CASIMIRO GARCÍA-ABADILLO
Toda persona tiene derecho a la rehabilitación. Hasta con los presos de ETA consideramos la posibilidad de la reinserción. Pero los hechos tienen consecuencias y éstas no se borran sólo con una disculpa.
Guillermo Zapata, el breve, (no sé si ha llegado a ocupar su despacho como concejal de Cultura) hizo unos tuits ofensivos contra judíos, víctimas de ETA, etc. Ante el revuelo, él los ha justificado como una “manifestación de humor negro”. A continuación, ha argumentado: “No soy antisemita, no defiendo la violencia de ETA… Pido disculpas”.
Decía Nietzsche que “la potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar”. No conozco a nadie que se ría de ese tipo de chistes de mal gusto, que denotan, además, rechazo y odio hacia determinados grupos. Lo que veo en ese tipo de bromas es precisamente impotencia intelectual. Todos cometemos errores, pero la gravedad de lo que ha sucedido con este concejal está en la artimaña para darle sentido. Veo algunos comentarios en webs y redes sociales y me asombra la flexibilidad de la vara de mediar que algunos sectores de la izquierda utilizan para la “autocrítica”.
Se recurre al lobby judío para explicar por qué un periódico como el New York Times se ha fijado en un asunto tan “nimio” como este. “Lo deEsperanza Aguirre y los guardias urbanos fue mucho peor”, esgrimen.
Pero no, no es una broma. Esos chistes sólo los cuenta quien ve en ellos algo que le hace gracia. Y en algunos sectores de la izquierda española, por propalestina y por antiimperialista, siempre han caído bien las chirigotas sobre judíos o sobre lo atinado que estuvo Bin Laden.
En la web que Ahora Madrid utilizó para recoger propuestas de sus bases a su programa de gobierno en el Ayuntamiento hay una, la 52, que pide: “Declarar la ciudad de Madrid un Espacio libre de apartheid israelí, como forma de solidaridad con el pueblo palestino”. Evidentemente, esa idea no se incluyó en el programa, pero hubo quien la defendió y ahora seguramente se está partiendo de risa con el chiste de los judíos y el 600.
Me parece, ya lo escribí en estas páginas, que las propuestas de Manuela Carmena para Madrid, de llevarse a cabo, van a suponer un aumento del gasto y, a la larga, un incremento de los impuestos. Pero ésa es una opción política tan legítima como la contraria.
Lo que no nos podemos permitir es volver a las andadas. Es decir, generar un clima de enfrentamiento propiciado por un sectarismo como el que ponen de manifiesto los tuits de Zapata.
Carmena decidió ayer quitarle la responsabilidad de Cultura a Zapata, pero le mantuvo como concejal. No es una buena señal, porque implica una rectificación a medias. La alcaldesa tiene que dejar claro que no va a permitir que el Consistorio se convierta en una herramienta del revanchismo. Ella vivió en carne propia y con sumo dolor los años más duros de la Transición y sabe que el éxito de los últimos 40 años ha sido precisamente la reconciliación de los españoles.
Ionesco dijo que “donde no hay humor, no hay humanidad, existe el campo de concentración”. No disfracemos de humor lo que no es más que odio.
Fuente:elmundo.es
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