CLIFFORD MAY
El “proceso de paz” entre israelíes y palestinos ha llegado a un alto. ¿Qué deben hacer los líderes estadounidenses y europeos? Tratar de no empeorar la situación.
Eso será un desafío. Muchos en el Occidente creen que el conflicto palestino-israelí es relativamente fácil de resolver – seguramente no a la par de guerras mucho más sangrientas que están siendo libradas por los yihadistas sunitas y chiitas en Siria, Irak, Yemen, Libia, etcétera.
Los palestinos dicen que quieren un estado propio. Ellos deben tener uno en Gaza y la Margen Occidental (territorios que Israel capturó de Egipto y Jordania respectivamente al final de una guerra defensiva en 1967). Los israelíes quieren seguridad dentro de las fronteras reconocidas. La “comunidad internacional” les ha prometido eso. Si los israelíes y palestinos no pueden resolver esto por su cuenta, impongan una “solución de dos estados.” Es un enfoque tentador. Permítanme explicar el motivo por el cual está totalmente errado.
Hace diez años el entonces Primer Ministro, Ariel Sharon, decidió probar la hipótesis de que los israelíes podían negociar “tierra por paz”, y ordenó la evacuación de todos los israelíes de Gaza , quitando por la fuerza a los que se negaron a empacar calladamente y partir.
Él esperaba que Gaza se convirtiera a partir de allí en un lugar pacífico, cuyos líderes se enfocarían en el desarrollo económico, la educación y el cuidado de la salud. Si eso sucedía, el argumento para la retirada israelí de la Margen Occidental se volvería convincente. Pero también creía que, si en cambio, Gaza se volvía una base para ataques contra los israelíes, ellos podrían contraatacar con dureza – con la comprensión y el apoyo de la comunidad internacional.
Recuerden lo que siguió: En 2007, Fatah y Hamas, los dos principales partidos políticos palestinos, fueron a la guerra uno contra el otro en Gaza. Fatah, liderado por el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, fue el perdedor. Hamas pronto comenzó a disparar misiles — miles de ellos — a los poblados israelíes. Eso llevó a guerras con Israel en el 2008 y 2012. Luego, el verano pasado, encima de los ataques con misiles llegó la revelación de que Hamas estaba construyendo túneles diseñados para infiltrar terroristas dentro de Israel con el propósito de asesinatos en masa y toma de rehenes. El resultado fue una invasión israelí de Gaza y 50 días de guerra.
Y resulta que el Sr. Sharon estaba equivocado: A pesar del hecho de que Israel fue atacada y, como lo dijo el General Martin Dempsey, Jefe del Estado Mayor del Ejército, llegó a “extremos extraordinarios para prevenir las bajas civiles,” muchos en el Occidente – incluyendo un informe de la ONU publicado esta semana — culpan a Israel tanto o más que a Hamas por la muerte y destrucción sufrida por el pueblo de Gaza el verano pasado.
Basados en esta experiencia, la mayoría de los israelíes temen que la retirada de la Margen Occidental sería desastrosa. El vacío de poder dejado atrás pronto sería llenado por Hamas o el Estado Islámico o un afiliado de al Qaeda o Hezbolá, la legión extranjera de Irán con base en Líbano.
Desde las Colinas de Judea en la Margen Occidental podrían ser atacados todos los principales centros de población de Israel con morteros que ningún sistema de defensa de misiles puede noquear. Israel devolvería el golpe con consecuencias previsibles.
Todo lo cual nos trae a esto: Durante el fin de semana, el ministro del exterior francés, Laurent Fabius, visitó Jerusalén y Ramallah, la capital palestina de facto, donde discutió una resolución que está ansioso por promover en el Consejo de Seguridad de la ONU. Pediría la inmediata renovación de las conversaciones entre israelíes y palestinos y establece un marco de tiempo de unos 18 meses para que ellos lleguen a un acuerdo permanente basado en las líneas de 1967 y con Jerusalén como una capital compartida.
Si no es alcanzado ningún acuerdo para la fecha límite, los gobiernos occidentales reconocerían un estado palestino. ¿Es posible que el Sr. Fabius no se dé cuenta que eso daría al Sr. Abbas un fuerte incentivo para no comprometerse?
Incluso si, a través de algún milagro, el presidente octogenario de la AP llegara a entenderse con Israel, ¿cuál sería el resultado? Él fue electo para un período de cuatro años hace diez años. Hamas no reconoce su autoridad. Es probable que su sucesor – quien sea que pueda ser y como sea que pueda llegar al poder – tampoco lo haga.
Sabiendo esto, ¿debe esperarse realmente que los israelíes hagan concesiones que harán peligrar las vidas de sus hijos? En el pasado, los presidentes estadounidenses, republicanos y demócratas por igual, han bloqueado tales acciones en el Consejo de Seguridad de la ONU. Pero el Presidente Obama está amenazando con romper con esa tradición. Hay una especulación que de hecho está alentando a los franceses a tomar esta medida.
La respuesta es simplista: “¡Tiene que hacerse algo!” Pero la urgencia percibida no es lo mismo que política inteligente. ¿Qué tal esto?: Concéntrense en mejoras incrementales. Con los bárbaros cortando cabezas justo sobre la frontera, deben ser expandidos en silencio los programas conjuntos de seguridad palestino-israelíes. En lugar de promover boicots contra Israel, presionen por cooperación económica palestino-israelí, con los israelíes proporcionando más y mejores trabajos para los palestinos en la Margen Occidental. En ausencia de tal cooperación un estado palestino terminará inevitablemente siendo un estado fallido y una sala de la comunidad internacional indefinidamente.
Incluso Gaza presenta una oportunidad para victorias modestas. Por el momento, Hamas parece estar saliendo de su camino para no provocar otro conflicto. Sus fuerzas se han estado moviendo contra los simpatizantes del estado islámico. Los israelíes deben ser alentados a recompensar tal comportamiento.
Tal enfoque cauto podría salvar y mejorar vidas, palestinas e israelíes por igual. Nadie ganará un Premio Nobel y los antiguos enemigos no serán vistos abrazándose para las cámaras en el césped de la Casa Blanca. Pero lo que podríamos ver son a los israelíes y palestinos aprendiendo que la coexistencia pacífica es posible y, para los que aún no lo saben, deseables. Muy al menos, los líderes occidentales no estarían empeorando las cosas.
Fuente: The Washington Times
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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