“Los judíos que Bosques no quiso salvar”: Daniela Gleizer y algunas dudas sobre el “Schindler mexicano”

MAY SAMRA Y MIRIAM BALEY PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Daniela Gleizer acudió a las oficinas de Enlace Judío, a fin de explicar en cámara su postura respecto a Gilberto Bosques, el ex Cónsul de México en Marsella, durante la Segunda Guerra Mundial. A pesar de que en su primer trabajo, “El exilio incómodo”, la opinión de nuestra entrevistada era bastante positiva, comenta que, en su papel de historiadora y una vez que halló mayor documentación relativa al diplomático mexicano, su postura respecto al llamado “Schindler mexicano”, cambió.

Ésta es nuestra entrevista con Daniela Gelizer:

Gleizer pidió derecho de réplica y quiso explicar las diferencias entre el trabajo de una cineasta y el de una historiadora:

“Empezando con mi trabajo anterior, el trabajo que tiene que ver con el análisis de la postura de México frente a los refugiados judíos durante el nazismo, lo que yo estoy tratando de explicar es un fenómeno que involucra a muchas instancias y que es muy complejo. Lo que yo analizo es una política estatal que inicia, sobre todo, en 1934 cuando la Secretaría de Gobernación prohíbe la inmigración judía a México a través de la Circular 157.

Lo que quisiera explicar es que esto no es una diferencia personal entre Lillian y yo, sino que tiene que ver, sobre todo, con los campos en los cuales se están desarrollando nuestros trabajos; [ella] se mueve en el campo de la memoria, y yo me muevo en el campo de la historia”.

LA MEMORIA Y LA HISTORIA

“Quiero explicar brevemente cuáles son las diferencias porque “memoria”, “historia” en la cabeza nos suena parecido, a dos cosas que tienen mucha relación entre sí. Y sí la tienen pero también son dos cosas muy diferentes. La memoria es el recuerdo que se tiene sobre el pasado, un pasado que puede ser vivido o imaginado. Ese recuerdo, por tanto, es portado por seres vivos, y es un fenómeno colectivo.

La memoria es abierta, tiene muchas transformaciones y generalmente es inconsciente de esas transformaciones; es susceptible de ser manipulada, puede estar latente durante muchos periodos de tiempo y luego activarse, pero, sobre todo, responde a las necesidades del presente. Y hay muchos trabajos que muestran cómo las memorias, tanto de las personas como de las sociedades, pueden ir cambiando a lo largo del tiempo. La memoria se nutre, digamos, o necesita [los] reconocimientos, los homenajes, los premios, la estatua, el busto, y digamos que abona a esta historia de bronce, y de héroes y villanos, y de que las cosas son blancas o negras, y de que los personajes son totalmente buenos o absolutamente malos.

Lo que hace la historia es explicar sucesos del pasado que ya no existen pero que dejaron rastros. Entonces, lo que los historiadores intentamos hacer es, a partir de esos rastros, reconstruir o dar explicaciones sobre lo que pudo haber pasado; a esos rastros nosotros los llamamos fuentes y tratamos de que sean lo más cercanas al momento en que sucedieron las cosas. Es decir, el material que yo trabajo es de 1940, 1941, 1942, [de] un momento en el cual todavía no se sabe bien que va a [pasar] el Holocausto, o que va a haber gente a la que llamaremos ‘justa entre las naciones’.

Entonces, lo que quiero explicar es que nos estamos moviendo en terrenos distintos. Yo trabajo con las reglas de la historia, con la metodología, con la crítica de fuentes que hemos aprendido a hacer. Por supuesto, cuestionamos a las fuentes; no le creemos a un documento porque está escrito, ni mucho menos. Cruzamos información, buscamos en muchos archivos. El artículo que escribí tiene documentos de siete archivos distintos.

Tenemos una visión crítica. El papel del historiador es introducir la duda; es cuestionar, analizar críticamente, y sobre todo creo que mi generación es crítica con respecto a estos grandes mitos del nacionalismo post-revolucionario.

La gente que está en el área de la memoria está construyendo una imagen de Gilberto Bosques basada únicamente en testimonios positivos sin tomar en cuenta las voces de quienes no recibieron visas en el Consulado de Marsella, sin cruzar o ver ningún otro tipo de fuente o evidencias. Y, hasta hace muy poco, los libros sobre Gilberto Bosques que [existían] se habían hecho en función de las entrevistas que él había dado a Graciela de Garay, por ejemplo, y ahí tenemos el libro “Gilberto Bosques. Historia oral de la diplomacia mexicana”, de Teresita de Sierra o, bueno, lo mismo que hace Lillian Liberman.

Imagínate que en cuarenta años queremos hacer una historia del Presidente Peña Nieto y la única fuente que utilizamos son las entrevistas que da el presidente y entrevistamos, quizás, a 24 miembros de su gabinete o a gente que tenía conexión con él. ¿Sería una historia verídica de este sexenio? No. Tendríamos que entrevistar a otras personas, utilizar otras fuentes, ir a la prensa, ver qué dicen los grupos de oposición, ver los casos en la prensa internacional, etcétera. Mi visión es una visión de historiadora pero no podemos hacer historia con base en testimonios.

HUBO UNA ENORME RED DE ACTIVISTAS DETRÁS DE LAS VISAS PARA MÉXICO

[Hubo] una gran red de gente detrás de cada visa. Un trabajo increíble por parte de este grupo de judíos que ya habían llegado a México (la Sociedad Pro Cultura y Ayuda, formada por bundistas), y de sociedades que están tanto en Estados Unidos como en Marsella misma porque en Marsella estaban compilando los nombres de la gente que necesita salir con más urgencia, que está detrás de cada visa y que hasta este momento no ha sido reconocida o vista.

Me parece un hallazgo muy importante. Me parece que, para quienes les interese rescatar y agradecer, tenemos acá unos personajes que fueron tremendamente generosos con su tiempo y tremendamente valientes para estar gestionando cada una de estas visas. Y yo doy muchos ejemplos en el artículo.

Si estamos con la intención de buscar héroes que trabajaron voluntariamente en la mayoría de las ocasiones para salvar a estas personas, podemos mencionar a las dos siguientes organizaciones mexicanas:

  • La liga pro Cultura alemana, formada en 1937 y dirigida por Enrique Gutmann
  • Sociedad Pro Cultura y Ayuda
  • Acción Republicana Austriaca
  • Jewish Labor Committee (estadounidense)

MIEMBROS DE LA SOCIEDAD PRO CULTURA Y AYUDA Y/O COLABORADORES EN MÉXICO

Esta organización, en conjunto con el Jewish Labor Committee, consiguieron visas para refugiados en Francia. Algunos de sus miembros son: Tuvia Maizel, Jaime Belkind, Simón Jezior, José Zajarias, H. Grunstein, León Leonthal y José Kristal.

LOS JUDÍOS QUE BOSQUES NO QUISO SALVAR

Del artículo de Daniela Gleizer extraemos estos ejemplos:

El caso de Julio Gimbel, a quien se pidió que exhibiera la posesión de 25,000 pesos. Manuel Gómez Pezuela, quien intentó intervenir ante el cónsul Gilberto Bosques a favor de Gimbel, argumentó que, aunque no le era posible a su amigo “efectuar íntegra semejante exhibición”, el mismo poseía varias propiedades, tanto en Francia como en Estados Unidos. Pero la respuesta de Bosques fue negativa, e invocando razones administrativas explicaba: “Faltando el cumplimiento de cualquiera de las condiciones que anteceden, el C. Cónsul deberá abstenerse de expedir la documentación correspondiente”.

El caso de Hermann Polack, Siegmund Jonas y Karl Ehrenthal pareciera ser representativo al respecto. Los tres austriacos habían recibido autorización de la Secretaría de Gobernación en diciembre de 19 41. Bosques canceló sus visas —según los propios refugiados, sin dar razón alguna—, pero en un telegrama que envío a la Secretaría de Relaciones Exteriores, el Cónsul explicó que actuaba según instrucciones recibidas en el cable 63071 de esa misma Secretaría. Además agregaba que, según sus propias declaraciones, los interesados no eran refugiados políticos ni cumplían con los requisitos de la ley de migración, ya que se proponían trabajar en México en sus profesiones: dentista, pedicurista y empleado administrativo.Aunque se hicieron enormes esfuerzos por parte de varios grupos en favor de estas personas, las gestiones para que Bosques les entregara las visas no dieron resultados.

Karl Ehrenthal y su esposa Gisela fueron deportados a Auschwitz en el convoy 19 que partió de Drancy el 14 de agosto de 1942 y fueron asesinados poco después de su llegada. Herman Pollak, por su parte, había tratado de suicidarse dos veces. Presumiblemente afectado por este y otros casos, Friedrich Adler escribía: “Podría seguir contándole sobre los casos, pero supongo que estos ejemplos le mostrarán lo que opinamos acerca de los crímenes de los que son responsables la lentitud y la falta de comprensión de la burocracia”.

El presidente Lázaro Cárdenas había aprobado, en agosto de 1940, la petición de la Liga Pro Cultura Alemana para que se admitiera en el país a la Liga de Escritores Americanos, formado por veinte exiliados políticos alemanes. Sin embargo, a pesar de que la autorización venía del Presidente de la República, las cosas no fueron sencillas. De los veinte que habían recibido la visa mexicana en agosto, doce seguían en Francia hacia fines de noviembre, mientras que el Dr. Ernst Weiss, desesperado por las dificultades que las autoridades francesas le ponían para su emigración, se había suicidado. A otros, recluidos en campos de concentración, se les negaba el permiso necesario para que recogieran el visado en el consulado de Marsella. Algunos consiguieron visas de turista para Estados Unidos, y luego lograron quedarse allí.

A QUIENES SÍ SALVÓ BOSQUES

Bosques sí extendió su ayuda directa, principalmente, a renombrados exiliados políticos e intelectuales, cuyos casos habían sido atraídos por distintos grupos norteamericanos, como la Liga de Escritores Americanos, que lograban movilizar apoyos políticos —y presionar al gobierno mexicano— y que habían llamado también la atención de la opinión pública. Dentro de estos casos se encuentra el de Max Aub, a quien Bosques rescató del campo de Vernet una vez y volvió a sacar del campo de Djelfa, en Argelia, en una segunda ocasión, y el de Paul Merker, quien era buscado por la Gestapo y fue protegido por Bosques hasta que pudo salir hacia México, a bordo del Guinée, con una identidad falsa en mayo de 1942. A Leo Zuckermann le consiguió una ruta para escapar hacia Lisboa, mientras que Alfred Kantorowicz relata que Bosques ayudó a su esposa y a Anna Seghers a conseguir las visas en tránsito en el consulado norteamericano, en un momento en el cual dichas visas estaban sumamente restringidas. En una carta de agradecimiento del mismo Kantorowicz a Bosques, se lee: “Si podemos partir, es gracias a su protección y ayuda” (del abstract).

UN CONSULADO CARENTE DE HEROÍSMO

Según Gleizer, lo que estamos observando es el funcionamiento normal de un consulado de México de la época, con muchas características que sobreviven a cualquier consulado mexicano hasta nuestros días, que es que el Cónsul entrevista a la gente para ver si le otorga o no le otorga la visa. Y lo que encontramos es que algunos reciben las visas- ojo, repito, visas ya aprobadas por el gobierno mexicano- y otros, no. ¿Cuáles son los casos que no?

En primera instancia, tenemos todos aquellos casos que tienen algún error ortográfico. Si al apellido le falta una zeta o le sobra una uve o era con uve y no con be, la visa va para atrás. ¿Qué significa eso? Que vuelve a México y que la Secretaría de Gobernación tiene que corregir el error y volver a mandar una instrucción a Bosques para que otorgue otra visa.

Estamos en plena Segunda Guerra Mundial. La mitad norte de Francia ya había sido ocupada en mayo de 1940. Estamos en la Francia de Vichy y los están persiguiendo. Mucha de esta gente está escondida y no es fácil llegar al Consulado.

Quienes no podían probar su condición de refugiados políticos. El Cónsul- y tenemos un telegrama firmado por Gilberto Bosques que lo muestra- pide a [quienes] entrevista que prueben que son refugiados políticos. En la época, es difícil tener un papel que pruebe que te están persiguiendo. Se corre la voz de que el Cónsul pide que la gente pruebe su condición de refugiado político, y una de estas personas la puede probar; tiene papeles. Se llamaba Weiselberg. Llega a la entrevista con Bosques y éste le dice “Muy bien, usted sí ha probado su condición de refugiado político pero no le puedo entregar la visa porque la visa que me autorizaron para usted es de visitante, y yo no puedo entregarle la visa de visitante a un refugiado político”. Y, efectivamente, no se la entrega.

¿A CUÁNTOS JUDÍOS SALVÓ BOSQUES AL ENTREGARLES LAS VISAS AUTORIZADAS POR EL GOBIERNO MEXICANO? LOS NÚMEROS

De las 332 personas que contaron con una visa firmada por Bosques, 181 recibieron autorización para ingresar a México en calidad de refugiados políticos: 192 declararon ser judíos, 69 católicos, 37 protestantes, 18 “sin religión”, 12 ortodoxos y 2 calvinistas (en dos fichas faltan los datos).

LOS HÉROES QUE NECESITAMOS

No sé si se merece [los homenajes] o no porque no estoy en el negocio de los héroes, de los premios y las conmemoraciones. Los homenajes los necesita la gente por alguna razón. Aquéllos que quieren creer que este personaje fue absolutamente bueno y que fue un salvador y un héroe nacional, están en todo su derecho. Hay una cuestión muy emotiva con el tema de Gilberto Bosques, una cuestión muy afectiva.

Yo entiendo que para la gente sea difícil. A mí me tomó mucho tiempo procesar este material. Cuando recién me llegaron los microfilms de Nueva York creo que no dormí por dos semanas porque estaba consciente de lo polémico que iba a ser este material. Estaba consciente de que es muy novedoso pero que contrarresta una imagen que se ha estado creando cada vez más grande.

Aquí hay un problema y es qué hacemos cuando aparece nueva evidencia sobre un tema. ¿La analizamos, no la analizamos? ¿La vemos, no la vemos? ¿La procesamos, no la procesamos?

Para informarse sobre la opinión de Lillian Liberman, pueden entrar a este enlace.
Para leer el artículo completo de Daniela Gleizer, hagan click aquí.

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