Diplomacia en diferentes direcciones

SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – A medida que el nuevo gobierno inicia su andadura, los principales actores en la escena diplomática de Medio Oriente están tirando en direcciones muy diferentes.

Por Herb Keinon

La premisa subyacente en las conversaciones entre israelíes y palestinos desde hace más de dos décadas ha sido negociaciones directas hacia una solución de dos estados. 

Las dos partes sentadas a discutir a fondo las cuestiones, con la mediación de Estados Unidos, hasta que se reduzcan las brechas y se llegue a un acuerdo. 

Esta era la arquitectura básica del proceso. Pero no funcionó: Oslo I. Oslo II. Camp David. La hoja de ruta para la paz. Annapolis. Las conversaciones de Kerry. Todo acabó en fracaso. 

Como resultado, el panorama ha cambiado significativamente. 

Los palestinos han cambiado de táctica. EE.UU. está adoptando un enfoque diferente. Los europeos quieren involucrarse más. Israel envía mensajes contradictorios. 

A medida que el nuevo gobierno comienza a andar, resulta instructivo mirar dónde está cada uno de los principales actores. 

Los palestinos. La OLP ha definido ampliamente sus objetivos desde el inicio del proceso de Oslo como un estado palestino dentro de las líneas anteriores a 1967, con Jerusalén oriental como capital y el “derecho de retorno” de los refugiados de 1948 y sus descendientes.

Durante los siguientes casi 25 años, sus objetivos han sido los mismos; sólo han cambiado las tácticas. Al principio, la táctica fue negociaciones, con el apogeo del proceso de Oslo. Los palestinos negociarían con los israelíes, hablarían con ellos, con la esperanza de que Jerusalén les daría lo que querían. 

Así que las dos partes hablaron y hablaron, hasta que se encontraron en Camp David en 2000. Yasser Arafat vio lo máximo que podría obtener de un primer ministro israelí de izquierda – Ehud Barak – pero aun quedaban lagunas importantes. 

Los palestinos estaban en una encrucijada: o compromiso con los objetivos, o intentar una nueva táctica. Arafat, no recordado precisamente como el “gran conciliador”, optó por una nueva táctica. Un mes después de la ruptura de Camp David, comenzó la segunda Intifada. 

Pero Israel derrotó la segunda intifada, llevando a los palestinos de vuelta al punto de partida. Las negociaciones no les dieron lo que querían, ni tampoco explotar autobuses urbanos. Después de otro intento de negociaciones – Annapolis 2007 – que demostró a los palestinos una vez más que las conversaciones no los llevarían tan lejos, adoptaron una nueva táctica: La internacionalización del conflicto, haciendo que el mundo intervenga para imponerle a Israel una solución. 

Porque si no se puede conseguir lo que quieres mediante charlas o el terror, dirígete a la ONU, la UE, la Corte Penal Internacional, la asociación de fútbol mundial, la FIFA, y conseguirás que se imponga una solución. 

Ahí es donde los palestinos están hoy. No les interesa reanudar las conversaciones, y el presidente palestino Mahmoud Abbas esta semana lo dejó claro. Hablando en Ramallah el pasado viernes, sentó unas condiciones previas claras para las conversaciones: alto a la construcción de asentamientos, liberación de prisioneros palestinos que debían ser liberados en 2014, y el acuerdo de que las conversaciones continuarían durante un mínimo de un año, durante el cual las partes acordarían un calendario para la retirada de Israel en 2017. 

Abbas sabe muy bien que el primer ministro Benjamin Netanyahu nunca aceptaría estas condiciones previas, y el hecho de que las presente indica que no quiere conversaciones. 

Incluso el ex enviado de Estados Unidos Martin Indyk – enviado especial durante los 10 meses de conversaciones impulsadas por el secretario de Estado John Kerry de 2013 a 2014, que no ha tenido reparos en poner gran parte de la culpa del fracaso de las conversaciones “sobre los hombros de Netanyahu y ​​la construcción de asentamientos” – dijo esta semana que a Abbas no le interesan las negociaciones. 

Durante un debate en el panel del Consejo de Relaciones Exteriores en Nueva York esta semana, Indyk dijo que ninguna de las partes quiere entrar en negociaciones directas hacia los dos estados. 

“No hay ni política ni compromiso de los dirigentes de ninguna de las partes”, afirmó. 

“Lo que descubrimos durante los 10 meses de negociaciones es que las partes realmente no querían estar allí, y al final de las negociaciones estaban más lejos que al principio”.

Al no haber celebrado elecciones desde 2005, Abbas – dijo Indyk – siente muy fuertemente su falta de legitimidad, y sabe que no tiene apoyo del pueblo palestino para compromisos que se contrajeran en cualquier acuerdo negociado. “Así que eso lo tiene paralizado”.

Siendo este el caso, a Abbas la internacionalización del conflicto le sienta estupendamente. En lugar de conversaciones, que en algún momento requerirían un compromiso, prefiere aislar a Israel, ir a las organizaciones internacionales y dejar que ellos hagan el trabajo. Y para esta táctica, el gobierno israelí actual es un regalo del cielo – porque su composición de derecha hace que sea fácil para los palestinos decir que Israel no quiere la paz, y el mundo debe intervenir y salvar la solución de dos estados. 

Israel. Netanyahu divide la realidad actual en dos partes: Irán y todo lo demás. Su objetivo principal, su principal preocupación es Irán – todo lo demás puede esperar. 

Pero no esperará. Después de la fecha límite del 30 de junio para un acuerdo nuclear iraní, todos los ojos estarán puestos en la Asamblea General de la ONU en septiembre, si los franceses traerán al Consejo de Seguridad una solución para Oriente Medio, y cómo reaccionará EE.UU.. 

Netanyahu está en un aprieto. Su comentario antes de las elecciones de que durante su administración no surgiría un estado palestino continúa reverberando, y surge continuamente en conversaciones con diplomáticos extranjeros -, independientemente de que sean de EE.UU., Europa o Asia.

Netanyahu ha tratado de retractarse varias veces, pero gran parte del mundo no le cree – y eso habla por sí solo. Cuando Netanyahu dice que está comprometido con una solución de dos estados, nadie le cree. Pero cuando dice que no lo está, se considera una verdad irrefutable. 

A los ojos de muchos de sus críticos internacionales, las acciones de Netanyahu no coinciden con sus palabras. El mundo escuchó su discurso de Bar-Ilan en 2009 sobre una solución de dos estados, pero también escuchó los anuncios de construcción de asentamientos. 

“Si quiere dos estados, ¿por qué construye en zonas que serán parte del Estado palestino?”, dice el estribillo. 

Aquí es donde Netanyahu lo tendrá más difícil. Durante la última ronda de negociaciones, según David Makovsky, que estaba en el equipo de Kerry, el 98 por ciento de todas las licitaciones para nuevas viviendas anunciadas públicamente por Israel más allá de la Línea Verde – que empujaba a los palestinos más allá – fueron para comunidades de dentro de la barrera de seguridad. 

El 62% de las ofertas estaban en el 1,9% del territorio que Abbas habría dicho al entonces primer ministro, Ehud Olmert, durante sus discusiones que se mantendrían como parte de Israel. 

Pero el mundo no lo entendió así. La impresión fue que mientras las negociaciones estaban en curso Israel devoraba la tierra que sería parte de un futuro estado palestino. Netanyahu podría haber pregonado que la gran mayoría de las ofertas estaban en la tierra que incluso Abbas reconoció que serían parte de Israel, pero no lo hizo. 

Se contuvo por consideraciones políticas, por temor a enemistarse con el ala derecha de su gobierno.

Si esa contención se produjo durante el último gobierno, cuánto más se producirá en el actual, más de derechas que el anterior.

EE.UU. y Europa querrán ver acciones que se correspondan con las palabras de Netanyahu demostrando que está comprometido con dos estados; aunque Netanyahu tome este tipo de acciones, no se atreverá a hacerlas demasiado públicas por lo que podría causar a su estrecha coalición. 

Indyk dijo que hay ciertos pasos que Israel podría tomar, tales como limitar la construcción de los bloques de asentamientos, o dejar que los palestinos construyan en la Zona C junto a las grandes ciudades palestinas. Pero estos movimientos podrían causar dificultades a Netanyahu – tanto con su socio de coalición, Bait Yehudi, como dentro del Likud.

Netanyahu es ahora jefe de un gobierno de derecha que será prudente a la hora de hacer gestos, en un momento en que gran parte del mundo – empujado por los palestinos – está diciendo: “Toma medidas significativas, o intervendremos”.

Los europeos. El jugador más interesado ​​en intervenir en este momento es la UE. Esto es evidente con la visita el miércoles de la jefa de política exterior de la UE Federica Mogherini. 

Su visita, muy poco después del establecimiento del nuevo gobierno, pareció destinada a enviar un mensaje de que la UE está “lista y dispuesta a jugar un importante papel en la reactivación del proceso de paz sobre la base de la solución de dos estados”. 

Dentro de la UE, los franceses muestran afán de protagonismo. Por diversas consideraciones: La decepción de la política de Estados Unidos en todo Oriente Medio, interés en profundizar aún más la creciente alianza francesa con los países del Golfo, y por la política interior francesa.

En 2012, el presidente francés François Hollande se comprometió a llevar una resolución al Consejo de Seguridad diciendo “muy claramente lo que esperamos del proceso [de paz] y cuál debe ser la solución al conflicto”. Hacerlo, ayudaría a Hollande en las elecciones presidenciales de 04 2017. 

“Francia quiere que el nuevo gobierno implemente efectivamente la paz “, dijo un comunicado de la cancillería francesa esta semana. “Hace un llamamiento a ambas partes para finalmente concluir un acuerdo global y definitivo, el establecimiento de un Estado viable y soberano de Palestina junto a Israel. Se debe preservar la solución de dos estados”. 

Estados Unidos. Mientras los franceses indican la determinación de “por fin” llegar a un acuerdo completo, EE.UU. – a juzgar por los recientes comentarios del presidente Barack Obama – está reduciendo ambiciones. 

Obama dio voz a este nuevo enfoque en una entrevista la semana pasada en Al-Arabiya: “Creo que en este punto, de manera realista, podemos tratar de reconstruir la confianza – no a través de un gran problema global, que no creo probable que sea posible el próximo año, dada la composición del gobierno de Netanyahu, dados los desafíos que tiene el presidente Abbas – pero sí podemos empezar a construir algo de confianza alrededor … si podemos reconstruir poco a poco ese tipo de confianza, entonces sigo creyendo que lo lógico es una solución de dos estados”. 

Este no es un cambio baladí – EE.UU. pasa de un enfoque máximo para un gran problema integral, a otro más gradual. 

Es obvio que este cambio de tono guarda relación con la fecha límite del acuerdo de Irán el próximo 30 de junio y con la administración de Estados Unidos que enfrenta una batalla cuesta arriba con el Congreso sobre el acuerdo, y que no tiene interés en abrir un segundo frente contra Netanyahu. Pero el 30 de junio vendrá y se irá, y los franceses seguirán moviéndose hacia adelante – y entonces la pregunta será: ¿Qué hará EE.UU.? Como dijo Indyk, no es realmente lo que Francia resuelva lo que es fundamental, sino “si eso fuerza la mano del gobierno de Obama y deciden seguir adelante con una resolución con los británicos que encapsule los principios básicos de una solución de dos estados”. 

La razón para que la administración esté dispuesta a hacerlo, razonó, es porque no hay negociaciones, no hay perspectivas de negociaciones, y no hay alternativas a la vista”. Entonces la pregunta es: ¿Cómo preservar la solución de dos estados en un entorno en el que otras cosas están sucediendo en el terreno que la están socavando? Y así, en el contexto del legado de Obama, podría haber un movimiento hacia adelante”.

El problema no sólo lo tiene Israel, también lo tendrían los palestinos, porque significaría que tendrían que ceder en cuestiones tales como las preocupaciones de seguridad de Israel y su reconocimiento como Estado judío. 

En caso de que ambas partes rechazaran tal resolución, el consejo de Indyk para EEUU es simplemente “dejar que repose”. “Dejarlo para la próxima administración”, dijo. “Pero básicamente serán las partes las que tengan que luchar con ello. Cuando las partes estén dispuestas a volver a las negociaciones, tendremos términos de referencia”.

No tuvimos ninguno. Esto representaría los términos de referencia”. 

Fuente: The Jerusalem Post

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Silvia Schnessel: Silvia Schnessel es corresponsal de Enlace Judío en España. Docente y traductora, maneja el español, el hebreo, el francés, el inglés y el catalán. Es amante del periodismo, del sionismo y de Israel.