MARK ACHAR Y MIRIAM BALEY PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO – “La Shoá no acabó cerrando con llave las cámaras de gas o las puertas de los campos. Los efectos continúan con una generación joven que no vivió esa guerra y que, sin embargo, en muchas cosas, la sigue viviendo día a día”.
Orly Beigel Halpern es empresaria artística cultural, pero se distingue por algo más: dirige el grupo “Segunda Generación de Sobrevivientes del Holocausto”, conformado por 70 a 100 personas, hijos y nietos de quienes salieron con vida de los embates de la furia asesina del nazismo. El propósito del grupo es mantener viva la memoria de la Shoá y compartir, en reuniones, las experiencias y los traumas propios de sus circunstancias. Entrevistamos a Beigel en las oficinas de Enlace Judío.
Enlace Judío: Tenemos entre manos un libro sensacional “Mi segunda generación, lo que no le conté a papá” de Michel Kishka, editado por Fundación Metta Saade.
Orly Beigel Una de las primeras actividades del grupo se hizo gracias a la Fundación Metta Saade, de Marcos Metta y Vivi Saade: se compraron los derechos de un libro absolutamente maravilloso, único en el mundo, y se publicó en español. El libro es de Michel Kichka, un belga, hijo de sobreviviente- su padre estuvo en Auschwitz- quien ahora vive en Jerusalem. Él escribió el libro primero en francés y después en hebreo, y compramos los derechos. Gracias al apoyo de los Sres. Metta, pudimos sacar este libro a la luz. El apoyo de la segunda y tercera generación en México ha sido maravilloso.
EJ: Cuéntanos más del libro. ¿Es una novela gráfica?
OB: Es exactamente una novela gráfica. Es un libro de Michel Kichka, un caricaturista que hace caricaturas en muchos periódicos en Israel y que da clases también en Bezalel. Tomó la decisión de ponerle texto a las caricaturas. Éste es el único libro que, a través de la caricatura, cuenta la historia de lo que es ser un hijo de sobreviviente y, también, de una forma más amigable, la historia de la Shoá, del Holocausto. Y por eso es tan especial este libro.
EJ ¿Existe otro tipo de literatura de segunda o tercera generación que no se conozca?
OB: Muchísima, muchísima literatura escrita. No con caricatura, no de este tipo. Hay un libro de caricaturas de Spiegelman, que se llama “Maus” que salió hace muchísimos años pero es muy diferente. En “Maus” están los ratones, que son los prisioneros, y están los gatos, que son los nazis. [En este libro] es gente real que, a través del dibujo, en una forma muy directa y con pocas palabras, pero con mucha expresión, te hace poder llegar a temas tan difíciles como es el Holocausto.
EJ ¿De alguna manera te sentiste identificada con varias partes de la lectura? ¿Cuál fue la parte con la que más te sentiste identificada?
OB: Me sentí identificada con muchísimas partes.
Qué curioso que ayer me llamó uno de los compañeros de segunda generación que apoya el proyecto pero nada más, o sea, que mira todo un poquito desde afuera. Y ayer me dijo lo importante que es este proyecto para él, y que se ha identificado en muchos puntos.
Yo me identifiqué con culpas, con muchas actitudes, con muchísimas cosas. Y claro que es una experiencia personal pero escrita [de forma] tan inteligente y las
caricaturas están tan bien hechas… Es un gran caricaturista, y lo hace en blanco y negro. Qué importante… ni un color. Pero tiene todos los colores.
EJ: Muchas de las imágenes que usa son, incluso, fotografías muy conocidas del Holocausto pero hechas en dibujo y adentro de su historia. ¿Qué te pareció eso?
OB: Me pareció de una inteligencia absoluta. Yo creo que el humor un poco escondido que tiene- no haciendo burla, cuidado- [hace] que puedas abrir un poco el alma a un tema tan difícil. Es un tema tan crudo que no te lo pueden poner así en la cara porque te cierras.
Es creíble porque él es hijo de sobreviviente pero contextúa todo de una manera histórica poniendo justamente fotografías hechas caricatura. Las mete dentro de su historia. Y ahí estamos los hijos, y un poco menos los nietos; somos parte de esos dibujos.
Aquí, es lo que el hijo no le cuenta al padre de lo que ha sufrido de la vida de su propio padre. Creo que cada uno vamos a tener que decir ¿qué no le conté a papá? Es un punto que le toca a todos los de la segunda generación: no los hagas sufrir más, trata de ser lo mejor que puedas porque ya tuvieron su dosis de sufrimiento en la vida.
Yo recomiendo muchísimo que lean el libro, sin importar si eres segunda o tercera generación, o si eres judío o no… creo que es una forma de ver el Holocausto de otra manera, de una que nunca se había escrito o plasmado literariamente. Por el otro lado, es también conocer lo que es la segunda generación, y conocer que ahí no acabó la Shoá: no acabó cerrando con llave las cámaras de gas o cerrando las puertas de los campos. Los efectos continúan con una generación joven que no vivió esa guerra y que, sin embargo, en muchas cosas, la sigue viviendo día a día.
EJ: Como segunda generación, ¿qué piensas cuando escuchas a gente hablando de la historia como si nunca hubiera existido? Mucha gente lo llama “holocuento”…
OB: A mí me irrita absolutamente; me causa aberración, la verdad. Pero, como te digo, cada uno de nosotros lo vivió de manera diferente, lo absorbió de otra manera y lo vive hoy en día diferente. Cada uno lo vive de [cierta] manera; le afectó de otra manera.
Que me vengan a decir [lo del “holocuento”] a mí a la cara cuando recuerdo la tristeza de mi madre por haber estado en Bergen-Belsen.
Orly Beigel explica “el síndrome de la segunda generación”
“El síndrome de la segunda generación de sobrevivientes del Holocausto (syndrome of the second generation of Holocaust survivors, en inglés), surgió en Estados Unidos.Muchos de mis compañeros de segunda generación quizá se puedan llegar a enojarse y decir “yo no pertenezco a ese síndrome”, pero el síndrome estudia los efectos que ha tenido el Holocausto en los hijos, y ahora se ha empezado con los nietos de gente que estuvo en la Segunda Guerra Mundial y, principalmente, sobrevivientes del Holocausto.
Creo que los hijos- voy a hablar como hija de sobreviviente- sí tenemos puntos que nos unen; efectos que podemos llegar al mismo punto, aunque sea por caminos diferentes. No importa de qué país seamos, no importa si somos el primer hijo o el tercero, o si nos contaron o no nos contaron. Porque existe un gran dilema: ¿quién está más afectado? ¿Al que le contaron las historias o al que no le contaron? Yo creo que ambos. En mi caso, me contaron todas las historias desde muy pequeña. Hay gente en el grupo a la que no le contaron nada y tiene que reconstruir la historia y la vida de su padre que estuvo en campos. Es también traumático, de alguna manera. Entonces, este síndrome estudia justamente eso y es un tema muy complicado y complejo que no es tan
conocido.Hay algunas películas pero no hay realmente un largometraje que toque justamente este tema. Hay una escritora maravillosa que se llama Helen Epstein, estadounidense, hija de sobreviviente, que escribió un libro llamado “Children of the Holocaust” (Los Hijos del Holocausto) y que habla de nosotros. Ella pone que vivimos a la sombra de una guerra que no vivimos. Y yo creo que es exactamente así. Cada uno tendrá que hacer su propio análisis; yo no puedo ser vocera por cada uno de ellos, Yo creo que cada uno tiene que contar su propia historia.
Uno de los grandes proyectos que tenemos es dejar un legado filmado y hacer entrevistas a todos los hijos de sobrevivientes, empezando en Méx
ico, y ojalá podamos llegar a Centro y Sudamérica, como lo hizo Spielberg con los sobrevivientes, porque en algunos años, por supuesto, el Holocausto será solamente un capítulo más en los libros de historia– en los que permitan estudiarlo- porque ya sabemos que en Inglaterra no se permite estudiar la Shoá, porque “ofende” a algunas de las clases étnicas que vive allá.Creo que ése es el granito de arena que podemos poner en memoria de nuestros padres y de la familia que pereció en la Shoá de una manera tan incomprensible. Es lo único que puedo decir porque mientras más veo y mientras más leo, cada vez entiendo menos”.
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