PILAR RAHOLA
Endiablada situación, cuyas aristas forman parte de la solución tanto como del problema. Por un lado, Turquía es un país miembro de la OTAN, puerta de entrada de Oriente y, al mismo tiempo, freno necesario al avance del Estado Islámico. Por la otra, la gobierna un partido islamista que, aunque goza de la etiqueta de “moderado”, no tiene nada de ídem, no en vano, como todo el islamismo político, tiene como finalidad la aplicación de la charia y el expansionismo islamista.
Erdogan es, sin duda, un lobo islamista con piel de cordero, cuya estrategia pasa por el control absoluto del país y por el dominio de todo el territorio. Por suerte, los malos resultados del domingo frenarán, de momento, la pretensión de transformar Turquía en un régimen presidencialista.
Y luego está el tema kurdo, la gran sorpresa de las elecciones, porque significa, por primera vez, la presencia parlamentaria de un pueblo que ha sido brutalmente violentado, reprimido y perseguido. Es emocionante ver la alegría de los kurdos, que el viernes lloraban a las víctimas del doble atentado de Diyarbakir, contra un mitin del partido kurdo de la Democracia de los Pueblos, y el domingo celebraban su aplastante victoria. Los kurdos dijeron que frenarían al “asesino Erdogan” y ciertamente lo han conseguido. A todo ello cabe añadir el doble país, el que vota islamismo en unas zonas y opciones democráticas en las otras, con Ankara y Estambul como emblema de la Turquía bifurcada. La suma de todo ofrece un rompecabezas de importancia geoestratégica indiscutible, cuya derivada es un jeroglífico.
Un jeroglífico que, sin embargo, después del domingo ofrece un poco de calma. Lo cierto es que las elecciones han dado unos resultados que son especialmente positivos para quienes defienden los valores de la libertad: han frenado las ansias autoritarias de Erdogan, han imposibilitado que la Constitución quede hecha trizas en manos de los islamistas, han dado voz al gran pueblo kurdo, han reforzado las opciones progresistas y han enviado al mundo una idea que es fundamental: que el islamismo político no avanza como pretendía y que Turquía aún no ha caído. Por supuesto, todo este lío aleja a Turquía de la Unión Europea –si es que alguna vez ha estado cerca…–, pero también la aleja de ser el faro moderno de la ideología reaccionaria que está contaminando las tierras de la media luna. Como denuncia el pensador argelino Boualem Sansal, “el islamismo está secuestrando al islam”, aunque también es cierto que la reacción en contra de esta ideología totalitaria es cada vez más potente: no se permitió en Egipto, no lo han conseguido en Túnez y a pesar de la fuerza de Erdogan ha sido frenado en Turquía, lo cual nos recuerda algo fundamental: que la reacción contra el islamismo por parte de los musulmanes ha empezado seriamente, y que serán ellos la clave para acabar con esta ideología feudal.
Un jeroglífico que, sin embargo, después del domingo ofrece un poco de calma. Lo cierto es que las elecciones han dado unos resultados que son especialmente positivos para quienes defienden los valores de la libertad: han frenado las ansias autoritarias de Erdogan, han imposibilitado que la Constitución quede hecha trizas en manos de los islamistas, han dado voz al gran pueblo kurdo, han reforzado las opciones progresistas y han enviado al mundo una idea que es fundamental: que el islamismo político no avanza como pretendía y que Turquía aún no ha caído. Por supuesto, todo este lío aleja a Turquía de la Unión Europea –si es que alguna vez ha estado cerca…–, pero también la aleja de ser el faro moderno de la ideología reaccionaria que está contaminando las tierras de la media luna. Como denuncia el pensador argelino Boualem Sansal, “el islamismo está secuestrando al islam”, aunque también es cierto que la reacción en contra de esta ideología totalitaria es cada vez más potente: no se permitió en Egipto, no lo han conseguido en Túnez y a pesar de la fuerza de Erdogan ha sido frenado en Turquía, lo cual nos recuerda algo fundamental: que la reacción contra el islamismo por parte de los musulmanes ha empezado seriamente, y que serán ellos la clave para acabar con esta ideología feudal.
Fuente:lavanguardia.com
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