AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – La historia y el presente de la inmigración de los judíos de origen sirio en Argentina fue uno de los temas abordados el domingo 16 de agosto en el sexto Simposio Internacional de Estudios Sefaradíes que se realiza en Buenos Aires.
“Los judíos sirios, desde el inicio del siglo XX, se desarrollan fundamentalmente en el comercio, sobre todo en la industria textil”, señaló la historiadora Susana Brauner, profesora e investigadora de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, de Argentina.
La experta explicó que estos inmigrantes se establecieron en Buenos Aires, en los barrios de Once y Barracas, levantaron fábricas en los suburbios de la ciudad y abrieron sucursales en el interior de Argentina y oficinas de compra en el exterior.
La especialista dijo que estos inmigrantes provenían de Damasco y Alepo, y progresaron con negocios familiares, destacando los casos de las familias Teubal y Sutton, con importantes activos en la industria textil, la producción de perfumes, y la hostelería.
Brauner es una de los 35 investigadores y estudiosos en temas relacionados con el rico patrimonio de la cultura judía sefaradí que se reunieron el domingo en el sexto Simposio Internacional de Estudios Sefaradíes, realizado en la Universidad Maimónides, en Buenos Aires.
El programa del simposio, organizado por el Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefaradí (CIDiCSef), incluye mesas redondas sobre temas como literatura, historia, filosofía, y religión.
Como parte del análisis de la presencia de los judíos sirios en Argentina, el periodista y escritor Walter Duer, del CIDiCSef, abordó la evolución de los judíos damascenos en el barrio de Flores, Buenos Aires.
Duer destacó el establecimiento en Flores, en 1913, de Agudath Dodim, a la que calificó como “la comunidad judeo-siria de Damasco más grande de Argentina”.
“Los primeros trabajos de estos inmigrantes fueron como vendedores ambulantes y, a medida que fueron creciendo, establecieron sus propios negocios”, señaló el periodista.
Duer relató cómo Flores se ha convertido en un “pandemonio” por la “anomia” de la explosión de la venta ilegal en las calles.
“¿Los judíos sirios que continúan en el barrio, hijos y nietos de inmigrantes que arrancaron como vendedores ambulantes, reciben con agrado a estos vendedores ambulantes del siglo XXI que son los manteros? No”, aseveró el periodista.
“Los sirios estaban en una tierra de progreso, mientras que este nuevo grupo pertenece a una estructura viciada, donde la escala social es prácticamente imposible. Además, realizan el mismo negocio sin pagar los costos asociados de impuestos”, señaló.
Duer advirtió que por la expansión del comercio ilegal en Flores, los judíos que antes se dedicaban al negocio textil ahora migran a otros negocios, mientras que aquéllos que lograron un ascenso de escala social se fueron a otros barrios más pujantes, como Belgrano y Palermo.
Asimismo, remarcó que entre los judíos de Flores hay un cambio hacia la ortodoxia religiosa que está “expulsando” a miembros de la comunidad “que no se ven reflejados con en ese giro”.
En tanto, la psicóloga María Cherro de Azar del CIDiCSef, disertó sobre la expulsión de los judíos sirios de los países árabes.
“Más de 850,000 judíos vivían hasta 1948 en los países árabes, de los cuales, había 30,000 en Siria. A partir de entonces, creció la animosidad contra los judíos por parte de los árabes”, dijo la experta.
Cherro de Azar recordó que ya en 1929 se registraron en Alepo “terribles persecuciones y matanzas” y, “a partir de entonces, empezó a enrarecerse el clima para los judíos de Siria, preparando las condiciones para el estallido final de lo que durante 1,500 años había sido, en términos generales, una convivencia entre judíos y árabes”.
La también psicóloga e investigadora Dulce Suava del CIDiCSef abordó el caso de los inmigrantes judíos en Brasil y el de su propio padre, el empresario Alberto Suaya, que emigró de Beirut a Santa Catarina, primero, estableciéndose luego en San Pablo.
Dulce Suaya destacó el rol de la comunidad inmigrante para dar contención a los coterráneos en países de destino “tan diferentes en cuanto a la cultura, el lenguaje y la geografía”.
“Llegar a un país y encontrar a alguien que lo reciba no es poca cosa. El segundo elemento es la pertenencia étnico-religiosa: fue otro de los espacios que albergaron a los que recién llegaban, escapando de persecuciones y crisis económicas”, señaló la investigadora.
Suaya destacó el rol de las sinagogas para la inserción de los inmigrantes judíos, estableciendo “lazos sociales que iban más allá del culto”.
Fuente: El Periódico de México.
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