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jueves 21 de noviembre de 2024

Gilberto Bosques o el ejemplo de la dignidad

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SALVADOR DEL RÍO

La diplomacia
sustituye a la fuerza

Hipólito Taine

 

Signo destacado de la recuperación del prestigio de México en el mundo —erróneamente llamado liderazgo— fue el reconocimiento hecho en Francia a la figura de Gilberto Bosques, el diplomático que salvó a miles de hombres y mujeres de las persecuciones, hasta la muerte, del franquismo y el horror del nazismo en la Segunda Guerra Mundial.

La develación de una placa con su nombre en la alcaldía de Marsella y la designación de una calle dedicada a su memoria en ese puerto mediterráneo, en presencia de los presidentes François Hollande y Enrique Peña Nieto, marcaron uno de los mejores momentos de la visita de Estado del mandatario mexicano a ese país.

Durante la estancia de Peña Nieto en Francia fueron firmados 70 acuerdos sobre los más variados temas: intercambio y cooperación en materias científica, tecnológica, educativa y culturales; se plantearon las posibilidades para futuras inversiones en campos estratégicos para la economía y se habló de la importancia de la relación entre los dos países, así como de sus coincidencias en el enfoque del tratamiento a los problemas políticos en el contexto internacional.

Todo eso, de primordial importancia, se dio con el aliento de los principios de una política exterior compartida por México y Francia cuyos principios mencionó el Presidente Peña Nieto en Marsella: respeto a la autodeterminación de los pueblos y a su soberanía, voluntad de solución por la vía pacífica de todo conflicto y vocación por la preservación de la paz.

Gilberto Bosques fue nombrado por el presidente Lázaro Cárdenas cónsul en Marsella, la ciudad a donde se dirigían la mayor parte de los españoles republicanos, perdida la guerra civil que instaló la dictadura de Francisco Franco.

Las instrucciones del presidente eran precisas: conforme a ellas, Bosques, fiel intérprete de la política del México revolucionario de Cárdenas, llevó a cabo una tarea para promover el exilio de los perseguidos del franquismo. El primer barco, el Sinaia, partió a México con más de dos mil refugiados a los que siguieron alrededor de 30 mil que llegaron al país, en uno de los capítulos más brillantes de la diplomacia mexicana y de su política exterior.

Lo refugiados españoles arrostraban en la Francia ocupada por las fuerzas de Adolfo Hitler la misma amenaza de ser deportados a los campos de concentración y exterminio del Holocausto en el que vivieron y miles de ellos murieron.

Ratificado como cónsul en Marsella y aceptado por el gobierno de Vichy durante la ocupación nazi, Gilberto Bosques extendió su apoyo a los miles de alemanes —judíos en su mayoría— perseguidos por el régimen de Adolfo Hitler.

Entre los homenajes que el diplomático mexicano, fallecido en 1995, ha recibido, está el que se le rindió en la propia Alemania, en Berlín, por lo que se considera como una contribución al salvamento de miles de personas amenazadas de muerte en los campos de concentración del nazismo.

La Francia que recobró su libertad después de una larga resistencia y la Alemania que se emancipó del yugo nazi han reconocido el valor de la entrega de Gilberto Bosques. En México se lo tiene por una de las figuras más destacadas de su diplomacia y de entrega a las mejores causas de la democracia.

Con el acto celebrado en Marsella se reconoce no sólo a la persona de Gilberto Bosques, sino fundamentalmente a la política exterior mexicana en un mundo en el que los países y los seres humanos están cada vez más cercanos, refrenda esos principios de convivencia pacífica y de colaboración en busca del bienestar de sus pueblos.

Gazapos. Entre muletillas, lugares comunes y frases estereotipadas, en los medios de comunicación se encuentran expresiones que en su repetición pretenden adornar el idioma y darle supuestas corrección y elegancia. A propósito de la evasión de Joaquín Guzmán Loera de la cárcel del Altiplano, se escucha o se lee que El Chapo “se dio a la fuga”. Fórmula rebuscada cuando puede decirse simplemente que el delincuente se fugó. Darse, usando el verbo en reflexivo o pronominal, expresa la idea de entregarse o consagrase a algo: darse, entregarse a una tarea, a una actividad, a una profesión. El Chapo se fugó, tan simple aunque tan alarmante como eso.

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Fuente:razon.com.mx

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