SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO – Durante los años de negociación Occidente no ha hecho más que ceder y ceder.
Por Ronen Bergman
El 26 de noviembre de 2013, tres días después de la firma del acuerdo provisional (JPOA) entre las potencias e Irán, la delegación iraní volvió a casa para informar a su gobierno. De acuerdo a la información obtenida por la inteligencia israelí, había una sensación de gran satisfacción en Teherán después por el acuerdo y la confianza de que en última instancia, Irán sería capaz de persuadir a Occidente a que se adhieran a un acuerdo final favorable a Irán. El acuerdo final, firmado en Viena, parece justificar esa confianza. La inteligencia en una franja a la cual tuve acceso el mes pasado, revela que los delegados iraníes dijeron a sus superiores, entre ellos uno de la oficina del líder supremo, el ayatolá Jamenei, que “nuestro logro más significativo” en las negociaciones fue el consentimiento de Estados Unidos para el enriquecimiento continuo de uranio en territorio iraní.
Tiene sentido. El reconocimiento de Occidente del derecho de Irán a realizar el ciclo completo de combustible nuclear o el enriquecimiento de uranio era un giro completo de la posición declarada por EEUU antes y durante las conversaciones. Altos funcionarios estadounidenses y europeos que visitaron Israel inmediatamente después de que comenzaran las negociaciones con Irán a mediados de 2013 declararon, según los protocolos de estas reuniones, que a causa de las repetidas violaciones de Irán del Tratado de No Proliferación Nuclear, “Nuestro objetivo es que en el acuerdo final [con Irán] no haya enriquecimiento en absoluto” en territorio iraní. Más tarde, en un discurso en el Foro Saban en diciembre de 2013, el presidente Barack Obama reiteró que, en vista del comportamiento de Irán, Estados Unidos no reconoce a Irán el derecho a enriquecer material fisible en su suelo.
En febrero de 2014, el primer colapso de este compromiso fue evidente, cuando la jefa de la delegación estadounidense en las conversaciones con Irán, Wendy Sherman, dijo a las autoridades israelíes que, si bien a Estados Unidos le gustaría que Irán detuviera el enriquecimiento de uranio por completo, esta no era “una expectativa realista”.
Funcionarios de la cancillería iraní, durante las reuniones de Teherán tras el JPOA (el acuerdo provisional), admitieron que, desde el momento que se estableciera un principio del derecho de Irán a enriquecer uranio, serviría de base para el acuerdo final. Y, en efecto, el acuerdo final, firmado a principios de este mes, confirmó esa valoración.
Las fuentes que me otorgaron acceso a la información recogida por Israel sobre las conversaciones de Irán subrayaron que no se obtuvo a través de espionaje contra Estados Unidos. Viene, dijeron, a través del espionaje israelí contra Irán, o contactos de rutina entre funcionarios israelíes y representantes del P5 + 1 en las conversaciones. Las fuentes me mostraron sólo lo que ellos querían que yo viera, y en estos casos siempre hay un riesgo de fraude e invención. Dicho esto, estas fuentes han demostrado ser confiables en el pasado, y en base a mi experiencia con este tipo de material parece ser bastante creíble. No menos importante, lo que se desprende del material clasificado obtenido por Israel en el curso de las negociaciones es corroborado en gran parte por los detalles que se han hecho públicos desde entonces.
A principios de 2013, indica el material, Israel supo por sus fuentes de inteligencia en Irán que Estados Unidos llevó a cabo un diálogo secreto con representantes iraníes en Muscat, Omán. Sólo hacia el final de estas conversaciones, en las que los estadounidenses persuadieron a Irán de entablar negociaciones diplomáticas respecto a su programa nuclear, recibió Israel un informe oficial al respecto por parte del gobierno de Estados Unidos. Poco después, la CIA y la NSA redujeron drásticamente su cooperación con Israel en las operaciones destinadas a interrumpir el proyecto nuclear iraní, operaciones que habían acumulado importantes éxitos en la última década.
El 8 de noviembre de 2013, el secretario de Estado John Kerry visitó Israel. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, le vio bajar en el aeropuerto Ben Gurion y le dijo que Israel había recibido información que indicaba que Estados Unidos estaba dispuesto a firmar “un acuerdo muy malo” y que los representantes de Occidente se retiraban gradualmente de las mismas líneas en la arena que se habían marcado a sí mismos.
La lectura de Netanyahu del material en el que se basaba, y más que ha entrado desde aquel intercambio enojoso en la pista, deja dos conclusiones bastante claras: los delegados occidentales abandonaron casi todos los temas críticos en los que ellos mismos habían resuelto no ceder, y también que habían prometido claramente a Israel que no lo harían.
Una de las promesas hechas a Israel era que no se permitiría a Irán almacenar uranio. Más tarde se dijo que sólo una pequeña cantidad se quedaría en Irán y que por encima de esa cantidad sería transferido a Rusia para su procesamiento que lo inutilizaría para fines militares. En el acuerdo final, a Irán se le permitió mantener 300 kgs de uranio enriquecido; el proceso de conversión se llevaría a cabo en una planta iraní (apodada “Fábrica de basura” por la inteligencia de Israel). Irán también sería responsable del tratamiento o la venta de la enorme cantidad de uranio enriquecido que se ha acumulado hasta hoy, unas 8 toneladas.
El caso de la planta de enriquecimiento secreto en Qom (conocida en Israel como Fondo para el Fordo) es otro ejemplo de las concesiones a Irán. El centro fue erigido en flagrante violación del Tratado de No Proliferación, y los delegados del P5 + 1 prometieron solemnemente a Israel en una serie de reuniones a finales de 2013 que sería desmantelado y sus contenidos destruidos. En el acuerdo final, se autorizó a los iraníes a conservar 1.044 centrifugadoras en su lugar (actualmente hay 3.000) y participar en la investigación y el enriquecimiento de los radioisótopos.
En la principal instalación de enriquecimiento de Natanz (o Kashan, nombre utilizado por el Mossad en sus informes) los iraníes continuarán operando 5.060 centrifugadoras de las 19.000 que hay en la actualidad. Al principio de las negociaciones, los representantes occidentales exigieron que las centrifugadoras restantes sean destruidas. Más tarde se retiró esta demanda, y ahora los iraníes solo han tenido que comprometerse a conservarlas en naftalina. De esta manera, se podrán volver a instalar en muy corto plazo.
La inteligencia israelí señala dos plantas en la industria militar de Irán que se dedican actualmente a la elaboración de dos nuevos tipos de centrífuga: las plantas de Teba y Tesa, que están trabajando en el IR6 y la IR8 respectivamente. Las nuevas centrifugadoras permitirán a los iraníes configurar instalaciones de enriquecimiento más pequeñas que son mucho más difíciles de detectar y que acortan el tiempo de receso de salida a una bomba si y cuando decidan abandonar el acuerdo.
Los iraníes ven el trabajo continuado de las centrifugadoras avanzadas como muy importante. Por otro lado dudan de su capacidad para hacerlo de forma encubierta, sin correr el riesgo de exposición y ser acusados de violar el acuerdo. Por lo tanto, los delegados de Irán recibieron instrucciones para insistir en este punto. El presidente Obama dijo en el Foro Saban que Irán no tiene necesidad de centrifugadoras avanzadas y sus representantes prometieron a Israel en varias ocasiones que no se permitiría en ellas nuevas actividades de I + D. En el acuerdo final, a Irán se le permite continuar desarrollando las centrifugadoras avanzadas, aunque con ciertas restricciones que los expertos de la Comisión de Energía Atómica de Israel creen tener sólo una eficacia marginal.
En cuanto al tiempo de espera para construir la bomba, en el inicio de las negociaciones, los delegados occidentales decidieron que sería “al menos un número de años”. Bajo el acuerdo final, este se ha reducido a un año de acuerdo con los estadounidenses, e incluso menos según los expertos nucleares israelíes.
A medida que se acercaba la firma del acuerdo, tuvieron lugar foros de discusión en Irán, tras lo cual se instruyó a sus delegados a insistir en no revelar hasta qué punto el país había avanzado en los aspectos militares de su proyecto nuclear. Durante los últimos 15 años, la Internacional de la Energía Atómica ha acumulado gran cantidad de material -parte presentado por sus propios inspectores y parte presentado por las agencias de inteligencia, sobre el esfuerzo secreto de Irán para desarrollar los aspectos militares de su programa nuclear (que los iraníes llaman por los nombres en clave PHRC, AMAD y SPND). El OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica) divide esta actividad en 12 áreas diferentes (metalurgia, temporizadores, fusibles, fuente de neutrones, pruebas hidrodinámicas, adaptación ojiva del misil Shihab 3, explosivos, y otros) todos los cuales tienen que ver con el trabajo de I + D que se debe hacer con el fin de poder convertir el material enriquecido en una bomba atómica real.
La AIEA (Agencia Internacional de Energía Atómica) exigió respuestas concretas a una serie de preguntas sobre las actividades de Irán en estas esferas. El organismo también pidió a Irán que le permita entrevistar a 15 científicos iraníes, una lista encabezada por el Prof. Mohsen Fakhrizadeh, a quien el Mossad ha apodado “El cerebro” detrás del programa nuclear militar. Esta lista se ha vuelto más corta porque seis de los 15 han muerto como consecuencia de los asesinatos que los iraníes atribuyen a Israel, pero no se ha dado acceso a los otros nueve. Tampoco se ha permitido que inspectores del OIEA visiten las instalaciones en las que tienen lugar las actividades sospechosas. Occidente insistió originalmente en estos puntos, sólo para retirarlos y dejarlos sin resolver en el acuerdo.
A mediados de 2015 una nueva idea surgió en uno de los debates celebrados en Teherán: Irán se compromete a no importar misiles, siempre y cuando su propio desarrollo y la producción no se vea limitado. Esta idea también se refleja en el acuerdo final, en el que se permite a Irán desarrollar y producir misiles, los sistemas vectores de armas nucleares. Cuanto más tiempo duraban las negociaciones, más fue creciendo la lista de concesiones hechas por Estados Unidos a Irán, incluido el derecho a dejar el reactor de agua pesada y la planta de agua pesada en Arak en su sitio y aceptar la negativa de Irán a acceder al sospechoso lugar.
Se puede discutir la manera que Netanyahu eligió para llevar a cabo la disputa sobre el acuerdo nuclear con Irán, por el choque frontal y sin rodeos con el presidente estadounidense. Dicho esto, el material de inteligencia en el que él confiaba da lugar a conclusiones bastante ambiguas: que los delegados occidentales cruzaron todas las líneas rojas que se habían marcado y concedieron la mayor parte de lo que se denominó crítico desde el principio; y que los iraníes han logrado casi todos sus objetivos.
Fuente: Tablet
Traducido por Silvia Schnessel para Enlace Judío México
Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico
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