Este año, la fecha más sagrada del calendario judío, el Día del Perdón, Yom Kipur, coincide exactamente con la fiesta musulmana del Sacrificio, Id el-Adha. Es la celebración más importante del calendario musulmán, que recuerda el sacrificio que Abraham iba a hacer ante Dios, de su propio hijo, para mostrar su fe, aunque como sabe todo aquel que leyó la Biblia (o el Corán), fue finalmente un sacrificio animal, lo cual le salvó la vida.
ANA JEROZOLIMSKI
Pensamos en la oportunidad que daba esta coincidencia. En el marco apropiado que sería como mensaje de convivencia pacífica. De valores que toda religión monoteísta comparte. Pero también pensamos en la tensión que potencialmente traerían estas dos fechas juntas. Para los judíos, es un día de oración, en el que no se viaja, se actúa con austeridad, se ayuna. Para los musulmanes, es un día también de plegarias pero de mucho movimiento, visitas familiares, banquetes. Como sabemos, basta con algún extremista suelto con un fósforo prendido, para causar un gran incendio.
Los sucesos de los últimos días confirman el potencial explosivo de Jerusalem. Junto a la normalidad de la vida diaria en tantos lados, a la enorme cantidad de árabes que colman los centros comerciales de la capital, al caminar uno al lado de otro por tantos puntos de la ciudad, está también la tensión que estalla con facilidad cuando hay incitación.
Y esto, lamentablemente, ha vuelto a pasar.El mundo ve seguramente videos que hacen circular organizaciones palestinas de policías israelíes empujando mujeres palestinas, del humo que se ve sobre la mezquita de Al Aksa, de la gran cantidad de efectivos israelíes con aspecto temible, con casco, chaleco, escudos especiales, en la explanada de las mezquitas en Jerusalem, lo que los judíos llamamos el Monte del Templo, y los musulmanes Haram al-Sharif.
Lo que no estamos seguros que ve es quién empezó esto, el por qué la policía se preparó de esa forma. Y el por qué de la reacción, sí a veces con mano dura y sin delicadeza. No se ve los múltiples casos de pedreas no sólo a los policías sino a civiles israelíes en coches que circulan por Jerusalem, en barrios aledaños a la parte oriental, o en la zona de la Ciudad Vieja. No sabemos si alguien publicó la foto de Alexander Levlovich que cuando volvía a su casa de la cena festiva de año nuevo, Rosh Hashana, fue apedreado por jóvenes palestinos cerca de Tsur Baher, chocó contra una columna al perder el control de su auto y finalmente murió en el hospital. Ni la de los otros coches con civiles que también fueron apedreados, que por milagro no murieron.
Ni tampoco las fotos de las rocas, piedras, tablas y botellas incendiarias que jóvenes enmascarados acumularon dentro de la mezquita de Al Aksa, prontos para atacar a israelíes, policías y civiles, y arruinar la fiesta. ¿Qué pretendían? ¿Que Israel no reaccione?
Los judíos no tienen permitido siquiera rezar en el Monte del Templo, explanada de las mezquitas, para no alterar el “status quo” tan delicado en el lugar, aunque se trata del sitio más sagrado para el judaísmo, ya que se estima que allí se encontraba el Gran Templo destruido en el año 70 por el imperio romano. Hay sí visitas de judíos y otros no musulmanes, que deben realizarse en horas fijas y bajo estricta custodia policial, por la amenaza de los radicales musulmanes. ¿Eso alguien lo sabe?
No compartimos el llamado de ciertos sectores judíos religiosos a construir el Tercer Templo, como si aquí no hubiera pasado nada, como si las mezquitas no existieran, como si bastara con la historia y la fe para determinar el comportamiento necesario hoy. Pero entre habladurías al respecto, y la violencia de musulmanes dentro de Al Aksa, profanando el lugar sagrado con pilas de piedras y botellas incendiarias en su interior, hay una gran diferencia.
No menos importante es recordar hoy dos terribles frases de importantes figuras palestinas. El Secretario General de la OLP, Saeb Erekat, dijo que volver a las negociaciones con Israel sería “caer en la trampa”. Y el propio Presidente de la Autoridad Nacional Palestina Mahmud Abbas declaró que “los israelíes profanan con sus pies sucios los lugares sagrados”.
Después van a decir al mundo, en inglés, que quieren la paz…
Y volvamos a Iom Kipur y a Id el-Adha. Mejor dicho, primero, a Id el-Adha.
Para los musulmanes, el sacrificio que se evitó, fue el del hijo de su profeta Ibrahim (Abraham)… Ismael. Para los judíos (aunque no es ahora que se lo señala), el de Isac. No es poca cosa discrepar respecto a la identidad verdadera del hijo. La autenticidad del legado. Quizás desde allí parte todo…
En este Iom Kipur, cuando probablemente también el judío no religioso tiene conciencia de lo necesario de cierta introspección, auto análisis, cabe esperar sabiduría de parte de los humanos. Para los observantes, el informe es ante Dios. Para quienes no son creyentes, podrá ser ante su propia conciencia.
En realidad, sería bueno poder extender la fecha sagrada-no sólo desde el punto de vista religioso sino humano-también a otros credos… al menos a quienes creen honrar el nombre de Dios mediante la violencia. Que analicen. Que estudien. Que vean si su camino es realmente el que quiere quien, según ellos, creó el mundo.
A nosotros, nos parece que no.
Fuente:cciu.org.uy
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