ESTI PELED PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – No se limite a culpar a los israelíes por ver el peligro donde usted ve una posibilidad, como lo hizo en su última entrevista para la televisión israelí. Trabaje para darnos una base tangible sobre la que podemos reconstruir nuestras esperanzas de un futuro de paz.
Por David Horovitz
Señor Presidente,
Cuando abordó el tema del acuerdo nuclear con Irán en su impactante entrevista para la televisión israelí, afirmó: “lo que puedo decirle al pueblo israelí es que comprendo sus preocupaciones, entiendo sus temores.“
Pero en realidad Señor Presidente, usted no comprende nuestras preocupaciones y miedos totalmente, no en lo que respecta al régimen ideológica y territorialmente voraz de Teherán, motivado por un sentido pervertido de imperativo religioso, ni en lo referente al conflicto palestino.
Esto no disminuye sus apasionadas y fervientes súplicas sobre la obligación de Israel de conservar los “valores fundamentales,” consagrados en nuestra Declaración de Independencia, de proteger nuestra democracia, y albergar la esperanza de un futuro mejor para nosotros y para nuestros vecinos, particularmente los palestinos.
Por favor, escúcheme. Esta no es una crítica intolerante de un israelí por el que usted no puede hacer nada bueno. Los que nos identificamos con el complejo centro político de Israel, la mayoría de nosotros, aprobamos todo lo dice acerca de la necesidad de resolver el conflicto con los palestinos a fin de conservar el carácter democrático del Estado judío. Compartimos sus preocupaciones acerca del destino de “jóvenes palestinos de Ramala,” frustrados por el status quo. Compartimos su deseo de elevar la esperanza que usted recuerda haber visto tan conmovedoramente “en los rostros de niños israelíes y palestinos.”
Pero si lo piensa mejor, Señor Presidente, usted sabe bien donde están nuestros corazones.
Usted sabe bien que el Estado judío y su pueblo desean vivir en paz con sus vecinos. Después de todo, como usted mismo mencionó en la entrevista, el mayor aplauso que recibió hace dos años, cuando habló ante estudiantes israelíes en Jerusalem fue cuando dijo: “Yo sé que el pueblo de Israel se preocupa por los niños palestinos.”
Sin embargo, evidentemente usted no ha asimilado que nosotros, los israelíes de centro, que rechazamos el fanatismo, que no queremos anexar Cisjordania y debilitar nuestra democracia, tampoco deseamos una entidad binacional entre el río Jordán y el mar Mediterráneo que pone fin al Estado judío. Nosotros hemos sido golpeados por la historia reciente, y continuamos siendo maltratados por los acontecimientos a nuestro alrededor.
Usted nos asegura que este acuerdo con Irán es lo mejor para nosotros, cuando sabemos que ese país – que llama a nuestra destrucción – aceptará cualquier acuerdo como una victoria y una reivindicación, y utilizará esa victoria para incrementar sus esfuerzos de dañarnos mediante el terrorismo y sus representantes en el Líbano y Gaza. Al mismo tiempo, hará lo posible por engañar y abrirse camino hacia la bomba. Sabemos que el acuerdo consolidará el peor de los regímenes de Teherán, y que fueron sus negociadores los que parpadearon, que nunca obligaron al régimen a elegir entre la supervivencia y su programa nuclear, cuando se contaba con las presiones financieras para imponer esa elección.
Usted nos implora, una y otra vez, poner más atención al sufrimiento de los palestinos, alejarnos de nuestro liderazgo – representado por el Primer Ministro Benjamín Netanyahu – que fomenta la política del miedo, y elegir el camino del optimismo y las oportunidades. Pero Israel acaba de reelegir a Netanyahu, haciendo caso omiso de sus súplicas, porque la evidencia del peligro superó la posibilidad de albergar esperanzas. He aquí la ironía, Señor presidente: Su política y su retórica no han ayudado.
Usted reclamó que existen muchos “filtros” entre usted y el pueblo israelí, que impiden que el público reciba su mensaje directamente. (Precisamente en una entrevista transmitida directamente a las salas de los israelíes, en horas de máxima audiencia, por el canal de televisión de mayor audiencia). Creame, Señor Presidente, el problema no es el mensajero, sino el mensaje y las acciones.
Usted aseguró que siempre trata de balancear entre la política de esperanza y la del miedo.” Reconoce que la Primavera Árabe ha sido el desastre de Siria; lamentó el antisemitismo y las tendencias anti-Israel en el mundo árabe; mencionó las amenazas desde Gaza y el sur de Líbano. Y afirmó que “nunca ha sugerido” que Israel no debía “insistir que la solución de dos estados tome en cuenta el riesgo de que la supuestamente pacífica Autoridad Palestina se convierta en una entidad hostil.”
Usted ha expresado todo eso, pero ¿realmente ha actuado y asesorado en consecuencia?
¿Ha pensado usted que hace cinco años Israel estaba considerando renunciar a los Altos del Golán, un punto de gran importancia estratégica para lograr un acuerdo de paz con Bashar Assad? ¿Qué consecuencias tendría eso ahora ante la anarquía violenta en el otro lado de la frontera?
¿Realmente ha usted asimilado que Israel abandonó el sur de Líbano en 2000 y Gaza en 2005, entre aplausos y garantías de la comunidad internacional, sólo para ver que los depravados ejércitos terroristas de Hezbolá y Hamas llenan el vacío en ambas zonas? ¿Sinceramente ha comprendido que en 2007 Hamas sacó de Gaza a las fuerzas relativamente moderadas de Mahmoud Abbas en cuestión de horas, y que hay muchas razones para creer que intentará hacer lo mismo en Cisjordania si Israel hace lo que usted desea y se retira de la zona? Y Hamas en Cisjordania paralizaría al país totalmente. Un solo cohete que golpeó a un kilómetro del aeropuerto el verano pasado provocó que dos tercios de las compañías aéreas extranjeras suspendieran sus vuelos a Israel durante un día y medio, incluyendo las principales aerolíneas estadounidenses. Un solo cohete. El control de Hamas sobre Cisjordania cerraría a todo país.
Con toda franqueza, Señor Presidente, no sé cuál de los acuerdos de seguridad formulados por sus “principales asesores militares” puede protegernos de una posible toma de control de Cisjordania por parte de Hamas. Usted insiste que no tiene expectativas de que Israel actúe ingenuamente. Sin embargo, hace apenas una década, cientos fueron asesinados en ataques estratégicos de terroristas que salían de ciudades bajo el control de la Autoridad Palestina. Actualmente, el relativamente moderado Mahmoud Abbas utiliza sus canales de televisión para incitar incesantemente contra Israel, burlándose de nuestra historia de milenios en esta tierra; sus partidarios de Fatah utilizan sus páginas de Facebook para fomentar el terrorismo contra nosotros. No se confunda, Señor Presidente: la AP fomenta cuidadosamente un entorno de profunda hostilidad hacia Israel, no de reconciliación.
Cuando Netanyahu congeló la expansión de los asentamientos, en 2009-2010, Abbas aún se mantuvo lejos de la mesa de negociaciones durante nueve meses. A fin de unirse a los esfuerzos de paz del Secretario de Kerry en 2013, Abbas exigió que Israel libere a decenas de los artífices más peligrosos del terrorismo – y Netanyahu accedió. En la mesa de negociaciones, Abbas insistió que se otorgue el “derecho al retorno” a millones de descendientes de tercera y cuarta generación de palestinos que vivían en lo que hoy es Israel, como parte de cualquier acuerdo sobre Palestina – buscando así una muy distinta solución de dos estados: el establecimiento de un Estado palestino en Cisjordania y Gaza junto a un Israel transformado en Palestina desde el punto de vista demográfico. El relativamente moderado Abbas sigue bloqueado en un despreciable gobierno de “reconciliación” con Hamas, el gobierno terrorista de Gaza, que busca abiertamente nuestra eliminación.
Son estas las tristes realidades que desafortunadamente Señor Presidente, abruman las esperanzas de una paz, de un mejor futuro y la oportunidad que buscamos desesperadamente para garantizar que nuestro país conserve su esencia judía democrática. Creame, Señor Presidente, cualquier familia israelí desea paz y tranquilidad aquí. Y la mayoría de los israelíes apoyarán compromisos territoriales a cambio de una tranquilidad sostenible. Y echaremos a cualquier gobierno que no aproveche la oportunidad de lograr estos objetivos.
Aquí es donde usted, con el mayor respeto, nos ha fallado hasta el momento, Señor Presidente. Hace seis años Israel congeló la construcción en los asentamientos, en 2013 liberó prisioneros. ¿Qué hizo Abbas a cambio?¿Acaso detuvo la incitación contra Israel o cambió de parecer con respecto al “derecho al retorno”? Usted culpa a Netanyahu por su visión sombría, pero ¿acaso castigó a Abbas por entrar en una alianza de gobierno con Hamas que le da el poder de veto sobre sus ministros? ¿Le dijo usted que lamentablemente no pueden aceptar dichas condiciones? No, no lo hizo.
Usted reprende a Netanyahu por descartar un Estado palestino en la víspera de las elecciones. Ahora ignora su aprobación de una solución de dos estados, advierte que Israel pierde credibilidad internacional, y que será más difícil defendernos en el marco internacional. Sin embargo, las preocupaciones de Netanyahu son imperativas. Hamas había previsto reducir a escombros a Israel en el verano pasado, y sólo la extraordinaria actuación de la Cúpula de Hierro lo impidió. Hamas intentará apoderarse de Cisjordania si nos retiramos – y luego construirá túneles subterráneos y lanzará cohetes contra nuestras fronteras.
Abbas no ha motivado a su pueblo a aceptar la soberanía judía en esta parte del mundo. Junto a esa esperanza que divisó hace dos años, existe el odio en muchos rostros de jóvenes palestinos. Piense en la toxina que debe haber digerido el palestino de 16 años de edad que mató a puñaladas a Eden Atías, un soldado israelí de 18 años mientras dormía a su lado en un autobús de Afula, al norte de Israel, en noviembre de 2013. La expansión de los asentamientos desacredita a los moderados, y los grupos terroristas pueden reclutar a gente más fácilmente, pero esa no es la raíz del odio o del conflicto. En el fondo, el conflicto palestino-israelí continúa su curso sangriento porque los líderes palestinos se niegan a reconocer la legitimidad de la nación judía en esta región.
Y usted, Señor Presidente, tan dispuesto a culparnos por los fracasos, incluso citando errores y valores americanos perdidos, no ha logrado influir para lograr una auto-reflexión y moralidad similar en los palestinos y su liderazgo.
Sí, somos poderosos, somos una fuerza militar que debe tomarse en cuenta, una potencia económica, y ellos son los pobres palestinos que sólo desean un Estado. Pero dé un paso atrás y observe que somos una pequeña franja de tierra, junto a un extenso territorio poblado por millones de personas que en su mayoría rechazan nuestra existencia. Señor presidente, si nuestros enemigos renunciaran a sus armas en este momento, habría paz. Si tuviésemos que hacer lo mismo, nuestro país sería destruido. Por lo tanto, Señor Presidente, necesitamos más garantías antes de atrevernos a albergar esperanzas.
Usted aún puede ayudarnos. Realmente puede hacerlo. Empiece por exigir poner fin a la incitación contra Israel en las escuelas y en los medios palestinos, fomentada por los líderes espirituales palestinos. Al mismo tiempo, exija los mismos esfuerzos del lado israelí. Diga a Abbas que su unión con Hamas es inaceptable. Demande que deje de atacar a Israel en todos los foros internacionales, mientras nos denuncia por “genocidio” en la ONU, buscando nuestro aislamiento y devastación económica. Exija a Netanyahu detener la construcción de asentamientos en zonas que serán conservadas en virtud de un acuerdo permanente. Asegúrese de que facilitemos el movimiento de los palestinos en Cisjordania, cuando es seguro hacerlo. Motive al primer ministro por su reciente pequeño cambio en relación a la Iniciativa de Paz Árabe como base para un esfuerzo de lograr una paz regional.
No fortalezca a nuestros enemigos al culparnos tan desproporcionadamente por el fracaso de sus esfuerzos de paz. No indique que podría reducir su apoyo hacia nosotros en la ONU. No refuerce aún más la creciente confianza de los palestinos que la comunidad internacional impondrá un Estado palestino sobre nosotros sin necesidad de negociar condiciones que aseguren nuestro bienestar a largo plazo. Presione a los palestinos hacia un compromiso; no consienta o respalde su obstinación. Contribuya a un Estado palestino verdaderamente en paz con Israel. Denos más razones para que hagamos lo que usted quiere de nosotros, lo que usted cree que es bueno para nosotros. Es decir, fomentar la esperanza a diferencia del miedo.
Actúe para reducir nuestra sensación de peligro, Señor Presidente, y nos encontrará decididos a buscar todas las posibilidades para un mejor futuro.
¿Desea usted que seamos el mejor país que podemos ser? Nosotros queremos lo mismo, Señor Presidente, lo mismo.
Usted ha dicho que su función es “alimentar la esperanza, no sólo el miedo.” Si es así, yo le pido Señor Presidente, que no se conforme con culparnos por ceder a nuestras preocupaciones y miedos. Ayude a reducirlos, a aliviarlos. Otórguenos la evidencia sobre la cual podemos reconstruir nuestra esperanza.
Fuente: Times of Israel
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