Peligrosamente armado con la palabra…

ALFONSO M. BECKER

 

Toda la astucia y habilidad de los políticos consiste en cubrirle el rostro a la mentira para que parezca verdad, disimulando el engaño y disfrazando los designios.

Diego de Saavedra

 

Si a Platón le hubiesen puesto delante al payaso de la política, Nicolás Maduro, el filósofo griego lo hubiera estrangulado sin compasión o quizás lo hubiera sumergido en una bañera llena de cicuta para que se fuera, de una puñetera vez, al cielo bolivariano con todos los compinches de su ralea. En cuestiones de república no había lugar para los charlatanes.

Todo iniciado en Filosofía sabe que Platón, por su autoridad, excluyó de la politeia a los poetas y a todo individuo que se le pareciera como narradores profesionales, mitólogos ambulantes o contadores de historias heroicas o metafísicas; porque procuraba con ello que su república no fuera viciada por la presencia de artistas de circo propensos a hacer reír con estrafalarios dichos o hechos. Pensaba así porque un payaso ambulante enmascarado no debería ser nunca un político; porque un servidor de la república, aunque sea bolivariana,  no debería ir de gracioso con ropaje de burla, ademanes y gestos inapropiados… Y mucho menos cometiendo crímenes como un rastrero tirano…

¿Pero por qué metió en el mismo saco de  mierda a los poetas? Su argumento legitimador fue que estas rigurosas medidas ceñirían el cerco de la censura sobre la poesía con la expresa prohibición de que se relataran o fabricaran cierto tipo de fábulas nefastas que embrutecieran, aún más, a los incultos ciudadanos indefensos… Su medida iba dirigida a un propósito: evitar la fuerza disruptora del horror y del pánico míticos sobre el frágil patriotismo de la población… Así que metió a todos en el mismo receptáculo legal porque si bien los charlatanes profesionales,  los embusteros patológicos, los magos embaucadores y los vendedores de sueños irrealizables eran fácilmente detectables, los poetas con sus historias ambiguas e inquietantes,  podrían conducir al debilitamiento del tejido social mucho antes que a la inacción en la defensa de la sociedad frente a sus enemigos. Visto como lo escribió, podría decirse que se refería a poetas indeseables, y a la ley como recurso en contra de la fascinación que despertaban los antiguos relatos míticos  en una población inexperta en los asuntos políticos. Platón no hizo otra cosa que presentar en la escena al nuevo político como “maestro” de la mentira… con todas las interrogantes que se abren al vincular a lo ético con lo político y lo epistemológico con lo retórico…

Decía el genio de la Bolsa,  André Kostolany, que aunque a usted le queden solo tres o cuatro neuronas en perfecto funcionamiento, debería aprovecharlas para desconfiar  -por su propia seguridad y supervivencia-  de todos aquellos que han encontrado ya la verdad…  Su frase de oro  -yo diría de diamantes- era que “Lo que todos saben de la Bolsa, no me interesa para nada…”. Pues en política, queridos lectores, a mí me pasa exactamente lo mismo. Si ese húngaro especulador prodigioso que fue Kostolany,  experto en Bolsa reconocido mundialmente, se hubiese dedicado a la política internacional, le hubiera dicho lo mismo que yo: no tengo el menor interés por el lenguaje dominante, me importa un bledo la opinión mayoritaria  y me importa un carajo la politically correct…

Respecto a lo primero, el lenguaje dominante, no es otra cosa que una de las funciones más utilizadas por los mass-media en manos de las élites para influir en la masa descerebrada hambrienta de dioses y héroes; de extrema utilidad para los aparatos de propaganda y sobre todo para los payasos embaucadores de la cosa pública que se sacan de la chistera revoluciones políticas y económicas que solo son benéficas para su particular cuenta corriente y para vivir del copón… Supongo que estarán al día, conociendo a los socialistas bananeros muy pródigos en la América Latina y a sus fantoches del capitalismo de Estado que es lo mismo que decir “en este país, el único multimillonario soy yo y de ello se benefician mi familia y amigos”…  Esta pandilla de manipuladores, del tres al cuarto, utilizan la función conativa o apelativa para influir en la masa inculta que recibe su mensaje “revolucionario” denotando estrafalarias sugerencias,  mandatos divinos u órdenes de ultratumba, si no procedentes del mismísimo cielo…

Referido a lo segundo, la opinión mayoritaria, es la que tiene siempre el rebaño… esa muchedumbre  animalizada, dominada por el pastor y los perros, de genio blando, que solo rumia en la misma parcela porque está incapacitada y hasta maniatada para salir del redil y buscar su libertad; porque está dirigida y limitada hacia un mismo camino, ya recorrido o explicado, impidiéndole  -por completo-  buscar otros caminos y encontrar, con la experiencia, nuevos resultados… Creo que no hace falta que les ponga de ejemplo a toda esa morralla que pulula por internet, esa gentuza inculta, fanática, violenta, analfabeta crónica, de baja calaña, ordinaria, vulgar y adoctrinada que vomita sus sandeces con toda la mala leche y con toda el alma asesina que encierra su podrido cerebro. Ese sodomizado borrego intelectual  que se atreve a decirle a un escritor  -que expone una tesis o expresa su libre opinión-  lo que debe pensar, decir o escribir  cuando el insolente atrevido no sabe leer el texto, no puede comprenderlo, demuestra su incapacidad para expresarse, no sabe escribir un párrafo sin cometer mil faltas de ortografía y sintaxis, y manifiesta de forma evidente su ignorancia política.

Para explicar lo tercero, en relación a la corrección política, debo decirles que no es, en absoluto, ni un atrevimiento ni una vacilada por mi parte, ya que un artista de la escritura, a lo menos que puede aspirar en esta vida es a utilizar todas las funciones del lenguaje y con toda su riqueza semántica, intentando -claro está- que con mis ideas o mi propio comportamiento pueda y deba minimizar la terrible  posibilidad de ofensa a grupos religiosos, culturales o étnicos. Deben saber mis lectores que, lo que los librará siempre de cometer ese desafortunado error cuando escribes sobre un mundo de guerra y barbarie, es -precisamente-  utilizar todas, absolutamente todas las funciones de la lingüística y no solo una porque te haría sospechoso y cometerías el error… Ese es el arte de escribir para decir lo que te dé la gana, llamando a casa cosa por su nombre.

Pero sobre todo, amigos, no se alarmen, no tengan miedo, sean atrevidos e insolentes, porque los que han “dictado” la  politically correct son la élite política esos como, por ejemplo, el presidente Obama que no siempre es políticamente correcto porque -supongo- no se puede ser brillante las 24 horas del día… No lo ha sido para discernir sobre terrorismo islámico, yihad o islamista, tampoco para aclarar ideas sobre negro, negritud o racismo…  pero lo que raya el escándalo es que Donald Trump, en su carrera por la presidencia de una gran nación, se haya expresado con tan perversa “cortesía” sobre los mexicanos, intentando arreglarlo cuando nada se puede enderezar en un discurso populista para ganar votos republicanos que empobrece todos los factores de la comunicación: “los mexicanos que vienen a EEUU traen drogas, crímenes y son violadores…”

Con esta aberración expresada por un candidato, les explico perfectamente que no puede haber sabiduría literaria ni arte de la oratoria en la gran mayoría de los políticos que nos gobiernan y naturalmente no son los más indicados para decirme como tengo que expresarme en el lenguaje hablado o escrito. Yo diré negro, afroamericano, níger, moro, musulmán, amarillo o piel roja, cuando lo crea oportuno, pues como persona educada, mucho más que Donald Trump, no cometería ese error imperdonable,  porque los mexicanos están enriqueciendo a los Estados Unidos como lo hacen los españoles, los latinoamericanos y todos los migrantes del planeta que llegaron a esa tierra. Y si lo que quiere Donald Trump es encontrar un asesino en serie entre una etnia o grupo determinado, lo tiene muy fácil: puede encontrarlo en cualquier familia…

El término ortodoxia se aplica habitualmente a los dogmas y doctrinas de religiones o sectas; también a los sistemas filosóficos más dogmáticos y por consiguiente a los socialismos “puros” que en el decurso y transcurso del tiempo se han “refinado” al extremo de comunismo indiscutible y sagrado… Siempre ha tenido la palabreja un sentido despectivo aunque algunos insisten en que la utilizan para describir el lenguaje inclusivo o la civilidad. Yo les diría a mis lectores que no fueran nunca ortodoxos porque ello no significará nunca que sean educados…  Si quieres ser respetado como un artista genial o un seductor social de primera categoría, la heterodoxia te dará todo el factor enriquecedor como líder político o como artista. Te proveerá siempre de las armas adecuadas para dinamizar y renovar el medio en el que te desenvuelves. Vista la morralla analfabeta que nos rodea por todas partes, te distinguirá como a un temible hereje para ir a contracorriente si lo que quieres es que te teman; y hará de ti el seductor más guapo del planeta por lo chulo y lo valiente que eres para enfrentarte a toda esta basura de fanáticos enloquecidos por sus creencias. Entonces conseguirás que te quieran… Bien es verdad que cabe la posibilidad de que ten un premio Nobel y también es probable que te metan en la cárcel. Pero lo que nadie te puede quitar es que te hayas divertido, durante toda tu vida,  arremetiendo contra todo este repugnante y despreciable deshecho social que pretende intimidar a los que son libres de expresar sus ideas.

Miren ustedes, leer y escribir bien, ofende sobremanera a quien no sabe ni leer ni escribir, y si  -además-  lo que hablas o escribes se refiere a la política, es como si le dieras una patada en los cojones al analfabeto ignorante que se siente muy seguro, arropado entre la turba embrutecida.

Un ignorante en política jamás llegará a comprender la sorprendente sentencia breve y doctrinal de John Kenneth Galbraith. Propuesta como una regla para la ciencia y el arte de pensar,  sostenía el díscolo y heterodoxo economista que bajo el capitalismo, el hombre explota al hombre… y bajo el comunismo es exactamente al revés…

Todo un sarcasmo…  Y es que burlarse con mordacidad de un imbécil, debería contemplarse como una ley de obligado cumplimiento. O qué menos que un deporte…

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