NADIA CATTAN Y MIRIAM BALEY PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Los rollos del Mar Muerto son una colección de 972 manuscritos que fueron encontrados en las cuevas de Qumrán, situadas a dos kilómetros del Mar Muerto, en el Estado de Israel.
Los primeros rollos que salieron a la luz fueron descubiertos por dos pastores beduinos en el año de 1947. Este descubrimiento motivó la búsqueda de arqueólogos de todo el mundo, lo que dio como resultado el hallazgo de históricos documentos en once cuevas más.
Dentro de los rollos del Mar Muerto, se encuentran los textos bíblicos más antiguos encontrados hasta la fecha, pues estos datan del año 250 a.C.
Hoy en día, la mayor parte de estos rollos se encuentran resguardados en el Museo de Israel en Jerusalén; pero algunas piezas están en el Museo Rockefeller de Jerusalén, y en el Museo Arqueológico de Amán, en Jordania.
Enlace Judío se encontró con el curador de los rollos del Mar Muerto, el Dr. Adolfo Roitman, quien tiene bajo su responsabilidad estos invaluables pergaminos.
Nadia Cattán: ¿Qué significa ser curador?
Adolfo Roitman: Un curador, de manera general, es aquélla persona responsable de una colección, que puede ser desde los manuscritos a una colección de cuadros, todo tipo de objetos que la función del curador es ocuparse de su preservación física. No necesariamente él ocupándose de ellos sino derivando a los expertos que se habrán de ocupar del mantenimiento de esos artefactos que son parte de la cultura material de la humanidad. Y luego de esa función básica, la función del curador es exhibir, investigar y difundir el conocimiento a partir de estos objetos como parte de una tradición cultural.
NC: Se piensa que estos textos fueron escondidos por los esenios en tiempos en los que el Imperio Romano los perseguía. ¿Nos podrías platicar un poquito sobre quiénes eran estas personas y por qué se vieron orilladas a tener que esconder estos documentos?
AR: La hipótesis esenia, identificando a los hombres de la comunidad del Mar Muerto como tal, es una hipótesis muy arraigada en la investigación, aún cuando hay que mencionar que el término “esenio” no aparece mencionado en ningún manuscrito del Mar Muerto, y tiene que ver más bien con la reconstrucción, con las hipótesis sugeridas por los investigadores.
Asimismo, la idea de que los manuscritos fueron escondidos -a propósito- de los romanos por estos miembros de la comunidad, es también una hipótesis que en la actualidad no todos están dispuestos a aceptar. Hay quienes creen que algunos de los manuscritos fueron puestos en las cuevas porque ya eran inutilizables. Algo parecido a una guenizá; los judíos enterramos un sefer Torá que ya no está en uso. Y algunos incluso creen que estos manuscritos no tenían que ver con la comunidad del Mar Muerto sino con otro grupo, probablemente, que había huido de Jerusalén y que, por casualidad o no, se escondió también en el área de Qumrán.
NC: Tengo entendido que en el Museo de Israel se encuentran réplicas exactas de estos rollos. ¿En dónde se encuentran los documentos originales?
AR: Tenemos en exhibición solamente una réplica, que es el famosísimo rollo de Isaías, el manuscrito bíblico más antiguo y más completo hallado en el mundo, en Qumrán. Pero el resto de manuscritos que tenemos en exhibición son los originales. Lo que pasa es que a veces confunde a la gente el hecho de que esos manuscritos estén en buen estado de preservación. Parecen casi copias, y no los verdaderos.
En mi colección tengo 8 manuscritos, que son los mejor preservados y los más extensos del mundo y, como dije, todos ellos están en exhibición, o fragmentos de ellos en exhibición, a excepción del rollo de Isaías, del cual solo tenemos un fragmento en exhibición, pero el rollo completo es un facsímil, una copia.
NC: En el mismo museo, entonces.
AR: Como todo museo, tenemos un depósito. En este caso, es una habitación muy segura, ante cualquier daño o acción delictiva. Son dos habitaciones, en las cuales está controlada la temperatura, la humedad, creando las condiciones óptimas para la preservación de estos documentos.
NC: Me imagino que los rollos pasaron por varias manos antes de llegar al lugar indicado. ¿Cuáles son las vicisitudes que tuvieron que atravesar estos documentos tan importantes?
AR: Los manuscritos recorrieron un camino muy grande antes de llegar a las manos cuidadosas del museo. Y en ese sentido podemos decir que es no solamente un milagro que esos documentos de hace dos mil años hayan llegado hasta nosotros sino que es un milagro que hayan llegado en las condiciones en que llegaron. Por ejemplo, tanto los beduinos como los vendedores y comerciantes de antigüedades que adquirieron los rollos no tenían ninguna intención o, incluso conocimiento, para saber cómo preservar estos documentos. Hay que recordar que estos documentos eran pasados de mano en mano sin tener en cuenta los cambios de temperatura y de humedad, y muchos casos por ejemplo los manuscritos fueron llevados en viajes trasatlánticos y fueron exhibidos en distintas condiciones sin saber realmente cuál era la mejor manera de presentarlos. Pero, además de eso, una vez que ya llegaron, digamos, a manos profesionales, tampoco se sabía a ciencia cierta- estamos hablando de los años 50, 60, 70 y 80- cómo tratar estos manuscritos porque no hay ningún hallazgo parecido en el mundo. Cuando se llegó a tratar esos manuscritos, muchas veces se les dio un tratamiento que hoy sabemos que era equivocado. Por ejemplo, se les trataba como si fueran manuscritos de la época medieval, mientras que los cueros de Qumrán fueron tratados con materiales muy distintos a esos manuscritos medievales. Y puedo contar una anécdota de cómo, sin querer, al tratar los manuscritos, fueron dañados. Por ejemplo, muchos manuscritos son fragmentos y los investigadores tuvieron que reconstruir textos muy fragmentados al igual que un rompecabezas. Y la mejor manera que encontraron para poder unir y mantener juntos los manuscritos era usando cinta adhesiva, mejor conocida como “diurex”. Y pegaron esos fragmentos, sabiendo hoy el daño que les causaron porque toda la crasitud de la cinta fue absorbida por los manuscritos. En muchos casos, se trata de recuperar o, por lo menos, paliar en algo ese daño cometido por el hombre simplemente por no saber que esa acción los podía dañar.
NC: Sé que los primeros fueron encontrados en 1947. Me imagino que después de este descubrimiento muchísimos arqueólogos alrededor del mundo se dan a la tarea de encontrar más.
AR: Ciertamente los primeros fueron hallados en el ’47. Y, luego de la guerra de independencia, entre 1949 y 1956, cuando la zona de Qumrán, localizada en la costa noroccidental del Mar Muerto, a 35 kilómetros al este de Jerusalén, fue liberada, comenzaron a buscarse otras cuevas con manuscritos pero en este caso lo que sucedió es que no solamente los arqueólogos comenzaron a hacerlo sino también los beduinos. Comenzó, de alguna manera, una carrera no declarada entre beduinos y arqueólogos a ver quién llegaba primero, y se puede suponer que los que ganaron la competencia fueron los beduinos.
NC: ¿Qué sensación te deja tener la Biblia más antigua del mundo bajo tu cuidado?
AR: Bueno, obviamente es un honor imposible de definir con palabras. No me creo ninguna persona especial, diferente a cualquier otra, por lo tanto, mis aspiraciones eran legítimas, como ser profesor universitario, incluso poder llegar a ser catedrático en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Pero nunca hubiera imaginado que la suerte iba a entregarme esa responsabilidad de ser el curador de los manuscritos del Mar Muerto, incluyendo, precisamente, el rollo de Isaías, que podemos definirlo como la Mona Lisa del pueblo de Israel.
NC: Sabemos lo que dicen los rollos del Mar Muerto. Mi pregunta es, ¿qué te dicen a ti de forma personal?
AR: Estos manuscritos tienen un significado, una importancia, una trascendencia excepcional, y han cambiado y, literalmente, revolucionado el conocimiento de todo lo que creíamos conocer del judaísmo antiguo, principalmente de una época llamada Inter-testamentaria, que algunos acostumbran llamar la Época de Jesús. Y, en este sentido, el aporte tanto para la historia, la teología, la literatura, la historia del pensamiento, es excepcional. Pero si hablamos ahora a título personal estos manuscritos, la mayoría, están escritos en hebreo, y una minoría, en arameo y griego. En última instancia, después de 2000 años atrás, estos manuscritos, por cualquiera que haya sido la razón, fueron escondidos en cuevas, y encontrados “casualmente” en la víspera del nacimiento del moderno Estado de Israel. Se encuentran en exhibición en el Museo de Israel en el Santuario del Libro frente al parlamento israelí, a la Knesset, en las inmediaciones del gobierno de Israel, de la Suprema Corte, es decir, en el centro neurálgico del Estado judío.
En ese sentido, el ser responsable de manuscritos que testimonian la continuidad de la cultura judía durante 2000 años, escritos la mayoría en la lengua, que la misma lengua que hablamos cotidianamente en Israel, la que hablan mis hijos que nacieron en Israel, muestra cabalmente que son el testimonio físico y visual de una cultura viva. Y creo que cuando pienso en las vicisitudes de estos manuscritos que fueron colocados, si no todos, muchos de ellos en las cuevas en ocasión de las revueltas contra los romanos, la destrucción de Jerusalén, cuando nadie sabía qué le iba a deparar al pueblo judío, 2000 años después de persecuciones, de inquisiciones, del trágico Holocausto, y que esos manuscritos hayan vuelto a la vida en la capital del pueblo de Israel y que estén bajo mi responsabilidad, no puedo dejar de emocionarme porque de alguna manera me veo como parte de esa cadena milenaria de la historia de Israel.
NC: Claro. Yo creo que estos rollos vienen a comprobar una presencia ininterrumpida del pueblo judío en esa tierra.
AR: De manera interrumpida, la vida judía, la tradición judía, y en ese sentido, como en mi caso, soy un israelí de origen argentino y, por lo tanto, no tuve la presencia física continua a nivel de familia en la tierra de Israel pero mi continuidad fue la cultural y como heredero de esa tradición me veo como heredero de esos rollos que pertenecen, naturalmente, al Pueblo de Israel.
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