Idiotas y traidores: perspectiva de un líder árabe de opinión sobre Hezbolá

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – El líder de Hezbolá, Hasan Nasrallah, rechazó recientemente a quienes lo critican, diciendo “cualquiera que diga algo contrario a nuestra doctrina es un idiota, un ciego, y un traidor. Los chiitas de la Embajada Estadounidense son traidores, agentes e imbéciles. Nadie puede alterar nuestras convicciones. No vamos a callar más, y no seguiremos dándole gusto a nadie”.

Por Abdulrahman Al-Rashed

Sin embargo, las declaraciones de enojo y amenaza de Nasrallah no estuvieron dirigidas a sus enemigos de siempre, sino contra los chiitas en Líbano. Estas declaraciones revelan la magnitud de tales disputas, y exponen las crecientes críticas en su contra, después de una prolongada guerra en Siria y luego de la proliferación de conflictos en los que a los chiitas de Líbano tuvieron que participar, a fin de satisfacer las demandas de los satélites de Irán, siendo uno de ellos Hezbolá.

Unos días antes de su discurso de enojo, Ali Akbar Velayati, consultor senior del líder supremo de Irán, el Ayatola Ali Jamenei, visitó Beirut para entregarle un mensaje a Nasrallah. Probablemente ese mensaje fue la causa de la frustración del jefe de Hezbolá y de su llamado a movilizar aún más las filas de su partido. También es probable que haya sido la causa para hacerles amenazas a sus oponentes.

El discurso de Nasrallah revela divisiones y disputas dentro de la comunidad chiita, la cual anteriormente fue considerada un símbolo de obediencia: en ella, había una mayoría que lo apoyaba y, en silencio, una minoría que estaba en su contra. Sin embargo, ahora, después de las pérdidas acumuladas de Hezbolá en Siria e Irak, una ola creciente de disidencia en las filas del grupo parece estar amenazando su estatus, a diferencia del pasado, cuando nadie se atrevía a imputarle responsabilidad.

Algunos podrán decir que Hezbolá no es el único grupo que actualmente se está ahogando en las arenas movedizas, ya que hay conflictos y luchas que socavan casi todos los grupos de la región. Esto es cierto. Sin embargo, la diferencia es que otros partidos estuvieron siempre destinados a unirse a estos conflictos porque sucedían en su propio territorio. Hezbolá, por su parte, está luchando en Siria con el régimen de Asad, sobre la base de las promesas hechas por Irán a Asad de que utilizarían cualquier medio para defenderlo. Por lo tanto, Hezbolá se convirtió en un grupo de mercenarios traídos de Irak y Afganistán para luchar lejos de casa bajo un arreglo iraní.

Mientras pasaba el tiempo y más combatientes de Hezbolá morían- aunque estas muertes raramente se hicieron públicas- el grupo empezó a quedarse sin excusa, la primera siendo que está luchando en Siria para “defender los santuarios sagrados”.

Más adelante, cuando se reveló que muchos de sus combatientes cumplían sus objetivos en áreas alejadas de estos santuarios, al grupo se le ocurrió otra excusa: que estaba luchando en Siria como parte de las medidas preventivas para defender Líbano. “Si no hubiéramos peleado en Alepo, Homs y Damasco, habríamos tenido que luchar en Baalbek, Hermel, Ghaziyeh y otras áreas (de Líbano)”, dijo Nasrallah. Por supuesto, es ilógico ir a la guerra en un país grande para evitar una guerra en su propio país. De hecho, ¡es este acto mismo que acabará llevando la guerra hacia ustedes! La participación de Hezbolá en la guerra de Siria con sus combatientes extremistas chiitas trajo a miles de sunitas extremistas a la línea de batalla para combatirlos. La guerra en Siria, por lo tanto, se convirtió en un conflicto chiita-sunita-alauita.

La guerra de Hezbolá en Siria es una guerra iraní, y también una causa perdida. Los combatientes de Hezbolá se darán cuenta, en un futuro,  que Teherán tendrá que traicionarlos. Con esto me refiero a que Irán eventualmente necesitará hacer compromisos a expensas de ellos, a fin de tomar uno de dos caminos: proveer una salida segura de Siria (esto es, admitir la derrota completa) o aceptar una solución en que Bashar al-Asad abandone el poder- una solución que tanto el régimen iraní como el sirio han rechazado y que ha resultado en la muerte de cientos de miles. Como tal, Hezbolá no tiene ninguna excusa convincente para pelear en Siria. Los iraníes están luchando ahí por su deseo de ganar influencia en la región- y debido a sus predilecciones megalomaniacas generales. La participación de Hezbolá al lado de los iraníes en esta guerra acarreará dos desastres: el grupo sufrirá incontables pérdidas humanas, más numerosas que las pérdidas combinadas que sufrió durante su guerra con Israel a lo largo de los últimos 30 años; por otra parte, la participación al lado de Irán atraerá grupos extremistas a Líbano, los cuales amenazarán a todas las facciones en el país e iniciará una guerra en su territorio.

Las pérdidas, los cadáveres, las heridas, las promesas rotas y la continua guerra, todo eso muestra que la única opción del líder de Hezbolá es responder las demandas de Teherán hasta que su último combatiente caiga.

En su discurso, Nasrallah hizo un llamado a sus seguidores de apoyarlo en medio de las críticas, las dudas y las objeciones. “Éste es un momento de movilización”, dijo. “Todos pueden participar, incluso con sólo hablar. El que tenga credibilidad entre la gente [debe hablar] y contribuir a esta movilización. Los eruditos deben hablar. Aquéllos que tienen un hijo mártir, también deben hablar”.

Lo que es más peligroso aquí es que Nasrallah no ha ocultado lo que pronto podría ser su mayor aventura: “En la siguiente fase, podríamos anunciar una movilización general [que aplique] a todo el mundo. Estoy diciendo que peleemos en todas partes”. (“En todas partes” significa el envío de más combatientes a Irak y Yemen). Y como Nasrallah sabe que cada vez está siendo más rechazado por la comunidad chiita, se tomó el tiempo para amenazar a los que se le oponen: “Ya no permaneceremos en silencio. Vamos a ver a quién hable con nosotros (y tenga objeciones) a los ojos, y le diremos: ‘¡eres un traidor!’, ya sea joven o viejo”.


Abdulrahman Al-Rashed es el Director General de la televisora Al-Arabiya. También fue editor en jefe de Asharq Al-Awsat, y de la principal revista árabe Al-Majalla. Es columnista en los periódicos Al-Madina y Al-Bilad. Tiene un postdoctorado en comunicación masiva de una universidad estadounidense, y ha acudido varias veces a programas televisivos sobre actualidad. Actualmente radica en Dubái.

Fuente: Asharq Al-Awsat / Traducción: Miriam Baley

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