AMSEL CHICUREL PARA LA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Se nos dice en la religión judía que ser felices es una obligación, ¿Cómo? ¿Es esto posible?
Quise abrir este escrito con preguntas, ya que siempre la sed del cuestionamiento nos abre puertas, es decir, abanicos de distintas posibilidades, por eso hoy empiezo preguntándoles que piensan ustedes acerca de lo siguiente:
1. ¿Por qué la concepción de la palabra meta, (es decir las proyecciones que estamos generando hacia futuro) está anclada en la felicidad y la plenitud?
2. ¿Por qué el ser feliz debe ser para todo hombre el propósito de vida?
3. Es más ¿por qué ser hombres felices podría ser la respuesta al por qué de nuestra existencia e este mundo?
4. Y finalmente ¿Por qué ser felices es en el judaísmo una obligación? (Mitzvá Guedola Liot Besimja)
Quizás podamos ir aclarando todas estas preguntas poco a poco…
La felicidad “per se” sólo puede ser obtenida (entendiendo por obtener también el concepto de merecer) y alcanzada (es decir lograda por medio del esfuerzo y conocimiento) por el sabio, el fuerte, el rico y el honrado.
Por el sabio, ya que éste comprende y vive la humildad desde sus más profundas raíces, es quien aprende de todo y de todos, convirtiéndose así en tierra fértil para dar y recibir, para nutrirse, entregarse y darse a los demás, en un camino de reabastecimiento infinito que se puede definir también como generosidad y magnificencia por sí mismo.
Por el fuerte, es decir quién sabe cuidar de sí mismo y sus necesidades, definiendo en este aspecto las necesidades como nuestro límite tangible en relación a lo corporal, pero sin anteponer este límite definido también como “instinto”, dejando que ese instinto sea en nuestras vidas terreno neutral, dándole el peso y la cabida correcta, ni más ni menos, guardando así la proporción y el equilibrio justo.
No podemos restarle importancia a la consciencia, ya que ésta es finalmente el ancla entre el propósito y el sentido de nuestra existencia, que se remonta a seguir expandiendo esta consciencia como expresión y en nombre de la luz.
Como seres terrenales hay que atender a la vida y su mantenimiento, sin olvidar nunca nuestra esencia (entendiendo el concepto de esencia como lo básico, lo que resuena como el palpitar de un corazón en el ser humano como libertad y pureza) , ya que sólo a través de ésta nos conectamos con lo infinito, lo que nos lleva por tanto a la expansión progresiva y por tanto perpetua de la consciencia y el amor reflexivo, constructivo y orientado a la acción.
Pero eso si recuerda que tus límites actuales y tu cuerpo lejos de ser una condena son un regalo que te impulsa hacia esta acción, hacia el propósito, diciéndote demasiado a menudo y con paso firme y constante que tu cuerpo es polvo (hoy no puedes verlo así, hoy lo ves con forma de cuerpo, pero en el futuro es lo que será, por lo que “del polvo vienes y al polvo regresarás” no puede entenderse de forma literal sino como una proyección).
Y no menos importante, por el honrado, es decir quien se orienta hacia el respeto y la reciprocidad, honrando así a todo ser y a toda creatura en este universo volviendo a nuestro principio básico “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Behabtá Lereajá Camoja) Cuando yo te honro es cuando valido y reconozco tu existencia y por tanto me reconozco a mí mismo en ella. Siendo así el propósito máximo de la humanidad ser un solo hombre con un solo corazón (Ahavaat Israel), lo que parte siempre del amor, la aceptación y el respeto hacia uno mismo, empezando desde el centro del ser hasta volverse expansivo y revolucionado. Encontrando así y sólo así la paz universal.
Retomando ahora sí el inicio de este artículo, se podría responder el por qué de la felicidad como una obligación, la felicidad es la obligación más dulce y entrañable, que nos da la Torá y no sólo eso sino que viene con una retribución absoluta, completa, total e integra. Porque el hombre feliz, en su definición más amplia, es el que está profundamente agradecido y asombrado de su existencia, por tanto sólo quien es sabio, fuerte, rico y honrado puede vivir en plenitud.
Concentrándonos un poco en el ritmo de este escrito, sabemos y sentimos que hay en todo momento un sutil y repetitivo hilo que entrelaza las palabras, y este es nada menos que el tiempo, pues no dije, con anterioridad, en balde que éste permanece en nuestras vidas con paso firme y constante, tal como las mismas manecillas, en silencio va siguiendo nuestros pasos.
De esta forma podríamos catalogarlo como como el villano que irrumpe en nuestras vidas, volviéndonos seres finitos y sin ningún propósito existencial o bien tomarlo como es, el más grande de los regalos en esta existencia, cobrando así el sentido de la posibilidad en lugar del sentido del límite, es quien nos lleva en el aquí y el ahora a la acción crítica y constructiva de la que tanto habla el judaísmo.
“A quien aprende en aras de enseñar es otorgado el aprender y el enseñar”
Éste es quien obtiene, por decirlo de alguna manera, la cereza del pastel, ya que es éste quien tiene el regalo y privilegio de llevar a cabo su pensamiento, pudiendo acariciar de este modo su más profunda semejanza con Di-s, el poder de crear y el resultado de crear reside siempre en el actuar.
Entonces hay que recordar, nuestra finitud en este mundo le agrega toda la belleza a la existencia, belleza que podríamos resumir como propósito y por tanto sentido.
Es tan inmensamente grande el regalo del tiempo, que incluso se desdobla en nuestra vida de una forma cíclica (día-noche: Yom Rishon, Yom Sheni, Yom Shlishi … meses: Tishre, Jeshvan, Kislev… años: 5773, 5774, 5775, 5776) sólo para darnos la ilusión de nuevas oportunidades, posibilidades y futuros probables.
Entonces podemos poner atención al día en el que nos encontramos ahora, el último de ELUL, es decir el último (el último de esta ronda), imagínenos con que fuerza llega este momento, ELUL es el trampolín el cual ya está cargado de toda la fuerza para dar el rebote hacia ese salto que representa el nuevo año, el inicio, un inicio bellamente ilusorio que carga el próximo año de propósito y sentido, es quien nos da la pauta para reconfigurar nuestra vida tanto como queramos.
Es aquí donde se hace presente e irrevocable el libre albedrío. ELUL representa en nuestras vidas la posibilidad de una nueva elección.
Ahora la pregunta es ¿Elijo ser feliz?
La llegada de ELUL te abre una vez más la perspectiva hacia las posibilidades, KIPUR da el sello final a esta nueva elección, el que te da la posibilidad de convertirte en ese hombre sabio, fuerte, rico, horado pero sobre todo profundamente feliz.
Hoy quiero compartirles un consejo fundamental que siempre agradeceré de una de las personas más grandes e influyentes en mi vida: ¡Elijan ser felices! Se los deseo y me lo deseo con todo el corazón.
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