El rey Salman reitera a Netanyahu una oferta de paz global con una cuarentena de países árabes e islámicos.
El nuevo monarca saudí Salman aprovechó el Foro de Doha para enviar a Israel su primer mensaje: “Yo reitero la propuesta saudí de paz y llegó el momento de que Israel también la acepte”. Así se lo comunicó en Qatar a la delegación israelí presente el general saudí Anuar Eshki, director del Centro de Estudios Estratégicos saudí, que prepara estudios o informes estratégicos para el nuevo rey y para su casa real.
Eshki, muy próximo al monarca, dijo a La Vanguardia en un hebreo perfecto que estudió en la academia militar: “Yo estoy dispuesto a luchar por la paz con todo mi corazón”. Y añadió: “Dicen que Benjamín Netanyahu formó un gobierno nacionalista. No me molesta. Al contrario. Quizás sea mejor para conseguir la paz, ya que si ellos apoyan el acuerdo, nadie les molestará”. “La fórmula —recordó— es la retirada hacia las fronteras de 1967 a cambio de la normalización diplomática, comercial y cultural, con 22 países árabes y 20 estados musulmanes”. Cientos de representantes políticos, catedráticos, periodistas y representantes de servicios de inteligencia de todos los países de Oriente Medio se han dado cita hace pocos días en la capital de Qatar para debatir sobre el futuro de la región. Representantes de países enemigos, como Israel, Arabia Saudí, Qatar, los Emiratos Árabes Unidos, Irán o Argelia se encontraron en un foro organizado por el Gobierno qatarí en cooperación con UCLA, la universidad norteamericana muy conectada a la administración de Washington.
Todos tienen claro que el temor regional ante un Irán casi nuclear, las guerras en Siria, Iraq, Yemen y Libia, y el avance del Estado Islámico han cambiado el mapa estratégico de Oriente Medio y las prioridades. En un restaurante de Doha se podía escuchar un diálogo entre una israelí rubia y de ojos azules, de origen europeo y experta en temas árabes, y dos jeques saudíes (uno de ellos el general) vestidos con pulcras chilabas blancas y kefias blancas y rojas. Le preguntaron: “¿Qué te llevó a aprender árabe y a dedicarte a estudiar nuestro mundo?”. La israelí les contestó: “Quizás porque nunca me permitieron celebrar un cumpleaños en mi familia. Yo nací poco después de la muerte en combate de mi tío y mi familia cayó en un luto total. A los nueve años, cuando decidieron celebrar mi cumpleaños por primera vez, mi abuelo se suicidó sobre la tumba de su hijo. A mí me prohibieron estudiar árabe, el idioma de los que mataron a mi tío. Yo lo hice a escondidas. Más tarde decidí dedicarme a estudiar sobre el mundo árabe y a escribir sobre él y convertir eso en el proyecto de mi vida”. Uno de los saudíes le miró acongojado y resumió: “Cuánto dolor hay en nuestra región…”. El general de Riad, más práctico, resumió: “Tenemos que crear nuevas coaliciones en Oriente Medio para frenar los radicalismos”, opinó. “Hace falta que los norteamericanos y, especialmente, la actual administración, se replanteen su política”. En el foro de Doha participaron también norteamericanos, rusos, chinos, africanos y europeos. Todos observaron con curiosidad las nuevas coaliciones que surgen del tsunami que se vive en la región desde el principio de las revoluciones árabes hace cuatro años. El ministro yemenita Rafat Jal, responsable de Juventud y del Deporte en su país, asolado por la guerra, vio como saudíes e iraníes se enfrentaban con dureza en los debates, al igual que ocurre en su país. Iraníes y saudíes se acusaron mutuamente de la situación en Yemen, dando a entender que la seguridad de unos es la inseguridad de otros. “Algunos dicen que el Yemen será nuestro Vietnam y que nuestros chicos se enterrarán en ese territorio, pero no podemos parar la operación militar, porque si no los hutíes, apoyados por Irán, ganarán”, aseguró un representante saudí, que pide mantenerse en el anonimato, al igual que muchos otros participantes en este foro.
El general saudí Anuar Eshki, explicó a La Vanguardia que, recientemente, fue entrevistado por la televisión iraní, que le preguntó quién era el principal adversario de Arabia Saudí, si Irán o Israel. “Yo le contesté -dijo- que prefiero tener un enemigo inteligente que un supuesto aliado estúpido. Le añadí que si Irán sigue buscando la guerra en la región se debilitará aún más y le recordé que ya hoy tiene un 70% de población viviendo por debajo del umbral de la pobreza”. Y añadió: “Irán no quiere la paz y, en el futuro, Yemen entrará en el consejo de Cooperación del Golfo y será un país próspero”. Con todo, él mismo reconoció que entre Arabia Saudí e Irán existe una guerra fría, una lucha por controlar la región.
El ministro marroquí Yusef Amrani sostuvo que Oriente Medio se ha declarado la guerra a sí mismo y que por eso hay tantas guerras, no solamente en Yemen, sino también en Siria, Iraq o Libia. Según Amrani, los iraníes controlan ya cinco capitales en la región y continúan su lucha. Durante el foro de Doha, representantes del Consejo de Cooperación del Golfo, integrado por seis países (Arabia Saudí, Bahréin, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Omán), expresaron su preocupación por la caída del precio del petróleo en una zona que posee un tercio de las reservas probadas de petróleo del mundo y un cuarto de las de gas natural.
Los representantes de estos países de la península arábica afirman que, por primera vez, tendrán que recortar sueldos públicos, reducir subvenciones y quizás incluso, por primera vez, cobrar impuestos a la población. En Qatar, por ejemplo, los locales no pagan impuestos, el agua, la electricidad, los estudios y la sanidad están totalmente cubiertos por el Estado. En este país, solamente un 6% de la fuerza laboral es qatarí. La presencia de representantes de Japón, Corea del Sur y, sobre todo, de China, refleja el cambio de rumbo en la venta de hidrocarburos destinados, cada vez más, a Pequín. “La estabilidad de esta región es muy importante para nuestra economía”, comentó un representante oficial chino, que siguió los debates con una mezcla de curiosidad y preocupación. La sensación durante el foro es que existe una hiperactividad diplomática qatarí, preparándose para los años más intensos de su historia.
La palabra que más se escuchó es hub: los transportes, con sus modernos aeropuertos; la arquitectura, con sus edificios vanguardistas; la comunicación, con su icono, Al Yazira; y en el de la educación, intentando atraer a las mejores universidades del mundo al país. Qatar desarrolla una diplomacia pública de gran nivel, siendo no solamente la sede de este foro en la que todos hablan con todos, sino también preparándose —tras haber sido sede del Mundial de balonmano de este año— para el Mundial de futbol del 2022 y pretendiendo competir por los Juegos Olímpicos del 2024, ciclismo en el 2016, gimnasia artística en el 2018 y atletismo en el 2019. A pesar de las primaveras árabes, la caída del precio del petróleo y de las críticas hacia las políticas de algunas casas reales, en los próximos años, todos los caminos conducirán a Doha.
Fuente:lavanguardia.com
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