Hace un par de décadas, cuando el ex presidente de Israel, Shimon Peres, soñaba, solía emplear tres palabras mágicas: “Nuevo Medio Oriente”. Hoy, ante la caótica situación en la zona, sus rivales políticos siguen usando estas palabras para atacarle.
Según la vieja “Hoja de Ruta” del nonagenario laborista, la paz entre israelíes y palestinos conduciría a un acuerdo entre Israel y los países árabes (y musulmanes en todo el mundo) alimentando el progreso económico y la estabilidad en toda la región.
Desde que Peres compartió su sueño con el resto de la humanidad, ha llovido mucho. Y no en la dirección que deseaba.
Más allá de que hoy en día Medio Oriente es un escenario más inseguro, caótico y violento con la aparición de criaturas monstruosas como el autoproclamado “Estado Islámico”, el proceso de paz entre israelíes y palestinos está profundamente estancado.
Precisamente por ese motivo, tiene más relevancia que nunca el informe detallado del Instituto de Investigación Rand Corp sobre los frutos económicos del ansiado acuerdo así como las pésimas consecuencias de un nuevo enfrentamiento. El status quo actual tampoco es positivo en términos económicos.
En caso de lograrse una paz basada en la solución de dos Estados -utópica a medio plazo- la economía israelí obtendría unos beneficios de 123,000 millones de dólares en los próximos diez años. Los palestinos, por su parte, ganarían 50,000 millones aumentando en un 36% su renta per cápita media.
Hay una posibilidad radicalmente opuesta y no menos probable que la paz: El estallido de una nueva Intifada que desemboque en una ola de violentos enfrentamientos en Israel, Cisjordania y la Franja de Gaza. En este caso, los israelíes perderían 250,000 millones de dólares mientras los palestinos verían su Producto Interior Bruto por persona reducido en un 46%.
No hay que ser un genio para darse cuenta que la paz es un potente imán para las inversiones extranjeras. En este sector, la influencia positiva para Israel se cifraría en casi 10,000 millones de dólares (un aumento del 15%) mientras el turismo registraría un incremento del 20%.
Tampoco hay que ser un genio para darse cuenta de que si el turismo florece en Jerusalem o Nazaret acabará trayendo frutos en la ciudad palestina de Belén. No hace falta recordar la época de la Intifada Al-Aqsa (2000-2006) en la que los comerciantes israelíes y palestinos en Jerusalem apenas recibían turistas y peregrinos.
Si hay algo que puede unir a los dos pueblos es el bolsillo. Más allá de la lucha ideológica, territorial, política e incluso religiosa, la mayoría de israelíes y palestinos quieren llegar a fin de mes.
Las grandes diferencias económicas son importantes para analizar el conflicto ya que, según algunos expertos, alejan una solución. “El salario mínimo en Israel es 4,300 shékels (1,000 euros). En Cisjordania el sueldo medio no supera los 2,000 shékels (465 euros). En otras palabras, el 80% de los palestinos trabajan con un sueldo inferior al mínimo en Israel”, indica el profesor Zvi Eckstein.
Por otro lado, la campaña internacional de boicot a Israel, promovida por varios grupos propalestinos, podría provocar en el caso más extremo unas pérdidas de 50,000 millones de dólares hasta el año 2024. Al mismo tiempo, el conflicto pasa enorme factura a la economía en Cisjordania y sobre todo en la paupérrima Franja de Gaza. Controlada por el grupo islamista Hamás y situada entre Israel y Egipto, esta zona registra una tasa de desempleo del 43%.
Charles Ries, uno de los autores del informe de Rand, habla sobre el escenario de la paz.“Si comparamos nuestra previsión con la tendencia actual, el israelí medio aumentaría sus ingresos en unos 2,200 dólares en una década frente a una ganancia de 1,000 dólares para los palestinos. Sólo supone el 5% para cada israelí, frente al 36% del palestino medio, lo que implica que los israelíes tienen muchos menos incentivos económicos para avanzar hacia la paz”.
El trabajo, que ha contado con la ayuda de 200 funcionarios y expertos israelíes, palestinos, estadounidenses y europeos, debería estar en la mesita de noche del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu y del presidente palestino, Abu Mazen.
Para consultar todos los detalles del informe:
https://www.rand.org/content/dam/rand/pubs/research_reports/RR700/RR740z1/RAND_RR740z1.pdf
Fuente: elmundo.es
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