Juntos venceremos
domingo 22 de diciembre de 2024

Ex alumna del Colegio Sefaradí, Gina Roditi es finalista del “Master Chef” mexicano (+ su receta de la sopa de tortilla)

ELENA BIALOSTOCKY PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

El pasado abril se publicó la convocatoria para participar en el  reality “Master Chef México”. Gina Roditi, ama de casa, casada, con tres hijos y dos nietos, tomó la decisión de inscribirse y en el lapso de dos días había llenado el formulario de inscripción y preparado un video con la preparación de un platillo.

El martes 11 de agosto tuvimos el gusto de que Gina nos recibiera en su casa para platicarnos sobre su  experiencia en “Master Chef”.

“Estudié en la Escuela Sefaradí y soy miembro activo de la Comunidad Sefaradí. Desde muy chica me ha gustado cocinar, llegué a la conclusión de que si te gusta comer serás una buena cocinera.  Mi abuelita Raquel fue la base para iniciarme en la cocina, recuerdo que con ella todo funcionaba alrededor de ésta. También  me gusta la venta, vendo todo lo que me pongan enfrente.

Entrar a “Master Chef México” fue una decisión de momento: mi marido vio el anuncio, me lo comentó y ahí fue que decidí inscribirme. Ese mismo día llené la solicitud; inmediatamente, me di cuenta  que tenía que mandar junto con la inscripción un video con la preparación de un platillo. Mi hermana y la familia me ayudaron a comprar todo lo necesario, hacer el video y llenar la solicitud. Todo comenzó el lunes; para el miércoles ya había yo mandado todo. Más tarde me llegó la carta con la fecha del 14 de abril para presentarme y preparar el platillo.

Los castings se hicieron en muchas ciudades de la república y creo que hubo cuatro mil quinientas solicitudes.  Del total de personas que se presentaron primero se seleccionaron 300. De ahí en adelante estuvieron presentes los tres chefs, que fueron los jueces todo el tiempo: el Chef Benito Molina, que tiene un restaurante en Ensenada;  la Chef Betty Vázquez, dueña de un restaurante en la Riviera Nayarit y el Chef Adrián Herrera que posee un restaurante en Monterrey.

 Teníamos que llegar con nuestro platillo para montarlo en el lugar, después se seleccionarían 50 personas, fue cuando me entregaron un cucharón con el logo de Master Chef. Ese día yo presenté un sampler de postres muy mexicanos que constaba de Pay de Limón, Gelatina de Mazapán y Creme Brulée de Mamey; de ahí quedamos 25, y posteriormente sólo 18,  que aparecemos en el programa.

La selección se hizo en locaciones de Televisión Azteca. Tuvimos que quedarnos en una casa durante todas las semanas que duró la eliminatoria. En cada programa se fue eliminando a uno de los participantes. Ya están grabados todos los capítulos hasta la final. Las personas que llegaron a la final tuvieron que quedarse en la casa aproximadamente dos meses, sin contacto con el exterior ni la familia; sólo nos dejaban comunicarnos por Internet o teléfono unos cuantos minutos cada día.

En un principio yo no entendí por qué te sacaban de tu vida diaria y te reclutaban, pero al paso de los días me di cuenta que la primera de las razones, y la más importante, es la convivencia con toda la gente con la que estás; la segunda es que te vas sumergiendo en cocinar, todas la pláticas se basaban en eso.

En general no sabemos cocinar “mexicano”. Hacer chilaquiles no quiere decir que sabemos   elaborar comida mexicana; va más allá. Las pláticas con todos los concursantes me hicieron entender más qué es la cocina mexicana.

Por selección, a mí me tocó compartir el cuarto con una monja, la Hermana Flor. Fue muy simpático que a la única judía y a la única monja nos tocara estar juntas en la misma habitación. Hablamos mucho de la religión judía y la católica; después de platicar nos dimos cuenta que no son muchas la diferencias que hay entre las dos religiones. La Hermana Flor es una persona que transmite mucha paz.

Por la edad y por ser una Idishe mame (madre judía) muchos de los participantes se referían a mí como “la mamá”.

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En una presentación el Chef Herrera me dijo que lo estaba engañando, que no era una ama de casa: fue en una de las primeras, cuando tuve que preparar una hamburguesa de pescado. Para mí no era un gran reto, era pescado y tenía que sazonarlo muy bien, el emplatado quedó muy bonito, fue cuando me dijo:“Me estás engañando, tú no eres ama de casa, tu plato está digno de un Master Chef”. Después de estas palabras yo no cabía en mí. En general  mis platillos les gustaban a los chefs, no sé si la presentación fue lo mejor, pero el sabor les gustaba mucho”.

En Master Chef no existen las recetas, lo que se te ocurra en el momento de abrir tu caja sorpresa  y ver lo que hay adentro es cuando tienes que idear cómo lo vas a hacer. Durante el programa, desde que abres la caja, tienes como máximo sesenta minutos para preparar tu platillo y ochenta minutos para un postre. En este tiempo está incluida la explicación del platillo que vas a preparar. Si tienes que correr por la licuadora, sartenes y todos los utensilios necesarios para cocinar, es tiempo real.

Esta experiencia, tomando en cuenta del 1 al 10, la calificaría con 25.  Es una experiencia increíble, realmente no hemos visto nada en la televisión, es como “ir calentando motores”. En este momento, quedamos doce, pero vamos a llegar a tres finalistas. Ya se terminaron de grabar todos los programas, así que aún falta por verse muchos más.

Definitivamente lo volvería a hacer. Mi marido dice que fue mi segunda Hajshará (experiencia  de  vivir en Israel), la primera a los 18 años y la segunda a los 60. Para mí el tiempo que pasé en Master Chef fue como irme de vacaciones, no había presiones y estaba yo centrada en la cocina que tanto me gusta. Una parte muy importante es que nos convertimos en una familia.

Nosotros, como judíos, nos reprimimos mucho en este tipo de experiencias, no las hacemos.  No nos exponemos, muchas veces decimos: ¿Qué va a pensar el de al lado? ¿Por eso no lo hacemos? No nos debemos de privar de las cosas por el qué dirán.

Me preocupan mucho las chavas de ahora; que no cocinan, pues les da miedo la cocina. Parte de lo que les quiero transmitir es que pueden cocinar rico, sano, sin aceite y sin todas las cosas nuevas que les han metido en la cabeza. No le tengan miedo a la cocina, es muy divertida. Cuando ustedes ven mi “cara de sonrisa” en el programa, es que la estoy pasando muy bien”, dijo.

Posteriormente, Gina nos compartió su receta de Sopa de Tortilla.

 “Sopa de Tortilla”

Ingredientes para el caldo:

1 chile guajillo

¼ de cebolla

1 lata de puré de tomate

1 diente de ajo

Consomé en polvo, sal gruesa  y pimienta

1 cucharadita de azúcar

Guarnición:

Tortilla frita en tiritas

Queso Panela en cuadritos

Aguacate en trocitos

Cebolla picada finita

Crema

Chile Pasilla

Modo de preparar el caldo:

Se muelen todos los ingredientes menos el chile. Se hierve un poco de agua y se pone el chile a suavizar, se saca del agua y se pone en el caldo para que le dé sabor. Ya que hirvió se prueba para checar la sal.

Modo de Emplatarse:

En un plato extendido, se van colocando las guarniciones, (como lo vemos en las fotos), se vierte el caldo bien caliente y a saborear una buena Sopa de Tortilla.

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