Soy el bisabuelo de una niña sin patria

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – A pesar de la sentencia de la Suprema Corte, mi bisnieta nació en el Estado de Israel.

Por Rabí Benjamin Blech

Fue la mejor de las épocas- y la peor de ellas.

La semana pasada fue uno de esos momentos increíbles cuando la alegría sin límites se vio obligada a lidiar con un dolor sin igual. La felicidad fue un regalo personal del Soberano del Universo- un regalo que verdaderamente no puede describirse. El dolor provino de la Suprema Corte de Estados Unidos- una decisión que realmente no se puede entender.

La buena noticia primero: mi nieta dio a luz a una niña hermosa. Eso me permite añadirle a la palabra “abuelo” el prefijo “bis” y para todos aquéllos que aún no han sido bendecidos de tal manera, déjenme darles un sentido de su significado.

Sí, los nietos son maravillosos. Son nuestros hijos sin los problemas, los que nos enorgullecen sin la constante necesidad de cuidado y disciplina. Los nietos, como bien dijo un humorista, son el regalo de D-os por no haber matado a nuestros hijos. Pero los bisnietos… esos entran en una categoría completamente distinta. Llegan cuando somos lo suficientemente sabios para entender su valor, apreciar su potencial, reconocer cómo pueden validar nuestro sentido de la vida. Nos hacen entender el profundo sentimiento de amor que previamente pensamos que conocíamos en nuestro corazón. Como ya se ha dicho, justo cuando uno piensa que sabe todo lo que es el amor, llegan los bisnietos…

Mi nieta nació en Jerusalén. En este momento me encuentro en Israel. Y, de manera conjunta con su nacimiento, ¡llegaron las noticias de Estados Unidos de que soy el bisabuelo de una niña nacida sin un país!

Cediendo ante la presión política, la Suprema Corte de los Estados Unidos ha emitido una resolución respecto a lo que parece ser la peor perversión de la historia: Jerusalén no es Israel. La santidad de la tierra santa, el corazón de su santidad y la fuente de su conexión con nuestro pueblo a través de los milenios, ha sido cruelmente denegada- como si las resoluciones de Washington pudieran revertir la realidad histórica y, los juicios políticamente motivados deshacer el parentesco de la ciudad de David y la selección de D-os como la capital de la tierra santa.

Es una notable ironía que la misma elección de Jerusalén como sitio del Templo estuviera determinada a estar en el área asignada a la tribu de Benjamín. ¿Qué hizo esta tribu por encima de todas las demás para ser digna de este singular honor? ¿Por qué fue la capital de Israel en la tierra designada para el más joven y pequeño de los hijos de Jacob?

La tradición judía enseña que se hizo para enfatizar una enseñanza mayor. Hubo un momento en la vida de Jacob que inquietó a nuestros sabios. Al conocer a su hermano Esaú, Jacob- por temor y un respeto injustificado por su malvado hermano- se inclinó ante él. También lo hicieron los hijos de Jacob. El santo templo no podía construirse en el territorio de judíos obsequiosos reverenciosos. Solo Benjamín no participó en este acto de servilismo; solo Benjamín no se inclinó ante Esaú- porque aún no había nacido. Así que por eso Jerusalén tenía que estar en la tierra de Benjamín. Por ello sabemos y por siempre recordaremos que la santidad no debe acobardarse ante el profano, que la santidad no debe comprometerse con la debilidad, a fin de que el lugar en el que el Templo definiera nuestra estrecha relación con D-os siempre nos daría el coraje y la fuerza para oponernos a quienes buscan destruir nuestra fe y a nuestro pueblo.

Y es por eso que encuentro tan notable que, cuando lamento el hecho de que mi bisnieta, de acuerdo con la última sentencia de la Suprema Corte, iba a ser una “mujer sin país”, un amigo tratara de consolarme diciendo que tendría que “inclinarme ante la decisión de la corte” porque eso es exactamente lo que ni yo ni ningún otro judío debería de hacer, frente de este gigantesco insulto a nuestra capital espiritual.

¿Inclinarme ante la sabiduría de la Suprema Corte- tres de cuyos jueces judíos fallaron en contra del antiguo vínculo entre los judíos y Jerusalén? Por nada del mundo debería yo, ni cualquier otro judío, olvidar que Jerusalén es la ciudad de Benjamín. Por Jerusalén, nunca nos inclinaremos ante quienes se oponen a nosotros, ni callaremos ante quienes buscan nuestra destrucción.

Citando al salmista, siempre declararemos, “Si te olvido, oh, Jerusalén, que se olvide mi diestra”.

Así que permítanme compartir con ustedes, de acuerdo con la decisión de la corte más grande, no de los Estados Unidos sino del mundo, que mi bisnieta nació en Jerusalén, en el Estado de Israel.


El Rabino Benjamin Blech es un contribuyente frecuente de Aish. Es profesor de Talmud en la Universidad Yeshiva y un educador reconocido internacionalmente, líder religioso y conferencista. Es autor de 14 aclamados libros y su nuevo título The World From A Spiritual Perspective es una colección de más de 100 de sus mejores artículos publicados en Aish.

Fuente: aish.com / Traducción y adaptación: Miriam Baley.

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