Conforme se aproxima el 48 aniversario de la Guerra de Seis Días de 1967, muchos siguen exigiendo que Israel se retire a las líneas anteriores a la víspera de la guerra. Digamos claramente: Israel no puede, no debe, y no se retirará a fronteras indefendibles. Al adoptar esta postura, Israel está totalmente dentro de sus derechos bajo la ley internacional.
Las fronteras anteriores a la guerra con Egipto, Jordania y Siria eran líneas de armisticio de 1949 que reflejaban dónde Israel detuvo a los ejércitos árabes invasores durante la Guerra de la Independencia. Poco después de que Israel capturó Judea y Samaria de Jordania, Gaza de Egipto, y los Altos del Golán de Siria en la guerra defensiva de junio de 1967, la Unión Soviética lo llamó agresor y presionó para una retirada total. Ese esfuerzo fracasó. En cambio, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 242, que define los principios de la diplomacia árabe-israelí hasta nuestros días. La resolución insta a la retirada israelí “de territorios” capturados en la guerra y no “de todos los territorios” – una frase intencional defendida por el gobierno estadounidense y por el propio Presidente Johnson.
Bajo este contexto, es fácil comprender por qué el Primer Ministro Yitzhak Rabin especificó en su último discurso ante la Knesset en octubre de 1995 que Israel nunca se retirará a las líneas anteriores de 1967. Rabin destacó que Israel tendrá que mantener el control del Valle del Jordán, la barrera geográfica que ha asegurado su frente este desde la Guerra de los Seis Días. Aún más importante, el entonces primer ministro dejó en claro que Jerusalem permanecerá unida bajo soberanía israelí.Sus declaraciones fueron emitidas dos años después de la firma de los Acuerdos de Oslo con la OLP, y tras el acuerdo de paz con Jordania.
Los derechos de Israel como un estado-nación tienen su origen en la decisión de las potencias aliadas de asignar los territorios del Imperio Otomano tras la Primera Guerra Mundial, cuando se reconoció el vínculo histórico del pueblo judío a su patria. A partir de entonces (e incluso en los años antes de la guerra), el movimiento sionista laboró para convertir el sueño de un estado en la realidad. Pero, indudablemente, la diplomacia que siguió a la Guerra de los Seis Días, y en especial la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU, fueron los elementos que ayudaron a reconocer el derecho de Israel a “fronteras seguras y reconocidas” – o defendibles – que sustituiría las frágiles líneas de armisticio de 1949 en futuras negociaciones entre árabes e israelíes.
Fuente: Facebook, Traducción Esti Peled
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