Comprendiendo y dando forma a la sucesión palestina.
GRANT RUMLEY
El proyecto nacional palestino está en una encrucijada. Mahmoud Abbas -el presidente que envejece de la Autoridad Palestina (AP), presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y líder de Fatah- está en los 10 años de un mandato de cuatro años como presidente y no muestra señales de dejarlo. No sólo ha consolidado su control sobre el poder en Ramallah, no ha tomado ninguna medida clara hacia nombrar un sucesor o prepararse para elecciones. Una crisis es inminente
Los elaboradores de políticas saben lo que está estipulado legalmente en el caso de una vacante repentina en el puesto de Abbas. Según la Ley Básica palestina, los deberes del presidente pasarán al presidente del parlamento de la AP por un período de 60 días mientras se preparan las elecciones nacionales. El problema es que el parlamento ha estado difunto desde que el conflicto interno del año 2007 entre Fatah y su rival Hamás dejó a la Margen Occidental bajo el control de Fatah y la Autoridad Palestina y a la Franja de Gaza bajo Hamás. Complicando más esta cuestión está el hecho de que si los deberes presidenciales fueran a pasar al presidente electo del parlamento, esa posición es ocupada actualmente por un miembro de Hamás. Tal situación probablemente causaría tanto un corte en la financiación de Estados Unidos como una crisis política en la Margen Occidental.
Aunque los funcionarios de la OLP y Fatah pueden discrepar con respecto a quién debe suceder a Abbas, seguramente concordarán en que el poder no debe recaer en Hamás. Por lo tanto, la dirigencia de la Margen Occidental haría probablemente todo lo que está en su poder para excluir a Hamás de cualquier acceso a los pasillos del poder en Ramallah.
La mejor situación para una transición pacífica es una primaria callada entre la élite política palestina. El problema con este escenario es que es decididamente no democrático. El precedente para esto fue la sucesión luego de la muerte de Yasser Arafat, cuando el más alto organismo de toma de decisiones de la OLP seleccionó a Abbas al cabo de horas. La selección de Abbas lo estableció como el líder de facto de la Autoridad Palestina antes que fueran celebradas las elecciones presidenciales un año más tarde. Es probable que la aristocracia palestina celebrará nuevamente tal cónclave en el caso de otra vacante repentina.
El gobierno de Abbas ha alejado al liderazgo político palestino tradicional de su base. La aristocracia anciana puede suponer que el primer puesto es suyo, pero un nuevo cuadro de líderes puede estar mirando también el trono. Estos son los líderes que están antagonizando en forma activa con Abbas y concentrando a sus respectivas bases en los territorios palestinos. En el caso de embotellamiento político o inestabilidad entre la aristocracia, estos retadores -incluidos funcionarios de seguridad, negociadores y tecnócratas veteranos- pueden surgir como contendientes potenciales. Su camino a la cima es menos claro, pero su ambición no lo es.
Como sea que se desarrolle la sucesión, es probable que tenga lugar sin una votación significativa del pueblo palestino. Esto es preocupante en vista de la agitación a lo largo del Medio Oriente y las réplicas de la Primavera Árabe. Los elaboradores estadounidenses de políticas tienen un interés claro en tratar de guiar a los palestinos hacia un liderazgo más representativo. Washington puede carecer de la voluntad política para implementar la reforma, pero existen métodos eficaces para impedir una transferencia de poder inestable.
Este informe ofrece una visión de conjunto de los actores y desafíos asociados con la sucesión palestina, y sugiere un enfoque de dos pasos para guiar a los palestinos hacia un aterrizaje relativamente suave. La primera fase tiene por objetivo contrarrestar las tendencias autocráticas bajo Abbas. Esto incluye la designación de un vicepresidente para Abbas para diluir su poder ejecutivo y asegurar una transición pacífica. La segunda fase tiene por objetivo reconstruir las instituciones democráticas palestinas. Al dar poder al vicepresidente sobre el presidente del parlamento, los elaboradores de políticas pueden comenzar a reforzar las filas tecnocráticas dentro del sistema político palestino. A partir de aquí, Estados Unidos puede impulsar sus relaciones con las corrientes pro-democráticas dentro del paisaje político palestino y presionar a la AP para que se establezca en un curso para las elecciones nacionales.
Fuente: Fundación para la Defensa de las Democracias
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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