LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO
En los albores del cristianismo, cuando los romanos destruyeron el Templo de Jerusalén (70 DC) y expulsaron a los judíos de Israel, se inició una creciente corriente antisemita en el Medio Oriente y en Europa, principalmente; las actitudes antijudías originalmente tuvieron un carácter religioso, que con el tiempo adquirieron tintes racistas, políticos, económicos y sociales.
Las conductas antisemitas alentadas por la Iglesia Católica llegaron a su clímax con la Inquisición y la expulsión de los judíos de España al final del siglo XV.
Durante varios siglos los judíos fueron hostigados y vejados en toda Europa, cientos de miles fueron asesinados; los actos violentos contra los judíos frecuentemente se fundamentaron en absurdos mitos, entre otros, que los judíos mataban a niños cristianos para utilizar su sangre en sus ritos de pascua o que los judíos habían envenenado ríos, manantiales y pozos, con lo que se provocó la peste bubónica en Europa entre 1,346 y 1,361, la más devastadora de la humanidad, que provocó entre 50 y 80 millones de muertes solo en ese continente, además de decenas de millones de víctimas cuando la epidemia se extendió a China, India, el Medio Oriente y el Norte de África.
La paranoia contra los judíos derivó en la desaparición de numerosas comunidades judías en Europa y el exterminio de seis millones de ellos durante la Segunda Guerra Mundial. Con el Holocausto no fue extirpado el cáncer antisemita; millones de judíos emigraron a EUA, Canadá y Australia, entre otras naciones, y a ellas llegaron las hordas nazis y otros grupos racistas para continuar promoviendo el odio y la violencia contra los judíos. Miles de criminales y jerarcas nazis evadieron la justicia al término de la guerra; un número importante de ellos, protegidos por el gobierno de EUA, se establecieron en ese país, otros huyeron a Sudamérica; asimismo, recibieron “refugio” en países árabes en donde trabajaron para sus gobiernos; vivieron en la impunidad y en el anonimato.
Por otra parte, con la creación del Estado de Israel en mayo de 1948, surgieron conflictos bélicos entre este último y sus vecinos árabes que aún no han concluido; en este ámbito, más de ochocientos mil judíos que vivían en Marruecos, Nigeria, Túnez, Libia, Irán, Irak, Yemen, Líbano, Siria y otras naciones árabes fueron expulsados donde habían residido por siglos; sus propiedades y otros activos les fueron confiscados sin recibir indemnización alguna.
Una nueva corriente antisemita apareció en Europa con la emigración árabe al continente, al final de los cincuentas del siglo pasado, que no tuvo dificultades de asentarse en un principio en Alemania donde había escases de mano de obra. Más adelante, la falta de oportunidades de vida para la población en diferentes países árabes y por el surgimiento de miles de refugiados, fruto de guerras, se desató una migración masiva de árabes a Europa, EUA y Canadá, entre otros países.
En la migración de árabes se infiltraron fundamentalistas islámicos que junto con el empoderamiento de partidos racistas europeos, algunos de ellos representados en los parlamentos, e incluso, en el Parlamento de la Unión Europea; así surgió un ambiente antisemita y xenofóbico en el que el antiguo odio hacia los judíos se desplazó al Estado de Israel; la excusa ahora es “las atrocidades de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) contra los palestinos, y el régimen de Apartheid que les aplica el gobierno israelí. El odio contra judíos e israelíes surge de organizaciones emanadas de grupos terroristas islámicos que han desatado una violencia inusitada. Paradójicamente, la nueva izquierda y los medios masivos de comunicación en Europa están haciendo repetidos llamados para deslegitimizar al Estado de Israel y a las FDI; empero, callan cuando los terroristas violan los derechos humanos de minorías cristianas o musulmanas. En el verano del 2014 las fuerzas antijudías condenaron a las FDI cuando en un acto de legítima defensa contra los miles de misiles lanzados desde la Franja de Gaza a Israel por los terroristas de Hamas, atacaron a estos últimos; empero, poco dijeron en relación a que Hamas utilizó a su propia población como escudos humanos para defenderse de los bombardeos de las FDI.
La fiebre antijudía encabezada por Irán ha llegado a Latinoamérica, la alianza comercial y militar que estableció el difunto presidente de Venezuela, Hugo Chávez con Irán y, continuada por Nicolás Maduro, ha sido un paso importante en difundir el antisemitismo en el Eje Bolivariano del Continente (Argentina, Ecuador, Bolivia, Nicaragua), además de que le sirvió al régimen de los ayatolas para salir parcialmente del aislamiento internacional que ha experimentado por las sanciones que le impuso Occidente por su programa nuclear. Ciertamente, el “pacto de sangre entre el presidente Ahmadineyad y Hugo Chávez facilitó movimientos financieros opacos, destinados a destensar la cuerda sancionadora que apretaba el cuello iraní”. En este ámbito, Hugo Chávez llegó a tratar con el gobierno de Irán sobre la posibilidad de desarrollar en Venezuela un sistema de misiles de mediano alcance. Es un secreto a voces que desde el gobierno de Chávez, Hezbolá apoyado por Irán, participa en el tráfico de drogas y lavado de dinero con las FARC de Colombia; igualmente, legisladores de EUA han denunciado que carteles de la droga de México realizan operaciones con miembros de Hezbolá.
Por lo demás, hay evidencias de que Irán es culpable del atentado a la Asociación Mutualista Israelita Argentina (AMIA) realizado contra esa institución en Buenos Aires en 1994. Las autoridades argentinas protegieron en aquél entonces a los terroristas y a sus cómplices locales; la actual mandataria de Argentina también ha encubierto a los terroristas, hecho que el fiscal de ese país, Alberto Nisman, denunció y estuvo a punto de presentar en las Cortes antes de ser asesinado.
El antisemitismo sigue una línea ascendente, incluso en EUA, no solo a nivel de la población en general, sino particularmente en los campus universitarios; respecto a esto último, en un estudio realizado por el Maurice Cohen Center de la Universidad de Brandéis, el 75.0% de los estudiantes judíos encuestados, de un universo de 3,200, casi tres cuartas partes fueron sujetos a declaraciones antisemitas; destacó que 25.0% del total enfrentaron un “problema considerable o muy grande” de la hostilidad hacia Israel en el campus y otro porcentaje similar mencionó haber sido culpado por las acciones de Israel por ser judíos. ¿Cuándo terminará la fobia hacia los judíos y a otros grupos étnicos religiosos? No en el corto plazo; la pandemia de odio y violencia está creciendo de manera irrefrenable.
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