Sobre la crisis de la migración, Gilles-William Goldnadel estima que con demasiada frecuencia la emoción sustituye a la reflexión. Lo lejano se prefiere a lo cercano.
AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Europa, ¿fin de la partida? Regresó el tiempo del chantaje emocional. Los poetas políticos han sacado su lira mediática y su patetismo demagógico. Frente a esto, el discurso político en ingrata prosa siempre será menor a la estética de los apuntadores de versos.
Y qué va a ser, si estos siempre han sido los mayores sepultureros de cementerios bajo la luna.
Como Bertrand Russell, gran matemático pero cretino político patentado. Su pensamiento político noblemente expresado en 1937 dice mucho sobre los peligros que guían a la infeliz sociedad de los hombres cuando la guían ventosas narcisistas. “Gran Bretaña se debería desarmar, y si los soldados de Hitler nos invadieran, deberíamos darles una bienvenida amable, como turistas; así perderían su rigidez y podrían encontrar seductor nuestro modo de vida (…) Si el gobierno británico se dejara de armar y se volviera pacifista, nuestro país no sería invadido y sería tan seguro como Dinamarca“. (Citado por ‘International Herald Tribune, 02 de abril 1987, “Hace cincuenta años“).
Los políticos ingleses, a pesar de las advertencias de Churchill, ampliamente ridiculizado por la prensa conformista, se negaron a acelerar los programas de armamento. Dinamarca fue invadida tres años más tarde. Lo demás es historia. Nos hemos olvidado tanto de la locura criminal de Bertrand Russell que otros poetas demagogos como Stéphane Hessel contribuyeron a un sistema de justicia paralelo que lleva su nombre.
Los espíritus de la época que se atrevieron a oponerse, como Churchill, al discurso demagógico estilo Russell fueron perturbados. En los tiempos de la emoción, la rima siempre pesará más que la prosa. Quien reclama líricamente generosidad paraliza al que querría oponerse con la razón fría.
Estamos exactamente en ese momento en relación a los migrantes. Un momento en el que la mentira es siempre más bienvenida que la desagradecida verdad.
Así, la información coherente establecida (Le Figaro del 12 de septiembre) de que salafistas alemanes ya están reclutando miembros entre los migrantes: “Los salafistas intentan abordar a los jóvenes refugiados no acompañados que llegan al país sin sus familias y particularmente buscan contactos y apoyo”, dijo un portavoz de los servicios de inteligencia de Baviera. La información fue confirmada por servicios de inteligencia alemanes en otras regiones de Alemania, el procedimiento es alentado por el vídeo de un predicador islámico. Un estudio realizado por la Fundación Konrad Adenauer publicado esta semana, 7000 podrían trabajar en Alemania y 700 de ellos ya habrían vuelto a Siria para luchar junto al Estado islámico. Esta información no tiene nada de sorprendente, ya que el Estado Islámico ha declarado oficialmente desde el principio que usaría la migración para fomentar ataques y destruir Europa. ¿Esta información recibió la publicidad que se merece?
Estoy totalmente convencido de que recuperándola en mi cuenta en el presente artículo en prosa, los demagogos poetas que me leen, no sacarán ninguna conclusión para reflexionar sobre este principio de precaución que por lo general ellos adoran, sino que deducirán que sólo practico cínicamente el arte del catastrofismo.
Hace apenas diez años, los que como yo se atrevían a sugerir que la inmigración masiva y descontrolada, lejos de ser una bendición, era factor de inseguridad, problemas de identidad, incluso terrorismo, fuimos demonizados. Hoy en día cuando muchos franceses se van a la Jihad en Siria e Irak, y otros han sembrado la desolación en suelo francés, el candidato Hollande durante su campaña no negó que la inmigración extranjera era demasiado numerosa, un discurso que cae bajo una banalidad angustiante.
Pero ahora que el choque de realidad acababa de ganar esta lucha de ideas, he aquí que una nueva ola desafiante venida de una playa turca prevalece sobre la roca de la emoción.
Por lo tanto nada la detiene. Conocemos la receta. Pasé gran parte de mi vida intelectual explicando que el ingrediente principal de la neurosis colectiva europea fue el trauma del Holocausto. Alemania, obviamente, no se ha curado, y junto a consideraciones económicas prosaicas, la idea de ser capaces de decir no al extranjero, por cualquier motivo, es verdaderamente insoportable. Aun más si se cita una protección sulfurosa de identidad. En una entrevista recientemente en Le Figaro, arriesgué la fórmula de que en Europa la fantasía política peligrosa estaba agotada “en todo los arios hasta la nada absoluta“. En otras palabras, de la sangre pura y sagrada absoluta al mestizaje obligatorio redentor. La Alemania post-Holocausto muestra el camino. Y nadie entre aquellos que le reprochaban hace un mes su hegemonismo “borrico” o por lo menos de Bismarck, se atrevería ahora a pintar a su líder con un bigote cuando se trata de debilitar el concepto vilipendiado de estado-nación occidental.
Nada detiene la receta, ni siquiera la decencia. La foto de la playa permite de nuevo todos los excesos. Hace un par de semanas, el micro de France Inter, Robert Badinter, la gran conciencia de la izquierda, aún podía decir en un silencio incómodo pero obsequioso, que no se podía dar cabida a todos los migrantes. La cosa ahora se ha vuelto imposible, y más aún para aquellos cuyos padres han experimentado los horrores del Holocausto. En su resorte inmediatamente surge otra imagen: la de un niño con gorra levantando las manos. Claude Bartolone en Francia Blue se ha permitido una observación muy inteligente, “después de la estrella amarilla, ¿la media luna verde?” Y en Canal + el domingo, un moderador preguntó a David Rachline, recordando sus orígenes, si el Frente Nacional habría acogido a sus abuelos … El pequeño niño con gorra está de vuelta.
Y como se espera que yo también debo responder a esta cuestión personal, ya que de este modo algunos judíos, ayer acusados de internacionalismo excesivo, lo son hoy de nacionalismo egoísta y olvidadizo, diría, aun a riesgo de irritar, que de hecho, la suerte de algunos refugiados merece estar asociada a la memoria del pasado y por lo tanto debe imponer un derecho particular.
Pienso en los yazidis y cristianos perseguidos como tales. Estos chicos sin duda merecen el estatus de asilo político en el reverso absoluto de otros supuestos refugiados de guerra y migrantes económicos. Si existe una discriminación, es positiva.
Por lo tanto, la distinción hecha por Nicolas Sarkozy en su entrevista en Le Figaro del 10 de septiembre es moral y jurídicamente relevante. Cuando el zapato aprieta, y el ex presidente de la República lo sabe, es menos cuestión de legislación que de aplicación de la ley. Y la frontera está bajo ataque en Europa, como Alemania parece curiosamente haber llegado a notar.
Aunque la derecha haya fracasado seriamente, vive en su total incomprensión del papel de los medios de comunicación en la situación actual. Obsesionados con la toma del poder político, siempre descuidará la batalla cultural. La sociología particular de los periodistas políticos explica mucho, pero no lo explica todo. Los medios audiovisuales funcionan, es un lugar común de imagen y sonido. El énfasis está y es rey y la reflexión se somete de antemano.
En este contexto, no vale la pena perder mucho tiempo determinando cómo medios de servicio público, sobre todo esclavizados, se han casado por reflejo pavloviano con la causa de la inmigración desenfrenada.
Por sorprendente paradoja, los medios bienpensantes no tienen complejos en mostrar un espíritu crítico particular en relación con la radiodifusión privada sin que a nadie, ni siquiera la oposición política se le ocurra cuestionar el mal funcionamiento de una audiovisual pública que es cosa de todos, empezando por los contribuyentes. Nada sobre infracciones gritando pluralismo, nada de la mala gestión financiera, nada del fichaje de empleados.
Al mismo tiempo, una vigilancia policial y sin inhibiciones trabaja para sospechar de periodistas no conformes con la radiodifusión privada. Un artículo de Le Monde fechado 4 de septiembre da un ejemplo alucinante.
¿Por qué razón el nuevo Jefe de televisión I, William Zeller, tiene “un perfil que intriga“? Por favor, lea sin toser: Porque sería “un especialista en catolicismo y algunas tesis queridas por la derecha“, pero ¿cuáles son esas tesis?: La publicación de un libro llamado Orán, 05 de julio 62 (Taillandier) sobre “la inmensa caza del hombre antieuropeo comprometida el 5 de julio en Orán, el día más sangriento de la guerra de Argelia, con un mínimo de 700 Pies Negros asesinados“. Circunstancia agravante la que este joven católico cometió, una obra sobre los religiosos deportados o aun más en “Un sacerdote en la guerra” (Taillandier) con el capellán de los paracaidistas de Montauban, algunos de los cuales fueron asesinados por Mohamed Merah“.
Se podría decir mejor misa de la nueva religión del Otro: conmoverse por la masacre de europeos o sacerdotes católicos es obra impía y blasfema.
Por el contrario, el Otro tiene derecho a pensar primero en él: en un artículo del 10 de septiembre, titulado “Los Estados del Golfo se niegan a abrir sus fronteras” y subtitulado “las ricas monarquías petroleras permanecen sordas a la petición de acogida de refugiados, por temor a ser desestabilizadas” el mismo Monde cita sin comentarios a la Sra Nassima Al Saadeh, “activista saudí de derechos humanos”: “La primera responsabilidad de nuestros líderes es proteger a su pueblo“.
El Otro, aunque humanista, tiene derecho a la prosa.
Gilles William Goldnadel ©
Gilles-William Goldnadel es abogado y escritor. Presidente de Francia-Israel. Escribe una columna semanal en FigaroVox.
Fuente: Europe-Israel
Traduce y edita: Silvia Schnessel para Enlace Judío México
https://www.europe-israel.org/2015/09/goldnadel-accueil-de-lautre-mepris-des-siens/
Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico
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