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domingo 22 de diciembre de 2024

En Gaza, campamentos de verano con AK47

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

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El diario EL MUNDO accede a uno de los campos de entrenamiento en los que Hamas entrena militarmente y adoctrina a jóvenes de entre 15 y 21 años

Con el final del curso académico y la llegada del verano, en la Franja de Gaza da comienzo otra edición de los campos de entrenamiento en los que Hamas sensibiliza políticamente, entrena militarmente y adoctrina, a través de su versión de la religión, a jóvenes entre 15 y 21 años de edad. Son los llamados ‘Brotes de la liberación’. Si el conflicto con Israel continúa, muchos serán futuros milicianos del brazo militar de Hamas. EL MUNDO pudo acceder a uno de ellos, a pesar del recelo con el que Hamas guarda la entrada a periodistas.

Liberación y vendetta

“Bienvenidos a los campos de entrenamiento de las Brigadas Ezzedin al-Qassam. Campos para hombres. Fábricas de héroes para el día del combate”. Los llamativos carteles que incluyen las palabras clave para atraer a jóvenes (hombres, héroes y combate) han surtido efecto y cientos de ellos acuden a los diferentes campos de entrenamiento de las brigadas, esparcidos por toda la Franja de Gaza. Los chavales acuden con ánimo patriótico y con esperanzas de vindicar la sangre derramada.

Ahmed forma parte, por primera vez en su vida, de una columna militar. Y lo hace en un campo donde entrenan milicianos de Qassam y algunos miembros de la policía de Hamas como lo fue su padre, muerto el 27 de diciembre de 2008. Ese día, Israel bombardeó la sede de la policía de Hamas en la ciudad de Gaza matando a docenas de oficiales. Sería el inicio de la operación Plomo Fundido (año 2008/9).

“A mí me gustaría liberar Palestina y la mezquita Al-Aqsa , cuenta Anás, de 15 años, niño refugiado. “Quiero ser un Qassam, como mi padre”. A Anás, al igual que al resto de chavales, le entusiasma la idea de tener una gorra y una camiseta nueva con la insignia de “la resistencia palestina”.

A su lado está Mahmud que procede de una familia de milicianos. Su hermano murió durante una operación de infiltración de Qassam en una base militar israelí durante la pasada operación Margen Protector en 2014. “Mi hermano murió como un héroe. Quiero ser como él, entrar en una base militar israelí por un túnel y enfrentarme cara a cara con el enemigo”.

Por su parte, Samir dice haber esperado cinco años para unirse a los campos. Señala que su primera razón es defender Palestina, como clama la mayoría de ellos, y la segunda vengar el alma de su hermano que “cayó mártir” en la operación Plomo Fundido. “Lo que más me gusta, de momento, es el entrenamiento con armas y que nos enseñan a resistir y luchar”, explica Samir.

Entre los chavales los hay también como Ismail, que titubea al dar una razón de por qué coger un arma. “Hay muchas razones”, comenta mientras mira hacia arriba. “Creo que lo hago para vengar a mi hermano y defender mi país. Ojalá pudiera hablar con un soldado israelí y preguntarle por qué han tomado nuestra tierra y por qué nos están haciendo esto a nosotros”.

Entrenando a futuros combatientes

Los entrenadores, que visten un uniforme militar de idéntico color que los soldados israelíes, insisten en que sus objetivos son también “preparar a esta generación que puede caer en las drogas u otro tipo de corrupción como el alcohol o el adulterio”. Lo cuenta Abu Muyahed (nombre ficticio que él mismo se atribuye) señalando que los palestinos en Gaza deben estar preparados en caso de invasión israelí. “Lo mínimo es que estos jóvenes puedan proteger a sus familias. Les preparamos a nivel psicológico, espiritual y físico para combatir al enemigo israelí”, señala Abu Muyahed.

En los campos se desarrolla un programa con clases de primeros auxilios, nociones de seguridad, defensa y rescate civil, métodos para evitar la captación israelí de colaboradores en Gaza o sobre qué hacer en caso de bombardeo con gases peligrosos. El entrenamiento militar incluye cómo utilizar un RPG o una ametralladora, entre otras armas.

“Aquí también les damos comida”, continúa Abu Muyahed. “No cobramos nada, no hay tarifas. A nosotros los entrenadores tampoco nos pagan. Todos somos voluntarios. Después de esta semana hay un programa educativo y cultural que se imparte en las mezquitas. Les preparamos de manera continua. Creemos que si no preparamos a esta generación, no habrá futuro”.

Es el futuro, precisamente, el que se le presenta complicado a Mohamed. Su padre murió en el bombardeo israelí contra una escuela de la UNRWA en Yabalia, en julio de 2014. Él ya no puede volver a su hogar, las devastadas torres Nada en Beit Hanún, y vive con familiares en Yabalia.

Mohamed repite las mismas palabras que ha oído a sus compañeros, quiere liberar Palestina y Jerusalén, pero los labios le tiemblan y los ojos se tornan llorosos cuando cuenta cómo murieron sus padres. “Cuando bombardearon la escuela de la UNRWA donde nos refugiábamos, mi madre fue malherida y mi padre salió con mi tío a buscar una ambulancia. Le llamé por teléfono pero no respondía. No lo volví a ver con vida”.

Fuente: El Mundo

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