiguo odio.
Me siento orgulloso de ser líder de una delegación de ADL de líderes judíos y expertos profesionales en los campos del antisemitismo, el extremismo islámico y el ciberodio.
Hoy, a pesar de mi historia como sobreviviente del Holocausto, me sorprende el deterioro de la seguridad, la confianza y el bienestar de los judíos en todo el globo.
¿Alguno de nosotros imaginó que 70 años después de la Shoá nos preguntaríamos si los judíos tienen un futuro en los países democráticos, pluralistas como Francia, Bélgica, Suecia o Dinamarca? ¿Acaso pensamos que podríamos llegar nuevamente a presenciar turbas tratando de invadir una sinagoga donde los judíos estaban reunidos – como hemos visto dos veces en París el verano pasado? ¿Acaso alguna vez esperamos que en 2015, una comunidad judía vibrante y organizada sería acusada por su gobierno de traidores y mirando crear su propio liderazgo judío, fabricado artificialmente – como vemos en la Argentina de hoy?
Sabemos de esta oleada de judeo-fobia en todo el mundo por primera vez por informes de incidentes y anécdotas sobre interferencias.
En un intento por ahondar en la forma en que la gente realmente se siente, en 2014 ADL lanzó la más amplia encuesta de opinión pública sobre actitudes hacia judíos jamás realizada: El ADL Global 100: Un índice de antisemitismo encuestó a 53.100 adultos en 102 países y territorios en un esfuerzo para establecer, por primera vez, una encuesta de investigación basada en datos integrales del nivel y la intensidad del sentimiento anti-judío en todo el mundo.
Encontramos que las actitudes antisemitas son persistentes y generalizadas en todo el mundo. Más de uno de cada cuatro adultos, el 26 por ciento de los encuestados, está profundamente infectado con actitudes antisemitas. Esta cifra representa un estimado de 1090 millones de personas en todo el mundo.
Pero a medida que el odio de los judíos persiste e incluso se intensifica, debemos reconocer que el panorama no es del todo negativo.
A diferencia de la década de 1930 y 40, no hay un gobierno comprometido con la destrucción de los judíos. En su lugar, dadas todas las dificultades, hay líderes mundiales que son firmes en su oposición verbal al antisemitismo. Vemos esto con el primer ministro Manuel Valls de Francia, el primer ministro David Cameron de Gran Bretaña, la canciller Angela Merkel de Alemania, y muchos otros.
Y tenemos a los Estados Unidos, que ha proporcionado una casa sin precedentes para la mayor población de judíos en la diáspora y, como cuestión de política gubernamental apoyada por una abrumadora mayoría de los estadounidenses, ha sido un defensor y campeón para el pueblo judío.
Y lo más importante hoy en día, a diferencia de las épocas en que los judíos enfrentaban persecución no tenían ningún lugar donde ir y ningún estado que los defienda, tenemos el Estado de Israel, que ha transformado la vida judía dentro y fuera del estado.
Incluso en los resultados de la encuesta mundial de ADL encontramos razones para ser optimistas – casi tres cuartas partes de los encuestados no están gravemente infectados con creencias antisemitas y hay muchos países y comunidades donde la animadversión hacia los judíos es baja y la conciencia del Holocausto es fuerte.
La vieja pregunta de cómo evitar que nos odien no ha desaparecido. El mal está activo de nuevo en forma de extremismo islámico, clásico antisemitismo, la creciente facilidad con la que la crítica a Israel puede transformarse en odio de los judíos, y el mayor desafío de todos, la pasividad de muchos ante el mal.
Aunque tuviera que dirigir ADL por otros 50 años, me preocupa que sin una atención constante, una planificación cuidadosa y la hábil aplicación de medidas a través de amplios sectores de la sociedad, estas y otras tendencias pueden hacer metástasis.
Al reunirnos en Jerusalén – para evaluar el mal y el bien e idear soluciones – hay que aprovechar lo que podemos hacer para aclararle al mundo que el pueblo judío reclama y merece compromisos, políticas y alianzas para contener y contrarrestar este odio perdurable.
El mundo será mejor por ello.
Fuente: The Times of Israel.blogs
Traducción: Silvia Schnessel
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