MAY SAMRA Y MIRIAM BALEY PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – En la presentación de “La Sombra del Mundo”, nuevo libro del israelí Nir Baram, que se llevó a cabo en la Librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica, Enlace Judío tuvo oportunidad de entrevistar a Jorge Volpi, reconocido escritor mexicano, quien fue, con Maruan Soto Antaki (hijo de Ikram Antaki), uno de los presentadores de la obra.
Enlace Judío: ¿Qué opinas de la obra de Nir Baram?
Empecé a leer a Nir hace poco, en realidad, con su novela anterior (“Las buenas personas”), que me deslumbró por completo. Tuve la oportunidad de presentarla en la Feria del Libro de Guadalajara, y encontré casi una especie de alma gemela con temas que son tan interesantes para él como para mí: la Segunda Guerra Mundial y el actual orbe capitalista- el capitalismo salvaje que nos rodea. Recomiendo las dos novelas ampliamente.
Enlace Judío: ¿Cómo puede ser que la literatura una a dos países tan distantes y tan diferentes como Israel y México?
La literatura no tiene fronteras de ningún tipo, ni siquiera lingüísticas. Las novelas son, por esencia, traducibles, y eso permite que podamos reconocernos en vidas que podrían parecer, en otro sentido, completamente ajenas y distantes.
Enlace Judío: Jorge, ¿tienes algunas relaciones con escritores judíos, aparte de Nir?
Sí, por supuesto, tanto como lector, que hay una enorme cantidad de escritores judíos que admiro enormemente, clásicos pero también contemporáneos, como David Grossman, como Amos Oz, como tantos otros israelíes… Luego, también, escritores judíos.
Enlace Judío: ¿En México?
Por supuesto. He leído y aprecio muchísimo a Margo Glantz, a Miriam Moscona y, desde luego, a Enrique Krauze.
Asimismo, Jorge dijo algunas palabras durante la presentación, mismas que aquí les compartimos para su disfrute.
“Es un gusto estar otra vez con Nir y compartir mesa con Maruan Soto.
Igual que a él le sucedió, yo tuve la gran fortuna de que nuestra directora nos contara de “Las Buenas Personas”, la primera novela en español de Nir Baram, publicada hace poco. La leí y me pareció fascinante, así que después, cuando me invitó a presentarla en la Feria del Libro de Guadalajara, el impacto fue aún mayor porque fue una de esas veces en las que uno no solamente encuentra una gran novela y a un gran novelista, al cual hay que seguir y admirar, sino que encontré una suerte de alma gemela del otro lado del mundo.
“Las Buenas Personas” es una gran novela que retrata el mismo mundo que me fascinó a mí para “En Busca de Klingsor”: el mundo de la Segunda Guerra Mundial y lo que ocurría ahí. Lo que se va a repetir en “La Sombra del Mundo” son los villanos terribles que encarnaron el nazismo durante esa época- las figuras de Hitler, Himler, Goebbels, Mengele- que eran los líderes de, probablemente, la nación más culta del planeta en ese momento. Pero, además, se retrata a la población que no tuvo empacho en finalmente seguir las consignas de esta especie de líderes enloquecidos o que, al menos, estaban trastocando la ética de su tiempo para imponer una distinta, aquélla que nosotros igualamos como una ética del mal.
Lo más interesante de la primera novela era precisamente cómo contaba lo que esas buenas personas hacían y cómo actuaban en dicho mundo con una ética trastocada, en la que, en lugar de imponerse la idea de no matar o discriminar, se dio una vuelta completa a lo que era bueno y malo y, entonces, se empezó a creer que lo bueno era discriminar y matar- a judíos, homosexuales, gitanos, etcétera. Para los propios alemanes que lo vivían, supuso una transformación ética radical.
“La Sombra del Mundo” de Nir Baram supone un complemento perfecto para entender su preocupación central que tiene que ver justamente con esos momentos de transición fundamentalmente ética que podemos ver a través de las vidas de personajes magistralmente ensamblados.
La obra trata del capitalismo pero, sobre todo, de ese capitalismo salvaje vinculado profundamente con la ideología neoliberal o neoconservadora que encarna una transformación ética de los últimos años, misma que continúa hasta nuestros días.
Como sabemos, el mundo de la Guerra Fría es ese mundo que va de lo que se narra en “Las Buenas Personas” a lo que se narra en “La Sombra del Mundo”. Es ese momento en el que la división bipolar de la geopolítica internacional provocaba que en todo momento hubiera un carácter dual en las conductas. Dicho carácter podía a veces ser terriblemente negativo- como lo que ocurrió en el bloque soviético- o positivo, como sucedía con el capitalismo encarnado en Europa occidental, Estados Unidos, Canadá, Australia, México o Israel.
Los que formaban parte del bloque capitalista, encabezado por los EE.UU., pensaban que del otro lado el mundo comunista estaba creando sociedades mucho más igualitarias que aquéllas del capitalismo democrático. Por esa obsesión, las sociedades capitalistas constantemente buscaban conseguir sociedades más igualitarias capaces de competir con lo que sucedía en el bloque soviético, aunque luego sucedían cosas mucho peores de las que podríamos imaginar.
Los líderes soviéticos necesitaban probar que eran capaces de crear sociedades democráticas en las que el valor primario fuera la libertad pero también la igualdad. Y, en cierta medida, lo consiguieron. Esas sociedades del estado de bienestar que se crearon en esa época, se mantuvieron hasta los años 60’s y 70’s, hasta las crisis de la década de los 80. Ahí, vimos el fin del bloque socialista, del socialismo real, de la Unión Soviética y sus satélites, y de ese mundo bipolar. También vimos cómo una nueva ética se impuso prácticamente en todo el mundo.
La ética de esa ideología neoliberal o neoconservadora se encarnó en las figuras políticas de Margaret Thatcher, Ronald Reagan o el Papa Juan Pablo II, y supuso una transformación del mundo occidental, en primera instancia, y, luego, gracias a la globalización, del mundo en su conjunto. Finalmente, en él, todos sucumben porque, como dice Nir Baram, o, mejor, uno de sus personajes en la parte final: “El capitalismo nos ha puesto a todos a su servicio; también a los que se oponen. Ésa es su genialidad”.
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