GABRIEL ALBIAC
Al fundador del Frente Nacional, lo expulsó su hija por hacer chistecitos antisemitas como el del señor Zapata.
Conozco a estas gentes de ahora. Fui linchado por ellas hace tiempo, cuando aún no se llamaban como ahora. Por el ominoso delito de defender la existencia del único Estado convencionalmente democrático del Cercano Oriente. Era el tiempo en que Israel arriesgaba la vida de sus soldados en tierra, porque borrar desde el aire a los francotiradores de Yenin hubiera provocado muertes indiscriminadas en la población civil, tras la cual esos francotiradores se parapetaban. Hubo muertos. Entre ambas tropas: todavía no se ha inventado una guerra sin muertos. Mas se evitó la matanza civil. Como todos los informes internacionales habían de confirmar meses más tarde. Una estupenda pintada: «Albiac, siempre fascista». Para alguien que nació y vivió en lucha sin opción contra el franquismo, no hay gloria más alta que esa pintada. Una gran despedida. Que agradezco a esas gentes.
Conocer libera felizmente del estupor. Muchos se han asombrado de la asesina gracieta de un tal Zapata, hoy Consejero de Cultura en el Madrid de Carmena: «¿Cómo meterías a cinco millones de judíos en un 600? En el cenicero». Nada más normal. En la Centroeuropa de entreguerras, esos chistes fueron multitud. Luego, se pasó al acto. Pasa siempre. Porque se puede, vaya si se puede, reducir cinco millones de judíos a ceniza.
Se puede. Porque la voluntad del pueblo así lo exige. Y, cuando Leni Riefenstahl rueda la gran epopeya del liderazgo populista hitleriano, llama su documental Der Triumph des Willens, «El triunfo de la voluntad»: podemos, porque queremos. Y sabe lo que dice, porque Riefenstahl era nazi pero nada tonta: la cálida imposición voluntarista es lo que confronta a los fascismos europeos con la fría analítica de las determinaciones materiales que proclamara el leninismo. El populismo es la única matriz ideológica de la variedad fascista de los totalitarismos.
Esas gentes. Un amigo, lo bastante joven como para escandalizarse, me manda unos segundos de vídeo captados por su móvil durante la toma de posesión de Carmena. Los titula «La Horda». Una masa que aúlla «¡Sí, se puede!», con el compás de paso de la oca que ellos probablemente ni perciben. Puro Riefenstahl. Yo he leído eso en algún sitio. Busco. Elias Canetti. Masa y poder: léanlo. Las masas disciplinadas, sobre las que se erige todo totalitarismo. «Populismo de izquierda» no fue un hallazgo peronista, como creen estos chicos. Fue la apuesta de Rohm y Strasser, hasta la noche en que el camarada Hitler se cobró sus cabezas.
Renace ahora. En toda Europa. Pero incluso en Francia en donde su ascenso es tan fuerte como en Grecia y España la memoria de los años cuarenta frena ciertos excesos. Al fundador del Frente Nacional, lo expulsó su hija por hacer chistecitos antisemitas como el del señor Zapata. Aquí, eso garantiza una carrera esplendorosa. Con respaldo ceniciento de Carmena.
Fuente:abc.es
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