EDUARDO SCHÑADOWER MUSTRI PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
Todos en este mundo necesitamos en quién confiar. Es una necesidad humana tener algo o alguien que sabes que siempre actuará con honestidad, que su información siempre será veraz, que siempre cumplirá sus promesas y que sus intenciones siempre serán buenas. Lamentablemente, entre los seres humanos, debido a nuestras propias imperfecciones, esto no existe. Por muchos motivos, accidentales o incidentales, podemos ver nuestra confianza violada. Esto no significa que uno no debe depositar nunca su confianza en nada ni en nadie, al contrario: debe hacerse pero estando siempre preparado para la contingencia cuando las cosas no sucedan como lo esperamos. Es decir, confiar, pero nunca ciegamente.
Y esto aplica tanto para los individuos como para cualquier estructura creada por seres humanos. Lamentablemente, los medios masivos de información y la opinión pública en general, han otorgado este puesto de “poseedores de una verdad absoluta” a las organizaciones internacionales y no gubernamentales. Se asume que si algo dice la Organización de las Naciones Unidas, es porque es verdad. Si la Organización Mundial de la Salud emite una recomendación y nuestro médico de cabecera no la sigue, empezamos a dudar de las capacidades de dicho doctor. Si Greenpeace protesta en contra de las prácticas de algunas industrias, las industrias se convierte en nuestras mentes en unos completos desalmados. Esto es lo que se conoce como el efecto “halo”, ya que los tratan como si fueran ángeles del cielo y no como lo que son: seres humanos. Solamente por tratarse de este tipo de organizaciones, no significa que sus acciones no sean cuestionables, que sus declaraciones no deban someterse a ninguna clase de escrutinio, ni que sus opiniones no deban confrontarse con opiniones que disientan.
Y precisamente por eso es que existen organizaciones que se dedican a vigilarlas. A estas organizaciones, por supuesto, tampoco debemos ponerles el “halo”, pero tienen la ventaja de que éstas sí tienen la expectativa de ser cuestionadas y confrontadas, y actúan acorde a esto. Hablar de todas sería excesivo, así que me centraré en el trabajo de algunas en específico y comenzaremos por U. N. Watch (https://www.unwatch.org/).
Esta organización, se dedica a observar lo que sucede en la ONU, y en especial lo que sucede en el Comité de Derechos Humanos (UNHRC por sus siglas en inglés). Con frecuencia es citada a declarar en dicho comité, y una de sus acciones más recientes ha sido responder al reporte de la operación “Margen protector” que solicitó el UNHRC, el cual fue realizado por civiles sin experiencia militar alguna y encabezados la mayor parte del tiempo por William Schabas, quien trabajó previamente como asesor legal de la Autoridad Palestina y renunció tras revelarse esto, pero el reporte no fue alterado después del hecho, ni tampoco se cambió al resto del personal que participó. Dicho reporte está lleno de inconsistencias, mentiras y errores deliberados que hacen ver a Israel como un equiparable moral a Hamás. Pero su labor va más allá del conflicto árabe-israelí: constantemente toma el podio del comité para señalar a regímenes opresores como Arabia Saudita, Cuba, Venezuela, entre muchos otros, que absurdamente, siendo constantes violadores de derechos humanos, tienen codiciados asientos en el UNHRC.
En sus instalaciones se recibe a disidentes de los gobiernos totalitarios cuando la ONU no desea escucharlos, y publican sus declaraciones para que sean vistas por el mundo entero. Han ayudado a revelar la corrupción que hay en el UNHRC, del comercio de votos, de la negligencia que tienen al ignorar las constantes violaciones de derechos humanos que ocurren en Siria, Sudán, China, Rusia, Ucrania, y muchos otras regiones en conflicto, para convertirlo en una sede que solamente se dedica a denostar a Israel.
Su impresionante labor ha dejado en claro la farsa que es el comité de derechos humanos de la ONU y que, en lugar de ayudar a defender los derechos humanos en el mundo, ha servido a sus principales violadores para ocultar sus terribles acciones usando como cortina de humo el conflicto entre Israel y los árabes.
Middle East Media Research Institute (MEMRI) (https://www.memri.org/): Esta organización se dedica a vigilar lo que los medios de información árabes y persas publican y los traduce al inglés, español u otros idiomas de occidente. Ellos han publicado videos de Mahmoud Abbas declarando en árabe posturas completamente opuestas a las que da en inglés (como promover la destrucción de Israel en lugar de la paz, entre muchas otras), de imanes (dirigentes del rezo en mezquitas) en países occidentales llamando a la destrucción y a la violencia, del Ayatola Khamenei gritando “muerte a América”, entre muchos otros. Su labor ha contribuido a hacer ver que las declaraciones que hacen los diplomáticos árabes no son del todo confiables y evidencian cómo estos políticos han buscado engañarnos.
Honest Reporting (https://honestreporting.com/): Esta organización analiza lo que todos los medios de información en occidente publican acerca de Israel, y constantemente señala sus imprecisiones, mentiras y parcialidades. Constantemente demuestra cómo grandes conglomerados informativos desinforman acerca de lo que sucede en el conflicto y le ponen un énfasis excesivo cuando hay conflictos mucho más cruentos y mortales que ignoran deliberadamente. Ha logrado que medios de gran prestigio como The New York Times, The Guardian, CNN y BBC, entre muchos otros, se vean obligados a corregir sus artículos o a publicar fes de erratas, y nos deja en claro lo poco que podemos confiar en la prensa internacional.
N.G.O. Monitor (https://www.ngo-monitor.org/): Esta organización vigila tanto el financiamiento como las actividades de organizaciones como Human Rights Watch, Amnistía Internacional, entre otros. De Amnistía Internacional ha indicado cómo señala desproporcionadamente a Israel e ignora otros conflictos en la región y en el mundo, viola su política de imparcialidad al emplear activistas abiertamente anti-Israel y viola su política de independencia al haber recibido fondos del gobierno del Reino Unido. De Human Rights Watch señala cómo muchos de sus dirigentes tienen un historial de parcialidad política (por ejemplo, uno de sus dirigentes llegó a elogiar al hijo de Muammar Gadafi, Seif Islam, como un “reformador”), que en 2009 organizó un evento de recaudación de fondos en Arabia Saudita (un conocido violador de derechos humanos), y haber empleado en 2009 a un “analista militar” que coleccionaba parafernalia Nazi, que después fue despedido pero sus reportes no fueron retirados. Y así podemos ver información de muchas más organizaciones.
Por supuesto, estas organizaciones deben y esperan ser sometidas al mismo escrutinio al que ellas someten a quienes vigilan. En el mundo de las redes sociales, todas ellas participan activamente y responden rápidamente a quienes las ponen en tela de juicio. Finalmente, son tan susceptibles a la equivocación y a que alguno de sus integrantes no sea del todo honesto como todos los demás, ¿quién vigila a estos vigilantes? Pues nosotros mismos, como individuos, debemos hacerlo.
Aunque aquí se habló principalmente del tema de los derechos humanos y el conflicto árabe-israelí, debemos aplicar este cuestionamiento en todas las áreas. Si en el Comité de Derechos Humanos pueden estar los países que más los violan, en la Organización Mundial de la Salud podrían estar médicos brujos de Polinesia, Green Peace podría recibir donaciones de empresas rivales que busquen desprestigiar a la competencia, etc.
Incluso en el mundo de los deportes, el escándalo de corrupción que recientemente cayó sobre la FIFA nos deja en claro los peligros que tiene permitir que el efecto “halo” caiga sobre estas instituciones.
Nadie en este mundo es un digno poseedor de este “halo”, por lo que siempre es parte de nuestra obligación moral cuestionar, buscar fuentes alternas, exigir evidencias y corroborar. No importa de quién se trate ni de qué postura tenga, si es a favor o en contra de nuestros propios puntos de vista, siempre debemos sustentarnos en bases sólidas y no permitir que nadie se considere o lo consideren poseedor de una verdad absoluta ni de ser infalible ni incorruptible, simplemente, nadie lo es.
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