Demandar para lucrar a partir del diario de un nazi

ROGER KIMBALL

 

Un tribunal alemán falla que se debe pagar a los herederos de Joseph Goebbels por la utilización de citas de sus escritos.

Esta primavera marcó el 70º aniversario del final efectivo del régimen nazi. El 30 de abril de 1945, Adolf Hitler se disparó en su bunker cuando el ejército soviético se abalanzaba sobre su guarida. Al día siguiente, Joseph Goebbels, su ministro de propaganda con aspecto de roedor, cometió suicidio con su esposa, después de haber inyectado morfina a sus seis hijos y luego aplastar cápsulas de cianuro en sus bocas para liquidarlos.

Ustedes podrían pensar que después de 70 años, el hedor putrefacto del régimen nazi se habría disipado totalmente. Pero no. El pantano mefítico todavía produce el eructo extraño.

Que no debe permitirse a los criminales beneficiarse de explotar su actividad criminal es casi tan cercano que es probable que nosotros lleguemos a un principio moral universalmente aceptado. Pero la semana pasada un tribunal de apelaciones en Munich—por coincidencia, el sitio del Golpe del Salón de Cerveza de Hitler, el hecho que realmente tuvo rodando la pelota nazi en 1923—sostuvo una decisión anterior que los herederos de Joseph Goebbels tenían derecho a compensación debido a que una biografía reciente tomó citas de su diario sin permiso.

La demanda fue llevada el año pasado contra Random House Alemania, cuya imprenta, Siedler, publicó “Goebbels: Una Biografía”, de Peter Longerich, en el 2010. (Fue publicada una traducción al inglés en Estados Unidos e Inglaterra en mayo.) El Sr. Longerich, ahora profesor de historia alemana moderna en Royal Holloway, un colegio de la Universidad de Londres, toma fuertemente de los diarios de Goebbels, los cuales corren en unos 30 volúmenes. Goebbels comenzó sus entradas casi diarias en su cumpleaños número 26, en 1923, y dejó de hacerlo el 10 de abril de 1945, a apenas un par de semanas de su Armagedón.

La suma en cuestión no es grande—unos u$s7000—pero la ofensa moral es incalculable. Cordula Schacht, una abogada que afirma tener los derechos de los diarios y representa a los herederos de Goebbels, presentó la demanda. Rainer Dresen, consejero general de Random House Alemania, dijo al diario Guardian de Londres que él ofrecía pagar las regalías si la Sra. Schacht aceptaba donar las ganancias a una organización de caridad del Holocausto. Él dijo que ella rechazó la oferta, insistiendo en que el dinero vaya a los parientes de Goebbels, incluídos los descendientes de sus hermanas. El Sr. Dresen especula que otros editores han pagado por la utilización de los diarios de Goebbels. “Somos la primera casa editora que evitó eso—y ha sido demandada.”

Cordula Schacht es hija de Hjalmar Schacht, primer ministro de economía de Hitler y presidente del Reichsbank. Aunque él fue instrumental en ayudar a Hitler a preparar las bases económicas para el Tercer Reich, Hjalmar Schacht luego se volvió contra el régimen (estuvo conectado en forma distante con el complot de julio de 1944 contra Hitler) y fue absuelto de crímenes de guerra en Núremberg.

La participación de la Sra. Schacht en los diarios de Goebbels se deriva de una relación que tuvo como asesora legal de François Genoud, un sombrío banquero suizo que podría haber salido directamente de “El Archivo de Odessa.”

Nacido en 1915, Genoud fue un temprano y firme entusiasta de Hitler. La carnicería de la guerra y asesinato de seis millones de judíos no hicieron nada por desalentar su ardor. “Hitler fue un gran líder,” dijo Genoud muchos años más tarde, “y si hubiese ganado la guerra el mundo sería un lugar mejor hoy.”

En el camino, Genoud—quien cometió suicidio en 1996—financió las defensas legales de Adolf Eichmann y Klaus Barbie, “el carnicero de Lyons” quien torturó personalmente a prisioneros franceses de la Gestapo. Genoud apoyó al Ayatola Khomeini durante su exilio en París; también fue amigo y asesor financiero de Haj Amin al-Husseini, el Gran Mufti de Jerusalem antes de la guerra. Durante la guerra, Haj Amin, un antisemita feroz que soñaba con asesinar a los emigrados judíos a Palestina, ayudó a los nazis a reclutar a musulmanes bosnios para la Waffen-SS. El siguió viviendo hasta 1974.

Genoud fue el ejecutor del testamento de Goebbels y adquirió los derechos de sus diarios en 1955. Según el historiador británico Richard J. Evans, Genoud transfirió su interés en los diarios de Goebbels a Cordula Schacht en 1996 poco antes de su muerte. Ella desde entonces ha afirmado ser la tenedora de los derechos de publicación, aunque, como destaca el Sr. Evans, el Estado de Baviera también afirma poseer los derechos de publicación.

Esta historia legal bizantina no debe ocultar la moraleja muy clara que expuso David Cesarani, un historiador en Royal Holloway. “Si los propietarios de los derechos de publicación quieren el reconocimiento o pago simbólico, eso es suficientemente justo. Si quieren honorarios que luego sean pagados a una buena causa, eso es irritante pero razonable. Sin embargo, si ellos quieren beneficiarse personalmente a partir de los escritos de ancestros nazis, criminales, y/o controlar la extensión del uso, eso es inaceptable y raya con lo obsceno.”

Yo diría que este episodio cruza ese umbral. Random House Alemania se propone apelar el caso ante la corte suprema alemana. Espero que prevalezcan.

Fuente: The Wall Street Journal

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México 

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