Sharansky en México/ “Cómo el ajedrez me salvó la vida y por qué es el deporte judío por excelencia”

 Durante la visita de tres días que realizó a México, el Presidente  de la Agencia Judía para Israel, Nathan Sharansky, visitó el Colegio hebreo Tarbut, donde fue recibido calurosamente por representantes del patronato, maestros y alumnos.

ELENA BIALOSTOCKY PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO- Nathan Sharansky nació en 1948 en Ucrania, se graduó en Matemáticas en la Universidad de Moscú. Desde un principio quedó asociado al movimiento de derechos humanos y se convirtió en el intérprete al inglés de Andrei Sajarov. Más tarde Sharansky, abogando por sus propios derechos, se convirtió en uno de los disidentes más destacados y portavoz de los disidentes  judíos soviéticos. En 1973 solicitó un visado de salida a Israel, pero fue rechazado “por razones de seguridad”. Tras esta negativa, Sharansky enarboló enfáticamente y en forma más abierta su participación en el movimiento Refusnik como principal activista de los movimientos soviéticos. En 1978 fue condenado por traición y espionaje a favor de los Estados Unidos,  siendo sentenciado a trece años de prisión en un campo de trabajo en Siberia. Sus primeros 16  meses los pasó en aislamiento y en una celda de tortura. En su momento de liberación y siempre que habla de esta terrible experiencia personal  asegura que lo que lo mantuvo emocionalmente sano durante el prolongado encarcelamiento fue el hecho de descubrir sus raíces judías,  lo que  lo convirtió en un hombre libre.

En 1986 Sharansky fue liberado por un intercambio de prisioneros entre oriente y occidente. Fue el primer prisionero político que consiguió su libertad.

En el  patio principal del colegio se encontraban los alumnos desde segundo de primaria hasta bachillerato. Se entonaron los Himnos de Israel y de México en presencia de las banderas correspondientes junto con su escolta.

Los alumnos le dieron la bienvenida, lo mismo  que la directora general del colegio, Hani Weitzman. Alumnas de secundaria realizaron un baile mientras que otra entonó la canción “Aní Olej” (Me voy)

Posteriormente visitó a los niños de preprimaria, quienes le entregaron un cuaderno con dibujos realizados por ellos mismos  y un DVD con canciones. Al terminar esta visita se sentó en el suelo con ellos para tomarse una foto.

Más tarde se ofreció un desayuno en su honor y el de su esposa Avital, donde varios alumnos y maestros tuvieron la oportunidad de convivir con él. Luego en el Auditorio del Colegio, y en presencia de alumnos de tercero de preparatoria de los colegios Tarbut, Sefaradí, Atid, Monte Sinaí y Yavne, Sharansky platicó sobre su vida.

NATHAN SHARANSKY: CÓMO EL AJEDREZ ME SALVÓ LA VIDA

“Primero quiero que entiendan eso acerca de los judíos soviéticos: para nosotros no existían tradiciones, como Pésaj o festividades; de lo que se hablaba en la casa era de discriminación y odio hacia los judíos. El mensaje de los padres era muy simple: por ser ustedes judíos tienen que ser los mejores en su profesión, negocios o arte.

Muchos de los judíos se inclinaron hacia el ajedrez. ¿Por qué los judíos se inclinan tanto hacia el ajedrez? Me tomó tiempo entenderlo. Al llegar a Israel, entré a un salón de una Yeshivá (escuela religiosa) y vi a dos personas sentadas juntas, una enfrente de la otra, argumentando acerca de algún pasaje de la Torá, retándose todo el tiempo.

Al entrar a un salón de ajedrez,  encuentras también a una persona frente a otra con una importante diferencia: hay que ser estrictos con las reglas. Los  contrincantes están concentrados en cuál será el próximo movimiento lógico,  propio o del contrario. Eso es lo principal del ajedrez. Te sabes la teoría y lo que han logrado los grandes jugadores de ajedrez; aún así, no hay fin al estudio de este juego- al igual que con los estudios judaicos, siempre habrá algún tema a discutir.

En la Unión Soviética, teníamos a judíos que eran el orgullo de todos: los ajedrecistas. No sólo no eran perseguidos, sino que la Unión Soviética los amaba. ¿Por qué? Porque eran  los mejores del mundo.

Los mejores jugadores de ajedrez de todos los tiempos son veinte: sólo dos de ellos no son judíos y uno no es ruso.  En todas las universidades había una cuota para recibir a judíos: era del cinco por ciento. En cambio,  en un salón de ajedrez el noventa y cinco por ciento de los jugadores eran judíos.

Yo no pude llegar  a ser campeón. En Ucrania jugué mucho, era muy ambicioso, pero no logré ganar el campeonato. Busqué dónde podría ser el mejor en algo y me convertí en el mejor prisionero político. No daré más detalles, pero es importante que encontremos nuestros fundamentos, la historia, nuestra identidad y  luchemos por nuestro derecho de estar en Israel.

El ajedrez fue nuestro aliado para combatir a la KGB.

Cuando fui confinado a mi celda, había un reglamento en la pared. Se permitía al prisionero, además de una cobija y una toalla, un tablero de ajedrez. Así que pedí uno y comencé a jugar contra mí mismo, buscando estrategias.

Intenté diseñar estrategias de ajedrez para soportar mis interrogatorios, pues me habían asignado 15 interrogadores. En una situación semejante, no puedes prepararte,  pero se puede decidir la forma de actuar durante el interrogatorio.

Diseñé un esquema de cómo enfrentar los interrogatorios.

Mi estrategia fue no cooperar. A mis interrogadores, les contaba chistes. Uno de ellos era sobre Leonid Brezhnev. En el chiste, después de que los estadounidenses enviaron a un hombre a la luna, Brezhnev quiso ganarles y enviar a un hombre al sol. Sus consejeros se opusieron: “¡Se va a quemar instantáneamente!” “No” respondía Brezhnev en el chiste “Porque lo enviaremos de noche”.

Mis interrogadores querían reírse, pero se contenían y me ordenaban no faltarle al respeto a un líder de la Unión Soviética. Yo les respondía que ellos no eran hombres libres, porque no podían reírse. Yo sí podía. Ellos eran los reos, y yo el hombre libre.

Años después, en Israel, jugué contra Garry Kasparov, considerado el mejor jugador del mundo-  y le gané. Lo tomó de forma personal y se enojó mucho. Se quejó de que había mucho ruido, mucho calor etc. Le respondí: “Lo que pasa es que no tuviste nueve años de entrenamiento en prisión”.

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David Crespo Neira: Editor de contenido audiovisual en Enlace Judío Ecuatoriano de nacimiento. Licenciado en Comunicación Publicitaria y Máster en Comunicación y Desarrollo.