SERGIO BACARI
Cuando los del grupo U2 escribieron la canción “Where the street have no names” muchos pensamos que estaba referida a la gran ciudad de New York en la cual, salvo las avenidas Madison, Park y Lexington, las demás son numeradas y no llevan nombres. Años más tarde explicó Bono que en realidad escribieron la letra en respuesta a la idea de que es posible identificar la religión de una persona y su procedencia tomando como base la calle en que vive, particularmente la de ellos en Belfast, Irlanda.
Si así fuera, tenemos que pensar seriamente el motivo por el cual decidimos vivir en la calle que vivimos. Para muchos de los israelíes la tarea es más difícil, a veces incluso ridícula. Cada municipalidad pone nombres a las calles de su ciudad a su manera, muchos usan los de personalidades históricas o políticas -aunque jamás escuché o conocí calles con nombre de nuestros profetas- a la supuesta avenida Moshe o Abraham la mayoría de las ciudades optaron por llamarlas en honor a líderes sionistas de la época contemporánea: Weizmann, Hertzel o Ben Gurión.
Los símbolos de la Torá tampoco se conocen y solo se nombran por medio de plantas o árboles. Nombres de batallas históricas, profesiones, lugares del país y también hay calles que se llaman con números.
El nombre de las calles además caracteriza a la ciudad y no es casual que una de las principales calles de Tel Aviv lleve el nombre de Albert Einstein mientras que en Jerusalem esta personalidad recibió una callejuela que casi nadie conoce. El gran Rabino Kook, por otra parte, tiene una de las más hermosas avenidas dentro de la capital.
Pero ¿qué pasa cuando uno vive en una calle cuyo nombre es exótico, gracioso o que nadie sabe a qué se refiere? ¿Cómo explicar o identificarnos? Una vez me saqué una foto en Buenos Aires en el cruce de las calles Estado de Israel y Palestina, otra vez me maté de la risa en el cruce de las calles Perón y Larrea (asociación libre). Acá en Israel no faltan ejemplos. En Tel Aviv decidieron llamar a una calle Almonit (Fulano) y a una calle vecina Plonit (Mengano); A otra la llamaron “Shvil Hajalav” y uno podría enorgullecerse porque así se llama a la “Vía Láctea” pero en Israel hay explicaciones del porqué del nombre en la parte inferior del cartel y lo que explican es que por esa calle había a principios del siglo pasado muchos negocios de leche.
Están los que viven en Jerusalem en la calle “Repartidores de agua” quienes durante la época de la Independencia cumplieron un papel trascendental cuando en las casas no salía agua de las canillas. La calle “Censurada” en Tel Aviv también suele sacar una risa al recorrerla hasta que aprendemos que ese era el apellido de un poeta llamado Eliakim Tzunzar (Eliakim Censurada).
Los que vivían durante la época del Mandato Británico en la calle la Reina Elisendra, vieron cómo en 1948 se le cambió el nombre por un tipo de reina judía en vez de católica y ahora se la llama “Helene Hamalka” quien fuera una reina que contribuyó en la construcción del Segundo Templo. Y los que viven en la calle “Hacia Dónde”. Bueno, si se preguntan hacia dónde, la respuesta está en la misma calle que no tiene salida y recuerda el nombre de la obra de arte de Mordejai Faierberg que pintó y así la llamó en referencia a sus primeros días en Palestina durante la Segunda Aliá. La calle “Jashish” ¿la conocen? ¡Existe en Netanya! ¿La calle Frayer? ¡También! Como así “Maestra Jardinera”. ¿Adivinen en qué barrio está la calle Rotchild, en uno pobre o rico?
Hay, como les conté, calles que de verdad son un chiste. En los años 80 había en Israel un programa de chicos “Rehov Sumsum” (la calle Sumsum) muy popular, que era la versión israelí de Sesame Street. En esos años se agrandó un barrio en Even Yehuda y en una calle había sólo una casa. A esta calle decidieron llamarla “Rehov Sumsum”. En esa casa vive hasta hoy día un pintor llamado Haimovsky que cientos de veces tuvo que llamar a las autoridades para que hicieran otro cartel de la calle ya que la gente lo ve, lo arranca y se lo lleva de recuerdo.
Yo personalmente viví en las calles Ha Aliah en Rehovot -lo simpático era que la numeración de esa calle llegaba al número 12 cuando en realidad no hubieron tantas Aliah, ja ja ja. Viví también en Jerusalem en la calle “Los 16” vaya a saber uno a qué se refiere; pero lo más gracioso (o triste) fue en mis años como inquilino en el Kibbutz Guivat Brener ; al no haber nombres de calles dentro del mismo, yo vivía “arriba de Mary” y era así como cada vez que daba mi dirección para recibir correo debían escribir
-Sergio Bacari, Kibbutz Guivat Brener, arriba de Mary y el código postal. El Banco, el recibo de sueldo y toda correspondencia aclaraba “Me’al Mary” (arriba de Mary) incluso años después de que esta gran vecina falleciera.
Ubicarse en Israel antes de la Era GPS era una comedia. Es que acá no hay una ley, no hay orden y es como que cada uno planificó su ciudad a su antojo; están las que son como laberintos y están las que son imposibles de entender. No es casual que justamente de este país haya nacido el Waze. Antes que lo conociéramos debíamos programar cada llegada a un lugar, y al preguntarle a alguien en la calle, este te hubiese explicado: —sigue un minuto derecho, en la estación de servicio dobla a la derecha, cuando veas la panadería de Yosi a la derecha, estaciona en la primera florería que veas y sube 33 escalones hacia la derecha….
Las calles son cortas y uno mismo puede cambiar 5 veces su nombre en su pequeño recorrido. La numeración es imposible de entender; muchas veces tienes un nombre de calle, una numeración pero con seis entradas diferentes… Si tienes la suerte y sabes el apellido de la persona, entonces recorres las casillas de correo que hay en las entradas y después de revisar 350 apellidos y teniendo la fortuna de que esa familia que buscas haya actualizado su casilla de correo, entonces los encontrarás.
Si alguna vez deciden comprar una casa, les aconsejo sea en una calle llamada “Vía Dolorosa” dentro de las murallas de Jerusalem. Les aseguro que no sólo el cartero llegará a ustedes con facilidad; yo seguramente los vaya a visitar sin necesidad de explicación alguna.
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