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viernes 22 de noviembre de 2024

Resolver los problemas del Medio Oriente

Egipto-crisis

¿Alguien recuerda las palabras efusivas sobre la “Primavera Árabe”?
MORDECHAI KEDAR

Dentro de tres meses, en diciembre, será el quinto aniversario de la extraña transformación conocida -en sus etapas tempranas- como la “Primavera Árabe.” Cuando comenzó, en el año 2010, el mundo entero aplaudió a los héroes callejeros, los gigantes que surgieron de las filas del hombre común, los que sin ayuda expulsaron a Ben Ali de Túnez, pusieron a Mubarak en el banquillo de los acusados en Egipto, se rebelaron contra el gobernante sediento de sangre de Libia, Gadafi, salieron a las calles contra Assad en Siria, protestaron en voz alta contra el Presidente Ali Abdullah Saleh en Yemen y llevaron a cabo una sentada contra el régimen en la plaza de la ciudad en Barein.

El mundo entero contuvo su respiración esperando que estuviera siendo escrito un nuevo capítulo en los anales de la historia meso-oriental, una que significara un fin a las dictaduras y el surgimiento de democracias, un fin a los regímenes violentos en medio del florecimiento de los derechos del hombre y las libertades civiles, la desaparición de la corrupción y el principio del gobierno transparente.

Las vistas increíbles en la Plaza Tahrir en Cairo fueron seguidas por las primeras elecciones democráticas llevadas a cabo en Egipto, una coalición en Túnez, partidos políticos en Marruecos, un parlamento independiente en Kuwait, protestas por la libertad política en Siria y mujeres musulmanas que abandonaron la cocina para exigir sus derechos. Este fue el sueño que nos fue mostrado a través de los lentes color de rosa de los periodistas románticos cuando estos cayeron en la trampa de sus propias esperanzas de una nueva realidad en la región.

Hoy, cinco años después del brote de la “gran luz”, el mundo árabe está revolviéndose junto a un túnel oscuro, desamparado y deprimido, sin siquiera un atisbo de luz al final de él o en alguna parte de su extensión. Siria, Irak, Libia y Egipto son todos campos de batalla donde las víctimas son los civiles, una revuelta en Egipto depuso al presidente electo en elecciones pseudo-democráticas y Sisi está llevando el nivel de los derechos democráticos en Egipto nuevamente a los días oscuros de Gamal Abdel Nasser.
El mundo sigue preguntándose el motivo por el cual la primavera árabe fue un fracaso tan desconcertante, tratando de llegar a la fuente de los problemas de la región.

La respuesta a esta pregunta es compleja, porque incluye factores diferentes que influenciaron los acontecimientos en diferentes períodos y en diferentes formas.

Sin embargo, uno puede decir con absoluta certeza que la fuente principal de todos los problemas es la piedra angular de la cultura y lealtades tribales meso-orientales, una vez necesarias para la supervivencia en una vasta zona desértica seca y árida que abarca el Sahara en el Norte de África, la Península Arábiga y el Desierto del Sinaí, y también los desiertos de Siria, Irak y Jordania.

En el desierto el hombre debe ser parte de una tribu a fin de proteger sus fuentes de agua de otras tribus que están también necesitadas de agua. Ese hecho convierte al “otro” en un enemigo, una figura amenazante que está contra “nosotros” porque no es uno de “nosotros.”

Es siempre “nosotros” y “ellos”, nuestro grupo contra todos los otros, todo hombre leal a su tribu hasta la muerte, a sus costumbres y tradiciones, no a un estado o a las leyes e instituciones estatales. Se llama “tribalismo” y el mundo árabe todavía vive bajo la influencia de esta forma de vida.

El segundo problema, engendrado por el tribalismo, es la violencia. La cultura meso-oriental dice que como el otro es un enemigo, puede tratar de matarme tan pronto se acerque lo suficiente para capturar mis fuentes de agua, así que tengo que llegar a él antes que él llegue a mí, así  que la primera reacción ante cualquier problema que surja en el Medio Oriente es la violencia, violencia dirigida a matar.

El tercer problema evolucionado de la antigua cultura tribal es el concepto meso-oriental del honor. Ningún musulmán aceptará la humillación, y el que es humillado buscará venganza contra los que causaron su vergüenza -y esa venganza significa asesinato. Una persona está dispuesta a asesinar a los miembros de su propia casa, su hermana e incluso a su madre, si han traído vergüenza sobre él actuando de manera muy libre. El honor asume el primer lugar en las relaciones entre los políticos y las naciones, a veces es más importante que el desarrollo, la economía y la salud.

El cuarto problema, también resultado del tribalismo, es la corrupción. Nombrar a parientes para posiciones en un régimen -nepotismo- es considerado un problema serio en el Occidente, y hay leyes, normas y procedimientos burocráticos que se supone impidan que esto ocurra. En la cultura meso-oriental el nepotismo es el nombre del juego, tanto en las esferas política como pública, porque cualquiera que esté en el poder tiene una desconfianza en cualquiera de otro grupo. Un líder nombrará a su familia, o miembros de otra familia con quienes tiene un pacto de lealtad, para posiciones bajo su patronazgo y si se deterioran las relaciones entre las familias, o los echará o se asegurará que renuncien.

El quinto problema es la corrupción económica. Un funcionario gubernamental se siente agradecido financieramente con su familia y tribu, no con el estado y ciertamente no con otros grupos de la población en el país, así que asigna fondos para inversión en infraestructura en la zona en que reside su tribu o áreas pobladas con sus partidarios. Él no asigna fondos a grupos que no lo apoyaron. En lo que a él concierne, ellos pueden irse al infierno -o a Europa- como lo deseen.

El sexto problema es la existencia de un gran número de grupos étnicos en el Medio Oriente: árabes, kurdos, turkmenos, bereberes, judíos, arameos, persas y más. A menudo los grupos viven en un estado de fricción en curso, estando marcadas sus relaciones por la hostilidad en vez de la tranquilidad. Como una norma, no se casan entre ellos, y cada grupo guarda ferozmente su dialecto, costumbres y tradiciones. Cada grupo se delinea a sí mismo al definir a sus enemigos. Esa es la fuente de la violencia entre los árabes y los kurdos, los turcos y los kurdos, los árabes y los bereberes -y enfrentémoslo, entre los árabes y todos los demás.

El séptimo problema es la religión. El Islam es la principal religión en el Medio Oriente, y los extremistas islámicos ven como infieles que merecen la muerte a los miembros de otras religiones que viven en su proximidad. Esta es la causa de la violencia horrorosa de los islámicos contra los cristianos, yazidíes, judíos, alauitas, zoroastrianos,baha´is, mandeanos, shabakistas, drusos y ateos.

El octavo problema es el conflicto sectario interno dentro del Islam. A mediados del siglo VII, el Islam se escindió en dos partes, los suníes y los chiíes. Su lucha trata realmente acerca de asumir el control del Islam, pero con el tiempo la lucha ha asumido una forma religiosa con cada parte haciendo uso de Allah, el Corán, las Hadiths (Ley Oral), la Sharia, la historia y la teología para sus propios fines, así que el Islam suní ahora es bastante diferente del Islam chií. Hay, no obstante las similitudes, un argumento para afirmar que son dos religiones distintas. Los dos grupos han pasado los siglos masacrándose entre sí, con millones de sacrificados en esta lucha interminable, no pocos durante la guerra en la década de 1980 entre el Irán chií e Irak, presidido por un suní, Saddam Hussein.

El noveno problema es la cultura prevaleciente. Esquemáticamente, la población del Medio Oriente está conformada por tres grupos culturales: los moradores del desierto, o beduinos, los falakhim -granjeros que viven en poblados- y la población urbana que mora en las ciudades. Estos grupos difieren en muchas formas entre sí y cada uno es propenso a estereotipar a los otros al punto en que no hay forma de salir de sus preconceptos mutuos. El falakh odia al beduino por robar el producto agrícola que él cosecha con el sudor de su frente. El beduino considera a los falakhim y a los moradores de la ciudad inferiores a él por ceder la forma de vida desértica original árabe y volverse débiles y cobardes en mente y cuerpo. Los moradores de la ciudad consideran a los beduinos personas primitivas del desierto. Los matrimonios entre grupos son raros.

El décimo problema puede ser depositado en la puerta del colonialismo británico, francés e italiano. Estas potencias trazaron fronteras que se ajustaban a sus intereses pero no tenían ninguna incidencia en las zonas sociológicas del Medio Oriente. En esta forma es como fueron formados países con poblaciones de todo tipo de grupos étnicos, tribus, religiones y sectas que nunca habían tenido ninguna conexión entre sí y seguramente nunca se vieron como miembros de la misma nación. Aun cuando Siria ha existido durante décadas (ese verbo debe estar en tiempo pasado), no hubo ninguna conciencia nacional siria uniendo a sus ciudadanos. Ellos siguieron siendo árabes, kurdos, turkmenos, musulmanes, cristianos, alauitas, drusos, chiíes, suníes, y compañía. Irak tampoco tuvo éxito en crear un pueblo iraquí a pesar de los grandes esfuerzos gastados por parte del régimen, y sus ciudadanos se definían como kurdos, suníes, cristianos, yazidíes, etcétera. Los colonialistas crearon de hecho lo que sus ciudadanos consideraron países ilegítimos, entidades foráneas impuestas por la fuerza sobre ellos por los extraños europeos cristianos que no entendían absolutamente nada acerca del Medio Oriente.

El onceavo problema es el régimen árabe moderno. En cada país árabe un grupo minoritario ha obtenido el control del país entero y preserva su poder utilizando una “mano poderosa y un brazo extendido”, una espada estirada -y cámaras de tortura subterráneas. La minoría alauita en Siria, la tribu de Gadafi en Libia, y los hachemitas de Jordania, son todos ejemplos de grupos pequeños que controlan a otros con poca legitimidad, si es que ninguna.

El doceavo problema es Israel, un pequeño país que fue establecido como resultado de la caída del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial y el fin del colonialismo británico, dos acontecimientos mundiales que posibilitaron a los judíos regresar a la tierra histórica de su nacimiento después de dos mil años de exilio.

En general, los árabes y musulmanes no reconocen el derecho del pueblo judío a su tierra, no reconocen al Judaísmo como una religión viviente, y ven a los judíos como una acumulación de comunidades pertenecientes a cualquier país en el que están y no como un pueblo. La existencia misma del Estado de Israel los enfurece, no importa cuál sea su tamaño.

Los gobernantes de los estados árabes modernos, careciendo de legitimidad tanto el gobernante como el estado, estuvieron en gran necesidad de un enemigo externo que les permitiera acallar a la oposición interna y unir al pueblo como uno bajo su bandera fraudulenta. Israel fue un factor unificador, un enemigo externo que sirvió como el chivo expiatorio sobre el cual las masas pudieron desahogar su furia. Eso es lo que está detrás de la constante hostilidad de los medios de comunicación árabes con respecto a Israel, y tres generaciones de árabes han sido criadas bajo esta maquinaria de propaganda dirigida únicamente a Israel. Su enfoque hacia los judíos e israelíes es una consecuencia directa de esta propaganda de incitación.

El treceavo problema es el petróleo. Este recurso importante convirtió a las empresas árabes en el Golfo en sociedades que venden una materia prima que no trabajan, adquieren pero no crean, sociedades cuya toda posesión no se deriva de la capacidad, estudio o trabajo, sino de lo que otros -estadounidenses y europeos- encontraron bajo su tierra. El mayor esfuerzo que tienen que hacer los hombres del Golfo es la caminata al banco para depositar sus cheques. El dinero fácil creó una sociedad materialista y hedonista, ocupada en sí misma y en tener diversión, comprar coches de lujo, casas que te dejan ciego, ropa y joyas de diseñador, relojes que cuestan millones, apareciendo en los medios de comunicación y comprando todo artilugio que llega a las tiendas. Justo frente a sus casas palaciegas hay decenas de millones de egipcios y otros árabes viviendo en pobreza abyecta, en barrios no planificados, llenos de pobres ignorantes, desempleados y desesperados. La brecha entre la riqueza del Golfo y la pobreza en la calle árabe es alucinante.

El catorceavo problema es la intromisión del Occidente en los asuntos meso-orientales, no a fin de resolver los problemas de la región, sino a fin de promover sus propios intereses. Petróleo, gas, venta de armas, contratos de desarrollo, adquisiciones y comercio, todos tienen la intención de sacar ventaja de los recursos naturales del Medio Oriente y del trabajo barato que ofrece éste a fin de promover las economías occidentales. Los países occidentales, la URSS, la Rusia de hoy día y China, protegieron y todavía protegen a los gobernantes árabes ilegítimos, manteniéndolos dependientes del Occidente y de los acuerdos económicos firmados con ellos.

Cualquiera que firme algún tipo de contrato con un gobernante árabe sabe muy bien que este contrato será llevado a cabo al precio de las personas que viven -si puedes llamarlo vivir- bajo un régimen cruel, pero eso no detiene a los países occidentales hambrientos de dinero. ¿Desde cuándo los han conmovido las consideraciones morales?

El quinceavo problema es la existencia de Al Jazeera, el sitio web y red de la Yihad manejado por un estado terrorista, Qatar. Desde el primer día en que llegó al aire, en noviembre de 1996, al Jazeera pasa su tiempo incitando sin restricciones contra los dictadores, Israel, contra el Occidente y contra la cultura occidental encontrando lentamente su camino en el espacio de aire de los países islámicos.

El objetivo declarado de Al Jazeera es destruir al estado árabe moderno y entregar el control a la Hermandad Musulmana. Esta ensalada mixta de mensajes está envuelta en clichés atractivos como “opinión y otra opinión” y está cubierta por una máscara de apertura y edición de videos. Este canal llevó a las personas enojadas a las calles a fines del 2010 y durante todo el 2011, prendiendo fuego al mundo árabe, pero no sabe como apagar el fuego. Facebook, Twitter, YouTube y otras redes sociales desempeñaron un rol instrumental que ayudó al público a organizar las manifestaciones, pero la motivación salió de la incitación de Al Jazeera.

La agitada masa de problemas que plagan el Medio Oriente ha destruido la infraestructura social, económica, política y normativa de la región, llevando las olas de emigración que estamos presenciando ahora a Europa. Durante el siglo XX, Europa trató de resolver la miríada de problemas culturales que acosan al Medio Oriente creando el estado árabe moderno, clonando el estado-nación que había inventado y que se ajustaba a las necesidades culturales de Europa. El estado árabe moderno al estilo europeo es un fracaso colosal, porque la población árabe tiene una cultura meso-oriental, con problemas sobre los que Europa no sabe nada -el tribalismo por un lado, y la violencia, extremismo y una falta de conciencia nacional por el otro.

Un ejemplo llamativo de una creencia notoriamente errada sostenida por el Occidente es la fe, ingenua e infundada, en que puede florecer la democracia en el Medio Oriente. La democracia occidental está basada en un orden social que se deriva de la cultura europea: la creencia en la igualdad para todas las religiones y grupos étnicos, la liberación de las mujeres, derechos de las minorías y libertad de expresión y pensamiento. Agreguen a eso el derecho de elegir estilos de vida alternativos, junto con la libertad de religión, una prohibición sobre la violencia y elecciones libres y tienen una lista que es casi totalmente foránea para el Medio Oriente. La mayoría de estas libertades son opuestas al espíritu del Islam o a la cultura tribal, pero las sociedades meso-orientales llevan a cabo elecciones “libres” para crear la impresión que se han vuelto democracias, aunque no han adoptado ninguna de las otras características de una democracia. Las elecciones son un mecanismo adoptado fácilmente, pero los otros elementos de una democracia son sustantivos y por lo tanto son difíciles, o imposibles, de insertar en el Medio Oriente.

Hoy Europa está siendo castigada por una ola de refugiados por los pecados que cometió en el Medio Oriente, los que perpetró a propósito mientras sacaba ventaja de la dependencia en el Occidente de los gobernantes árabes, tanto como los que cometió en forma no intencional.

Durante este período de introspección, es importante que el Occidente internalice las razones detrás de los problemas que han caído sobre el Medio Oriente. Puede entonces lidiar con ellos en forma apropiada, poner a un lado sus propios intereses, y encontrar soluciones que puedan funcionar en la región -comenzando con el desmantelamiento de los estados existentes e ilegítimos y siguiendo con el establecimiento de emiratos con poblaciones homogéneas sobre las ruinas de esos estados fallidos. Los emiratos del Golfo, con la excepción de Barein, sirven como el modelo de un tipo de régimen que se ajusta a las características culturales de la zona y es imperativo que se conviertan en el modelo que es implementado cuando se trata de resolver los problemas del Medio Oriente.

Los mejores deseos para un feliz año nuevo.

Fuente: Arutz Sheva

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México

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