MAY SAMRA Y MIRIAM BALEY PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO.
Desde hace 84 años, la Beneficencia Israelita de México Hilfs Farein ha visto por los más necesitados de nuestra Comunidad. El jueves 28 de mayo, en el marco del evento tradicional de esta institución, a la cual asistieron personalidades comunitarias destacadas, su presidente, Daniel Feldman, explicó el rol imprescindible de esta organización de la Comunidad judía de México:
“Damos ayuda económica a nuestra gente necesitada. Con esa ayuda, ellos pueden cubrir sus necesidades básicas, como son vivienda, vestido, salud, alimentos y algunas cirugías, que, a veces, son necesarias.
Laboro en la institución desde hace cerca de ocho años, y he visto casos muy difíciles: personas mayores que no pueden trabajar o personas que tienen enfermedades degenerativas y no pueden valerse económicamente por sí mismas; son necesarias instituciones como la nuestra para que hermanos nuestros tengan una vida digna.
Nuestra mesa directiva está abierta para cualquiera que quiera participar. Lo primero que tiene que tener es la voluntad de ayudar.
Buscamos gente correcta: no se trata de darse a conocer o obtener puesto de honor. La gente que trabaja con nosotros es sencilla, y su interés real es ayudar.
Invito a todas las personas a cooperar con alguna de las instituciones de la Kehila. Vale la pena ver por los demás, vale la pena ayudar: no se van a arrepentir”.
El invitado de honor fue el Ing. Enrique Krauze, el Director de Editorial Clío y Revista Letras Libres, quien declaró sentirse “en familia” esta noche, rodeado de amigos y conocidos. Cabe mencionar que la presencia de su madre, Hellen Krauze, le dio mayor relieve al evento.
“Lo que me propongo no es disipar todas sus preocupaciones, porque yo también las comparto. Pero sí matizarlas, explicando algunas cosas que, quizá, puedan poner en contexto mejor la situación en la que estamos.
En primer lugar, México ha tenido muchas crisis en el pasado, a lo largo de los últimos cuarenta y tantos años, cincuenta años. Casi cada fin de sexenio había una crisis: ’68, ’76, ’82, ’88, ’94, 2006. Una crisis cada seis años, como reloj. El movimiento estudiantil, Echeverría y las tremendas devaluaciones del ’76, nada comparables con las tremendas devaluaciones del ’82. Luego, la crisis del 88 con el problema de las elecciones muy disputadas y turbias del ’88. Y qué decir del ’94: el movimiento zapatista, el asesinato de Luis Donaldo Colosio. En el año 2006, todo el intenso problema alrededor de las elecciones de ese año.
Entonces, primer dato: aquí estamos. El país no se ha desangrado, no se ha caído. El país supo salir de cada uno de esas crisis y, es más, en muchos sentidos salió fortalecido, por ejemplo, en lo económico. Ya quisieran muchos gobiernos europeos actuales tener la disciplina fiscal y el orden financiero de México desde hace, casi, diría yo, treinta años.
Después de los dos sexenios de Echeverría y López Portillo, aunque el país no ha crecido económicamente, ése es un problema, no hemos dejado de tener una administración económica con responsabilidad: un Banco de México autónomo, no hay inflación como la que existe en tantas partes del mundo. Ahora existen unas reservas inimaginables en el Banco de México. El país es, para quienes vivimos los años ochenta y setenta, casi irreconocible.
La economía de México en esos años era muy dependiente del petróleo. No éramos como Venezuela, ni remotamente, pero sí estábamos muy petrolizados y, sobre todo, la economía dependía mucho del Estado porque Echeverría y López Portillo habían estatizado muchas empresas. Esto ya no es así. Es una economía diversificada, exportadora, de manufacturas, es una economía que tiene los ingresos que nos entran por divisas por la vía de las remesas de los mexicanos en el exterior; el Tratado de Libre Comercio le hizo mucho bien al país, en fin…
Primer dato: México ha salido de todas sus crisis. No ha habido golpes de Estado; esto no se parece a ninguna de las experiencias de América Latina.
Segundo: hemos aprendido de las crisis, y hay ya dos o tres generaciones de economistas o de técnicos en el aspecto de finanzas que no lo han hecho mal, que lo han mantenido bien.
No se preocupen, que también voy a hablar de los problemas de México pero ahora estoy empezando por las fortalezas.
Otra fortaleza de México que no se toma en cuenta es que, desde 1934, cada seis años hay un nuevo presidente. Son 80 años de estabilidad institucional. ¿Saben ustedes cuántos países de América Latina pueden presumir de eso? Ninguno. No hay ningún otro país de América Latina que haya tenido continuidad institucional del ’34 para acá. Y creo que muy pocos países del mundo, bueno, Inglaterra y Estados Unidos- pero esos son prodigios de democracia- muy pocos países, Suecia, seguramente.
Entonces, continuidad institucional… fortaleza, seriedad y responsabilidad de las finanzas públicas; fortaleza para enfrentar las crisis y salir de ellas y, luego, algo que para mí y la gente de los años 80 parecía un sueño o una utopía: hoy México es una democracia, una democracia terriblemente desordenada, desorganizada, ruidosa, insatisfecha, insatisfactoria… lo que ustedes quieran, pero una democracia.
En México, (anteriormente) las elecciones eran de risa, literalmente de risa, para quienes tienen la edad suficiente, pues nos reíamos de las elecciones. ¿Quién tomaba en serio las elecciones? Nadie. Ya sabíamos quién iba a ganar porque las manejaba la Secretaría de Gobernación. Bueno, ahora está el Instituto Nacional Electoral que, con todos sus defectos, no es la Secretaría de Gobernación. No lo van a creer pero en 1952, por ejemplo, ’46, ’42, las elecciones… la SEGOB estaba organizando a varios coroneles para que balacearan las estaciones de votación, y eso lo cuenta el Gral. Gonzalo M. Santos, quien tenía un walkie-talkie y que hablaba a SEGOB donde estaba Miguel Alemán, le decía “Licenciado, veo aquí muchos votantes” y le contestaba “pues actúe usted, general”, y los rociaban tranquilamente con sus metralletas.
No olviden que hubo 42 millones de votantes en 2012 con un millón y pico de personas a cargo de la elección, y supervisándola. Es decir, construimos a partir de un país que no era democrático, que era, como decía Vargas Llosa, la dictadura perfecta, construimos una democracia-y la estamos construyendo, como digo, imperfecta, frágil y difícil. Ése es el mejor adjetivo que le queda a la democracia, la democracia difícil. Pero aquí está.
Bueno, son cinco o seis cosas importantes, así que, cuando uno se rasga las vestiduras para decir qué espantoso México, un momento: ponle distancia y perspectiva histórica y verás que, comparado con lo que era México, hay muchas cosas que están mejor, con mucha más madurez, y éste no es un país salido de pronto en África o algo así, sino que es un país serio que ha estado aquí muchísimos siglos y, como cultura ha estado milenios, así que no va a desaparecer. Esto es para los catastrofistas que están diciendo todo el tiempo “el apocalipsis, now para México”.
Tenemos libertad de expresión absolutamente plena y no solamente plena; tenemos, diría yo, casi un exceso de libertad de expresión, pero la libertad nunca es excesiva. Es mejor que haya toda la libertad y que los que abusan de la libertad tengan su sanción en el mismo abuso y en la popularidad que provoca ese abuso.
Tenemos elecciones, como dije; hay una Suprema Corte de Justicia respetada y esto no existía antes. Hay partidos en el Congreso. Es mejor que tener un partido único.
Antes, en los 70’s y 80’s estaban las cosas tranquilas pero era la tranquilidad ficticia de un país como en una especie de adolescencia prolongada.
Todas estas son fortalezas históricas de México que tenemos que tomar en cuenta.
Yo creo que la mayor fortaleza de México está en su pueblo. La gente de México.
Ahora, México son muchos Méxicos. Decimos “México” pero Yucatán es muy distinto a Sonora, y Tamaulipas es muy distinto a Querétaro, y hay muchísimos Méxicos, no solamente por estados. Por regiones, habrá doscientas culturas, lenguas, costumbres, mentalidades, cocinas… Es un pueblo joven, que tiene mujeres y hombres muy trabajadores, en donde está envenenada una parte de la población. Yo diría que el análisis correcto es…Las reformas de las que tuvo iniciativa el gobierno de Peña Nieto y que se aprobaron en las cámaras por los tres partidos principales, son reformas importantes. Y yo no creí vivir para ver una reforma como la del sector energético porque, claro, a todos nos educaron con la idea de que el 18 de marzo Lázaro Cárdenas nos había dado el acta de nacimiento y que México, en vez de estar [] en petróleo y que, si dejar a un extraño enemigo profanar con sus plantas el petróleo, nos iba a quebrar. Pues no pasó gran cosa. Hubo una buena- muy buena, diría yo- negociación en el Congreso, mucha crítica en la prensa, en los medios, en las redes sociales, y, sin embargo, las reformas se aprobaron. Y hay una buena reforma educativa, y una energética y una de telecomunicaciones, y una financiera, hacendaria y, ahora, una ley anticorrupción. Bueno, todo eso está bien. Yo creo que el que hayamos tenido un gobierno que en los primero dos años dio inicio a esas reformas es algo muy positivo.
Recordemos los años 80’s o 90’s del siglo pasado, los gobernadores, los políticos, el ejército, tenían conocimiento del trasiego de las drogas pero México no era ni productor ni distribuidor importante. Recuerden que el principal productor era Colombia y, por muchos años, hasta los años 80’s, la ruta fue la ruta de exportación a Estados Unidos a través de Miami. El Caribe. Esa ruta se cerró en los 80’s paulatinamente. Si se cierra la ruta de Miami e, incluso, la ruta Panamá-Caribe para entrar por el este de Estados Unidos, pues quedaba la ruta del Oeste, la ruta mexicana. Así fue como empezaron a fortalecerse los grandes capos de la droga en el norte de México. Primero, como socios de los colombianos, haciendo la distribución y el paso de México hacia E.U.A. Pero el negocio avanzó y se volvieron muy buenos hombres de negocios y con ese negocio tan híper billonario, empezaron… les pagaban con producto. Empezaron a distribuir producto en México y, además, comenzaron a tener una parte mayor del negocio. El caso es que México, como un famoso caso de takeover en una empresa, fue poco a poco haciéndoles un takeover a las empresas colombianas. Entonces, Colombia sigue siendo un productor muy importante pero, en la medida en que Estados Unidos estaba muy activo en Colombia y desapareció Pablo Escobar y demás grandes personajes, los mexicanos empezaron a cobrar relevancia. Pero observen esto: en el momento en que los mexicanos empiezan a tomar relevancia, a hacerse los accionistas principales del negocio, coincide con el paso de México a la democracia. El año 2000, o por ahí.
La democracia tiene muchas virtudes pero debilita al poder central. Tiene un efecto centrífugo. Entonces, la democracia mexicana, lo que hizo fue fortalecer a los gobernadores, a los presidentes municipales, o sea, a los poderes formales. Pero también a los poderes no formales, como los narcotraficantes y los criminales. Ya no estaba el Presidente todopoderoso y ellos se habían fortalecido. Hubo un momento en que, básicamente, pasó que dijeron “¿por qué vamos a obedecerlos? Si ya somos ahora lo accionistas principales del negocio; si ya redujimos a los colombianos, ¿por qué vamos a obedecer?” Y ahí fue cuando empezaron los problemas que, además, coincidieron, claro, con la guerra civil en las propias bandas.
No nos queda de otra más que constituir una policía, un sistema judicial moderno, profesional. ¿Cómo se va a hacer eso? ¿Cuánto tiempo va a tomar? Es muy difícil, muy largo.
Y los de abajo están en el negocio de sacar dinero ilegal, ilícito, por la vía que sea: por la droga, el crimen, o el tráfico de órganos o de personas, o por el secuestro o la extorción. Ésta es la situación.
Por fortuna, sabemos que no todo el país está en esa situación. Y el gobierno o los gobiernos no todos están cruzados de brazos. Ése es el problema central de México.
Si quitáramos ese problema, por obra del cielo, todas las inversiones del planeta se vendrían a México porque, aun así, vienen porque, claro, la gente sigue trabajando, el país sigue produciendo y exportando. Podríamos tener muchas más inversiones y empleo y actividad económica; no la tenemos por eso. Hay que resolver ese primer problema en México antes- digan lo que digan- que la educación y el empleo… ¿Cómo se puede resolver eso? Es arduo, es difícil.
Termino por decirles que mi caso, mis bisabuelos y abuelos y los de muchos de mis familiares que vinieron a México, ha sido un país muy generoso con los judíos perseguidos de la Europa y de otros lados pero estamos hablando ahora de la comunidad askenazí. Pero para tomar ese tema, a la comunidad askenazí le ha ido bien y ha habido muchos años de vacas flacas y gordas; ahora hay algunas flacas, no tanto en lo económico sino en estos elementos.
Creo que éste es un buen lugar para vivir y va a seguir siendo siempre. Pero no podemos simplemente cruzarnos de brazos y decir “pues qué mal están las cosas, ¿verdad, mi vida?” “Sí, buenas noches, hasta mañana”- Algo hay que hacer.
Y mi mensaje final, y pienso escribir mucho sobre eso en algún momento, pronto, es que yo estoy un poco desconcertado con las nuevas generaciones en el sentido político. La realidad sólo la cambiará la participación política y cívica. ¿Dónde están esos jóvenes en México? Bueno, están muy indignados, eso sí lo sé. Pero la indignación no es suficiente. Eso hay que platicárselo a la gente joven para tratar de hacerla entender que, si no le gusta la realidad, un desafío muy bonito es tratar de cambiarla. O de influir para cambiarla. Y no nada más cómodamente levantar los hombros y ya.
Mi generación luchó por un cambio democrático y el cambio vino. Hasta hubo muertos por ese cambio, en el 68 y en otros momentos. Yo creo que lo que hace falta es que las generaciones de jóvenes, vamos a decir- porque ahora ya la definición de joven es tan elástica, que hay que decir “muchacho”. Eres un muchacho de 52 años que ya está pensando en salir de la casa de su mami- es una adolescencia retrasada treinta años.
Pero yo pienso que los muchachos de 20, 30 ya empiezan a pensar que hay que tomar el toro por los cuernos.
Así que es un mensaje de moderado optimismo a ustedes, todos, queridos amigos. Tantas caras conocidas, qué suerte que estamos aquí vivos y sanos. Muchas gracias.
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