“Tantas cosas me motivaron a buscar la manera de acercar a las personas, pero nunca pensé que sería empresario en un proyecto de moda de mujeres”, dice Whit Jones, psicólogo clínico de Idaho, a Al-Monitor con una sonrisa. A lo largo de su carrera profesional y, junto con el trabajo voluntario en Estados Unidos, Jones se ha esforzado por reunir personas en zonas de conflicto. Su aspiración dio a luz una marca de moda llamada “Dos Vecinas” que reúne mujeres israelíes y palestinas diseñando vestidos únicos conjuntamente.
Jones llegó a Israel hace más de 10 años, después de conocer a dos jóvenes – un israelí y un palestino – en un seminario de liderazgo en Estados Unidos. De ellos oyó hablar del dolor y la desesperación del conflicto. El palestino había estado en una cárcel israelí; al israelí los palestinos le habían disparado dos veces. Estos encuentros dieron lugar a la creación del Centro para Futuros Emergentes.
“En los primeros encuentros que tuve entre israelíes y palestinos, cada lado parecía querer demostrar que el otro era el culpable del conflicto. Yo les dije: ‘Perdonen, este no es nuestro objetivo. Vinimos aquí para conocernos”. Después empezamos a hablar de negocios conjuntos, y fue increíble cómo cada uno tenía una idea que había pensado y quería presentar a todos los demás”.
Jones viaja a Israel y Cisjordania dos veces al año. Celebra los encuentros aun en el endurecimiento de relaciones entre israelíes y palestinos, en la ciudad palestina de Beit Jala, cerca de Jerusalén. A una de las reuniones asistió Sigal Kirsch, un profesor israelí de matemáticas que tampoco había imaginado nunca que dirigiría una marca de moda,.
“Whit se reunió con un grupo de mujeres palestinas de las colinas del sur de Hebrón que hacen bordado y tenía muchas ganas de ayudarlas”, dice Kirsch a Al-Monitor. “Al principio no estaba claro cómo el bordado podría convertirse en un proyecto empresarial, pero estaba claro que el especial talento de las mujeres palestinas tendría que ser la base. Al principio ni ellas ni nosotros sabíamos lo que nos esperaba. Luego surgió la idea de crear moda. Contratamos costureras israelíes, contratamos a la diseñadora de moda Miriam Givon y empezamos a trabajar”.
La idea era simple: establecer una línea de moda Tel Aviv-Colinas Sur de Hebron que conjuntamente se convirtiera en un producto de alta calidad y venderlo en todo el mundo. Y así es como ha funcionado: Givon diseñaba; el material se cortaba en Israel y se enviaba a las Colinas del Sur de Hebron, donde las mujeres palestinas bordaban el material cortado. El material bordado se enviaba de vuelta a Tel Aviv para coser. Los productos terminados eran vestidos de alta calidad en diversos estilos que caracterizan el glorioso trabajo de encaje de aguja de las mujeres del pueblo.
Prácticamente sin presupuesto de publicidad, sin supermodelos, pero con mucha fe en el proyecto y diseños maravillosos, la reputación de la marca se ha extendido por el boca a boca.
“No queríamos seguir la ruta de una empresa israelí que emplea palestinos”, enfatiza Kirsch. “Nos reunimos dos veces por semana en Beit Jala; hablamos por Skype con Whit en Idaho una vez por semana. Todas las decisiones se toman en conjunto, desde el nivel de diseño hasta la comercialización y las operaciones y el crecimiento futuro”.
Pero la cooperación entre israelíes y palestinos no es tan simple. Kippah, una de las bordadoras palestinas, dice a Al-Monitor que el proyecto israelí-palestino al principio era visto con mucha desconfianza y animosidad entre los vecinos de su pueblo y alrededores. No entendían en un principio que las bordadoras pudieran pensar en conectar con mujeres israelíes.
“Debe entender que vivimos entre colonos y soldados y experimentamos enfrentamientos por tierras y el tema del muro“, dice Kippah. “Sufrimos a diario. Para muchos, las amistades o relaciones de trabajo con los israelíes están lejos de darse por sentado. Cuando empezamos a trabajar, nos consideraban en connivencia con el enemigo. Pero explicamos que no todos los israelíes son iguales; no todos son colonos. Nuestro sufrimiento no es su culpa. Es por el gobierno israelí. Nuestros socios de negocios son bien intencionados, y sólo gracias a nuestra relación con ellos seremos capaces de resolver nuestros problemas. Ahora puedo decir que las objeciones han disminuido. La gente del pueblo entiende y acepta el hecho de que hay otro tipo de israelíes también”.
Y así, tal como Jones había previsto, la empresa conjunta de mujeres israelíes y palestinas – de bordado, diseño, costura y venta conjunta – se ha convertido en verdadera amistad.
“Fui de visita a Tel Aviv”, relata Kippah con emoción. “También fuimos a Haifa y Jaffa. Era la primera vez que salíamos del pueblo y veíamos algo nuevo que no conocíamos. Tanto nosotros como los israelíes soñamos con crecer y tener una vida honorable”.
“Soñamos con una gran producción”, dice Kirsch. “Pero en este momento, a pesar de los elogios y el interés, sólo comercializamos nuestros vestidos en Internet. La publicidad y construir una línea de producción para una marca de moda ambiciosa es una inversión importante. Todavía tenemos que alcanzar la independencia financiera y necesitamos el apoyo de Whit”.
Han recibido ayuda de la actriz libanesa-francesa Laetitia Eido. Mientras trabajaba en la película “Dancing árabes” y en la serie de máxima audiencia de la televisión israelí “Fauda” Eido encontró vestidos únicos de Dos Vecinas, le impresionaron y encargó algunos. Luego se ofreció para exhibirlos.
Al final de la entrevista, Al-Monitor preguntó a Jones sobre sus planes para el futuro. “Tengo dos sueños”, responde. “En primer lugar, que el proyecto Dos Vecinas se convierta en un negocio de éxito que emplee cientos de mujeres de cada lado. El segundo es que con el tiempo podamos ceder la propiedad de todo el proyecto a las mujeres de ambos lados”.
Fuente: Al-Monitor / Shlomi Eldar
Traduce y edita: Silvia Schnessel para Enlace Judío México
Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico
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