AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO
ALAIN RUBIN
El retorno a las verdades negadas
La diplomacia francesa hace alta demagogia. Intriga. Presiona. Quiere conseguir una moratoria de Israel, que lleve a una cuarta expulsión colectiva de los judíos de Jerusalén (después de la del año 135, tras el aplastamiento de la revuelta de Bar Kojba, a la que siguió la revuelta judeo-samaritana bizantina contra Roma a principios del siglo VI, a la que siguió la gran masacre que produjo la captura de Jerusalén por los caballeros Francos de Godofredo de Bouillon en 1099).
Nuestros modernos Godofredo de Bouillon hacen estragos hoy en el Ministerio de Relaciones Exteriores
Se remueven y no paran de dar vueltas; producen informes, todo en consonancia con una verdad a priori: Israel no está ‘en casa’ en la tierra de Judea, una tierra que necesariamente, sin importar el costo, hay que llamar Palestina, incluso cuando se trata de la lectura de un pasaje del Evangelio donde dice que Jesús va de un punto a otro de Judea y se va a Galilea …
La diplomacia francesa quiere tomar medidas extremas, medidas que resulten en lo que, a falta de otros términos – más específicos y relevantes a los objetivos estratégicos y las medidas que resultarían de ellas si se alcanzara el objetivo- llamaría: un pogrom diplomático.
En respuesta a estas convocatorias de asesinato diplomático, desmintiendo todos los discursos oficiales presidenciales, tenía sentido dar la palabra hoy a Khaled Abu Toameh, un periodista árabe israelí.
Khaled Abu Toameh
Este jueves, la sala de reuniones del grupo centrista en el Senado ha sido escenario de un evento.
En efecto, el periodista israelí, árabe, musulmán, Toameh, vino a traer un poco de aire fresco, incluso mucho, bajo nuestros cielos contaminados por el mensaje acordado por una prensa francesa que no sabe hablar de Israel y los judíos que han restaurado su estado nacional sin encontrar un ángulo de ataque para denigrarlos.
A la pregunta: ¿está usted – hijo de un árabe del nuevo Israel de 1948 convertido en ciudadano de este país y de una parte árabe del país que en 1948 debería haber visto también proclamar simétricamente un estado nacional para las poblaciones árabes o arabizadas que se encuentran en él – está usted a favor de los judíos o es pro-palestino?, Khaled Abu responde: No entro ni en una etiqueta ni en otra, “Estoy a favor de los hechos, a favor de la verdad”.
En resumen, sin traicionar
En sus conclusiones, Khaled Abu indica, concentrado y convincente, por qué no compartía las opiniones de Caroline Glick. Esta última defendió la perspectiva de un solo estado, un estado común con dos nacionalidades, judía y árabe.
Esta es una pregunta a la que yo soy particularmente sensible, después de casi cuatro décadas de mi vida consciente en el marco de la política de lo que yo creía entonces que era el marxismo, no estaba a favor de la restauración nacional judía.
Yo ignoraba a Trotsky, del cual creía ser un alumno fiel
Trotsky, en 1938 en respuesta a los argumentos de Glotzer – un líder simpatizante de Poaléi Tzion con los cargos de organizador del Ejército Rojo, presidente del Soviet de 1905 y 1917 en Petrogrado y fundador de la Cuarta internacional – no condenó el enfoque “sionista” de los judíos que deseaban restaurar el viejo Estado-nación del pueblo judío allí donde había existido; Trotsky criticó en ese momento lo que él consideraba una lucha política que no estaba a la altura de las cuestiones humanas del momento.
Para Trotsky, la guerra mundial se acercaba rápidamente, y según él, las primeras víctimas serían los judíos directamente amenazados con el exterminio.
El objetivo sionista propuesto por Glotzer y Poaléi Tzion, para ofrecer un retorno a la tierra ancestral a poco más del 5% de los judíos directamente amenazados, no parecía ser la respuesta adecuada.
Preguntó a su interlocutor: ¿Me está diciendo que será capaz de llevar seiscientos mil judíos, y los otros? ¿Cómo van a sobrevivir a la destrucción física programada, sabiendo, además, que incluso en la América libre, no se puede excluir la aparición de pogroms aun más graves?
Vino la guerra
Ella, por desgracia, confirmó el diagnóstico de Lev Davidovich, quien combinaba la voluntad de hacer lo que fuera: para que el movimiento obrero salga de las terribles encrucijadas del estalinismo que se imponía y revertir la situación, impulsando la lucha de clases en la dirección de victorias decisivas del proletariado en Europa; victorias laboristas – pensaba él- que no permitirían a la máquina de guerra, puesta en los rieles de la confrontación, llegar a los fines que indicaba, a saber: un terrible derramamiento de sangre entre 1914-1918, un derrame de sangre humana del que el pueblo judío, como tal, sería la primera víctima.
El pueblo judío, amputado casi a la mitad de lo que era en 1940, obtuvo en noviembre de 1947 su Hogar Nacional proclamado por la Sociedad de Naciones y el Tratado de San Remo (1920-1922) convertido en un estado nacional judío libre e independiente, en una tercera parte del espacio del país que tenía que compartir – en igualdad de derechos políticos, culturales y religiosos con las poblaciones árabe o arabizadas por igual, con los circasianos, armenios y los otomanos que habían quedado al final del Califato, con los descendientes de los soldados y / o esclavos africanos.
¿Solución de dos o un solo estado?
Para ser dos naciones dentro de un mismo estado político, se necesitan dos para quererlo, o al menos estar dispuesto a aceptar vivir unos con otros.
Khaled Abu Toameh:
¿Usted me pregunta si hay un verdadero socio para la paz en Israel? Quiero responderle: este socio es el pueblo israelí judío. Se ha vuelto más pragmático.
Antes, en su reflexión estaba: “¿Los palestinos tienen que tener un estado?”.
La actitud judía actual es: ¿cuánto ceder a las demandas palestinas de la Autoridad, 100%, 80%, 60%? Este es el único debate del lado judío. Ningún candidato a las elecciones propone volver a ocupar Gaza o Ramala.
Tenemos un socio para la paz, el pueblo israelí. La actitud que prevalece en él es: sí, queremos ceder, pero no confiamos en la OLP y Hamas. Si yo fuera judío, tampoco me fiaría.
Me habéis hecho una pregunta sobre la posición de Caroline Glick. No estoy de acuerdo con su conclusión.
Hay una mayoría judía para la solución de dos estados; Judíos y árabes quieren separarse políticamente. Pero si vosotros creéis que eso será paz y armonía, yo no lo creo. Pero esta es la solución, es decir, la separación de la población de una manera u otra.
Para la solución de un solo Estado es demasiado tarde.
En las condiciones actuales, un solo estado haría desaparecer la mayoría judía, pero no sólo eso, con la mayoría judía desaparecería la democracia.
Caroline Glick quiere llevarnos a la situación previa a Oslo, donde no hay más que un país para todos, pero eso no ocurrirá, el “proceso” (de paz) ha producido resultados que están ahí. Por tanto, esta solución es una amenaza contra la existencia de Israel y de la democracia”.
Hoy en día, ¿dónde estamos?
Para responder, volveré a Khaled.
Al principio, cuando era estudiante, Khaled Abu Toameh trabajaba como periodista en los medios de comunicación de la OLP. Pero ¿eso era ser periodista?
Según Khaled, era como ser “periodista” en la redacción de Pravda del Partido Comunista de la Unión Soviética.
No era periodismo, era propaganda “de agitación”
En el Pravda, se decía que se estaba luchando contra el enemigo de clase, con los medios de comunicados de prensa, con el trato especial a sabiendas de que la realidad estaba distorsionada, para desacreditar y exponer al “enemigo de clase” o inventar hechos, para el mismo propósito.
Escuchemos a Khaled. Espero que mis notas sean fieles y reproduzcan sus palabras. Él me perdonará si hubiese podido deformar tales propósitos, en cuyo caso, estaría feliz de corregir.
Escúchenlo, vale la pena:
“(…) No hay medios de comunicación libres en Palestina, sea en Gaza o Cisjordania. No hay libertad de prensa, y este no es el único problema esencial (sin resolver). Llegamos aquí a causa del proceso de paz, y sus acuerdos de Oslo. Cuando no teníamos paz, las cosas estaban mejor, porque el proceso está basado en una concepción errónea de las causas y, por tanto, tiene efectos negativos en ambos lados.
Entre los errores de concepción, las equivocaciones, la ingenuidad, la creencia de tener en Arafat, un socio leal.
Con el regreso organizado de Arafat y la Autoridad Palestina que él constituyó, comenzó el espectáculo, un espectáculo de un solo hombre, financiado por la Unión Europea y los EE.UU.. Le han concedido miles de millones de dólares, sin rendir cuentas. Usted no tendrá que rendir cuentas, usted es un hombre de paz, no han cesado de repetirlo. Incluso le dieron el Premio Nobel por ello.
Como ex empleado de Arafat, no me sorprenden los resultados.
Cuando dije que era un estafador y un ladrón, y le escribía y proponía a un medio de comunicación, me repetían: a usted le paga el lobby judío. Su información no nos interesa. Lo que nos interesa son “las cosas negativas de Israel”.
Esta complacencia persistente ha privado al pueblo palestino de un verdadero apoyo sincero, para recibir los frutos de la paz. En lugar de construir un hospital, Arafat construyó un casino. El dinero ganado iba a su esposa. Ella recibía 100 mil dólares al mes para ir de compras.
La corrupción ha echado a los palestinos a los brazos de Hamás; ha habido una creciente pérdida de confianza en la OLP y el proceso de paz. Luego lo vimos. En Gaza Hamas expulsó a la OLP.
Estoy a favor de dos estados. Observen, los tenemos del lado palestino. Los palestinos han tenido Gaza y Cisjordania.
Gaza es un estado islamista radical, apoyado por Irán, los sirios, Sudán, el salafismo, la Hermandad Musulmana y Al Qaeda …
Yo soy musulmán, pero como musulmán, no quiero ir allí. Vivo en Israel, mucho mejor, gracias.
(…) Gaza, me temo, es irrecuperable. Y si hiciéramos caer a Hamas, los echaríamos de menos, sería peor.
(…) La situación es también una guerra entre los dos estados palestinos. Afortunadamente para la población, Israel está en el medio.
Para resumir mi punto: el proceso de paz está sentado sobre bases erróneas en falsas concepciones, negando o ignorando los hechos arraigados en la realidad de la conciencia.
Primera falsa creencia: Abbas tiene los medios para lograr lo que promete.
De hecho, si hay un acuerdo de paz, ¿cómo los pondrá en práctica Abbas? Ni siquiera puede ir a su casa en Gaza. Nunca visitó un campo de refugiados. En caso de que su proceso de paz produjera un acuerdo, ¿dónde va a trabajar, en el centro de Ramallah?
Segunda falsa creencia: Abbas habla por todos los palestinos. El presidente de la Autoridad Palestina acaba de celebrar sus diez años en el poder de su presidencia de cuatro años. Por lo tanto, no tiene mandato ni legitimidad.
Tercera falsa creencia: Si Abbas firma un acuerdo de paz, el mundo árabe cantará el himno israelí. Muy por el contrario, el mundo árabe se está moviendo hacia una radicalización cada vez mayor. La Liga Árabe lo dijo, hace tres días, que no debemos hacer ninguna concesión sobre el derecho al retorno, Jerusalén, y el carácter judío del Estado de Israel. La Liga Árabe ha atado las manos de Mahmoud Abbas. Él dirá a Obama: “Yo quiero la paz, pero el mundo árabe no la quiere“.
Arafat ya había dicho eso. Fue en Camp David, donde la paz fracasó. Arafat debió decir: los judíos no me han dado el 100% de lo que pedí, y el mundo árabe e islámico, no me permitiría la más mínima concesión.
Me preocupa.
Si Israel y Obama imponen algunas concesiones territoriales, por ínfimas que sean, eso será fuente de confrontación. Y todo lo que reciba Abbas, terminará en manos de Al-Qaeda y los yihadistas que dicen: no aceptaremos ningún acuerdo que firme Abbas.
Abbas no es el problema.
El problema es que ningún líder árabe tiene el mandato de hacer concesiones. Hay una radicalización del mundo árabe, hasta el punto de que es imposible hablar de paz con los judíos. Si hablo de paz en una reunión pública, seré feliz si se limitan a dispararme en las piernas.
Abbas tiene miedo. Si usted explica todos los días, en todas partes, que cualquier concesión es una traición, es totalmente imposible regresar a las negociaciones de paz y decir: me dieron el 98,99% … En la prensa, en las mezquitas, en todas partes, es una radicalización suprema del discurso lo que reina.
(…) En todas partes, en todos los tonos, hay un mensaje ultra negativo contra Israel: Israel ha hecho desaparecer el avión de Malasia, Israel emplea ratas y tiburones para atacar a sus vecinos … Es imposible encontrar a alguien en el lado palestino que quiere hacer la paz.
La paradoja política es que el discurso de guerra está co-financiado por EE.UU. y la Unión Europea; y cuando uno es palestino, y oye eso de la noche a la mañana, usted quiere tomar un cuchillo y apuñalar al primer israelí que se encuentra.
Para hacer la paz con Israel, prepare a su gente para ello y no demonice al judío constantemente. En este sentido, Europa y América podrían jugar un papel. Se podría decir que no hay ninguna razón por la que, con impuestos de los estadounidenses y los europeos, se financie discursos de muerte y guerra a ultranza.
Última mala concepción del proceso de paz: es la idea de que si desaparecieran de diez a quince asentamientos y los puestos de control, además de un poco más de tierra, sería suficiente, y habría paz.
Me encantaría que no hubiera más puestos de control y asentamientos, y el muro. Si creyera que esta fuera la causa de la obstrucción, diría: hagan algo de esta naturaleza, como concesión judía.
Pero este conflicto es la extinción de Israel, es su eliminación de esta parte del mundo lo que se busca. No aceptan que Israel exista.
Para la otra parte, es todo Israel lo que se debe erradicar por completo. Y las concesiones de Israel se interpretan como signos de debilidad, no como expresión palpable de la voluntad de vivir en paz.
En Gaza, vi arrancar de sus casas a ocho mil judíos israelíes, por la policía israelí. Pero a ningún palestino le pareció positivo. La gente decía: hemos matado a 1.000 judíos en cuatro años, huyen de Gaza. Tenemos que seguir matando, vamos a Ashkelon y Sderot … La retirada israelí de Gaza fue vista como una gran victoria de Hamas, no como una concesión israelí, decidida por Israel como esfuerzo para lograr la paz.
Una vez más quiero repetir, la única manera es preparar a la gente para la paz, con un verdadero líder palestino que diga en árabe esta vez: no tendremos el 100% de lo que pedimos, sino el 95.96% y la paz. Es necesario un compromiso.
Actualmente, aunque Israel concediera el 100% de lo que fue capturado en 1967, esto no se apaciguaría.
En respuesta a preguntas de la audiencia, Khaled Abu Toameh vuelve a lo que algunos llaman el apartheid israelí.
Recordó que si viviera en el marco de instituciones al estilo “Sudáfrica”, no habría hecho los estudios que pudo hacer, y los árabes de Israel no habrían podido elegir como miembros de la Knesset a once diputados árabes israelíes.
*Khaled Abu Toameh:
“Soy ciudadano israelí, repito aquí lo que les digo a los estudiantes de diferentes países del campus que me preguntan o argumentan: no hay apartheid en Israel. Hay un problema con las minorías, sí, pero no apartheid.
Como árabe y musulmán, si hubiera apartheid, no habría tenido derecho a tener una casa comprada en un barrio judío, mis hijas no harían sus estudios en una escuela judía.
Por contra, hay apartheid en Kuwait. Mis tíos viven allí desde hace 45 años, son musulmanes, pero no pueden comprar su casa. No están contentos conmigo … porque no puedo darles un pasaporte israelí. (…) Tomemos al Líbano, por ejemplo. Hay apartheid contra los palestinos. Una ley prohíbe a los palestinos dedicarse a 52 profesiones”.
Hay que prestar más atención a las palabras que se utilizan.
No todos los periodistas occidentales dicen que hay apartheid en Israel, pero también es cierto que llegan al país cargados con una ideología y prejuicios blandiendo lupas que deforman o amplifican la realidad. Algunos estarán encantados de recibir información positiva y otros, no queriendo saber lo que es positivo, les va bastante bien.
La democracia tiene un precio, a veces más alto
“Abrís vuestras puertas a periodistas que constantemente atacan a Israel, como si hubiera un trasfondo comercial en hablar mal de este país. Estos mismos periodistas saben que no es probable que veamos llegar a casa por la noche a un equipo con capucha que nos llevará dios sabe dónde, tienen miedo de ir al Líbano y a otros lugares de la región. Prefieren tener una oficina y un apartamento en Tel Aviv y Jerusalén.
Y no está mal, hablar mal, escribir cosas negativas de Israel, eso le abre puertas … Cuando propongo un artículo sobre la tortura y los asesinatos en Gaza, me dicen: “¿Dónde está el enfoque contra Israel?” Pero si digo: “en un puesto de control, un soldado israelí insultó a un palestino”, inmediatamente viene un equipo en helicóptero. (…) El lenguaje de odio y lo que lo mantiene han arrojado a los palestinos a los brazos de Hamás. Este lenguaje, oí a alguien decir aquí, es la llamada a la yihad contra Israel que se oyó en una mezquita en Sudáfrica.
(…) La situación es preocupante.
Habéis oído, en el juicio a Morsi, a sus coacusados llamando a la Jihad y amenazando con organizar ataques en el Sinaí. La evolución de la situación egipcia es un parámetro.
Hemos hablado de la “primavera árabe”. El término fue creado por periodistas occidentales. No he visto nada primaveral, ni árabe, en esos eventos. Vi un tsunami islamista, llevando a la anarquía y la destrucción del sistema legal. Desde entonces, acabamos añorando a los ex dictadores. (…) “
¿Hay prensa libre en los países árabes?
Pregunta: ¿es libre un periódico o una televisión que pertenece al gobierno saudí o un príncipe qatarí?
¿Cuál es la diferencia entre los medios de comunicación árabes e israelíes?
“En Israel, cualquier periodista puede enviar a un ministro a la cárcel. Moshe Katsav está en la cárcel por un artículo. Mientras que la secretaria de cualquier funcionario del gobierno árabe puede enviar a la cárcel a cualquier periodista.
Está claro que eso contiene exageraciones.
Cualquier periodista israelí cree que controla el país.
En Cisjordania, para escribir en la prensa hay que ser de la OLP, en Gaza … no hay ningún soporte. (…).
Reflexione sobre esto: Si conoce a un solo árabe israelí que quiera devolver la nacionalidad para convertirse en ciudadano palestino, envíemelo. Tenemos 11 diputados árabes, hablando libremente en nombre de 1,5 millones de árabes israelíes.
Para responder a la pregunta que acaba de preguntarme un periodista, sí, espero. Tengo grandes esperanzas de que suba una generación política. Pero aun no la veo emerger. El liderazgo actual utiliza todos los medios para evitar que emerja. ¿Se resolverá esta contradicción? Lo espero, igual que vosotros. (…)”.
Reproducción autorizada con lo siguiente: © Alain Rubin para Dreuz.info.
Traducción: Silvia Schnessel para Enlace Judío México
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