ELENA BIALOSTOCKY PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – El pasado 12 de julio, Enlace Judío entrevistó a la Sra. Juliana Goldberg de Liverant, quien, junto con su familia, logró huir en 1942 de los nazis. Juliana vive en el Eishel (casa de reposo de la Comunidad judía en Cuernavaca) y, en su recámara, está colgado un cuadro muy especial, pues representa a tres niños judíos en su casa de Paris, antes de la llegada de los nazis.
“Mi padre mató a un soldado nazi, arrojándolo por la ventana de su fábrica. Así salvamos la vida”
Juliana nació el 19 de junio de 1933 en Paris, Francia, hija de David y Ruth, hermana de Flora y Juan. Ella relata la llegada de los nazis a una localidad francesa:
“En agosto de 1940 entraron los alemanes a Francia. Se decía que los nazis iban a bombardear París. Empezaron mujeres y niños a salir de la ciudad. Nosotros fuimos a Soissons, localidad francesa, situada en la región de Aisne. Ahí fue donde yo vi entrar a los soldados alemanes: para una niña de siete años, era muy bonito y elegante el desfile; los alemanes aventaban flores y les regalaban chocolates a los niños. Al enseñarle a mi mamá los dulces, me comentó que habían saqueado París para conseguirlos”.
Unos meses después,a era fines de los 40, la familia vuelve a París, a la casa donde se pinta el cuadro.. Afortunadamente, “nunca tuvimos problemas como judíos en el barrio en el que vivíamos, ni llegamos a usar la estrella amarilla, no sé si porque era un barrio con poca población judía…”
El Sr Goldberg cerró la fábrica y salió. En su camino, una mujer le preguntó si era judío. Se enteró por ella que los alemanes estaban deteniendo a todos los varones judíos por el asesinato de un soldado nazi. La mujer lo escondió todo el día en su casa, en un armario secreto empotrado. Cuando terminó la guardia, se fue a casa.
En esa época, Francia estaba dividida en dos zonas, Francia ocupada y Francia libre. En la parte libre se encontraba Niza, destino al cual el padre de Juliana, otros cuatro socios de la fábrica y sus hijos varones deciden huir. Tomaron el tren. Bajaron dos estaciones antes de llegar, cruzaron el bosque hasta pasar la frontera con Niza y volvieron a subir al tren.
“Meses después, me mandaron con un contrabandista a Niza. En la estación, me instruyeron que debía fingir que era la hija de este hombre. Fui la única de la familia que viajó directo en tren hasta Niza. Él me llevó al hotel donde se hospedaba mi papá. Mi mamá y mis hermanos se quedaron en París”.
Otros meses más adelante, en julio del ’41, llegaran a Niza la mamá y los hermanos de Juliana. Abordan el tren varias veces, escondiéndose de los nazis. “Mi mamá, años después, me contó que llevaba una bolsa de chupones; mi hermano era muy pequeño y le dijeron que si lloraba lo tendrían que ahogar. Así que mi hermana Flora, de cinco años, era la encargada de ponerle el chupón a Juan cada vez que sele caía para que no llorara”.
“Estuvimos diez meses en Niza, de allí a Marsella, después a Casablanca (Marruecos). Íbamos a salir un día antes, pero una persona de la cúpula comunitaria judía se acercó a mi papá y le pidió dar su lugar a otra familia, cuya visa vencía este día. Mi padre aceptó y salimos al día siguiente, en el barco “Santo Tomé”, el último barco que salió con judíos hacia América”
“Teníamos pensado llegar a Cuba. Al atracar el barco en Veracruz, subieron personas de la Comunidad Judía de México y convencieron a mi padre de quedarse en México, pues argumentaron que una ley permitía el ingreso al país de judíos que contaran con dinero para abrir una empresa. El barco siguió rumbo a Cuba pero, para desgracia de los judíos que iban en él, les fue prohibida la entrada al país y las autoridades enviaron la nave de regreso a Europa”.
“Nos establecimos en Tulancingo, Hidalgo, donde mi padre abrió …una nueva fábrica de suéteres. Allí inicia otra historia.
En un cuadro, una familia judía feliz en el Paris que se volvería, años después, una trampa mortal
“Es un cuadro que siempre estuvo colgado en la casa de mi familia. Hace doce años, mi padre murió y lo heredé”.
“En mi testamento dejé asentado de que, el día que yo muera, el cuadro sea entregado al Museo Memoria y Tolerancia”.
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