Los hechos del asesinato fueron sencillos. Alexander Levlovich, de 64 años, estaba manejando a través de Jerusalem con dos amigos, camino a casa, luego de la cena de Rosh Hashaná, cuando palestinos que lanzaban piedras atacaron su coche. El ataque provocó que el vehículo chocara matando a Levlovich e hiriendo a sus amigos.
STEPHEN M. FLATOW
El New York Times escribió: “Muere hombre judío cuando piedras golpearon sobre su coche en la Margen Occidental”, anunció el titular. Observen el léxico. Adviertan cómo no hay árabes, ni palestinos, ni atacantes en lo absoluto; el coche es “golpeado” por piedras, pero no por alguien en particular. Levlovich podría también haber sido asesinado por marcianos. Ni siquiera asesinado, de hecho; el simplemente “muere”, en el tiempo verbal pasivo.
Pero no culpen por todo a los redactores de títulos. El artículo mismo fue aún peor. En su párrafo inicial, la corresponsal Diaa Hadid destacó que hace poco han habido incidentes de lanzamientos de piedras, “en su mayoría por parte de palestinos jóvenes.”
¿”En su mayoría”? ¿Entonces, en otras palabras, los ataques palestinos a pedradas son sólo parte del problema? ¿Judíos arrojando piedras han estado atacando coches palestinos? Solamente en la imaginación de Diaa Hadid, por supuesto.
Y ella no se detuvo allí. Hadid, mientras se hacía pasar por una periodista objetiva, llegó tan lejos hasta llegar a presentar una racionalización para el lanzamiento de piedras palestino: “Los palestinos argumentan con frecuencia que las piedras y artefactos incendiarios toscos están entre sus únicas armas para presionar por la independencia, y para defenderse contra las fuerzas israelíes durante los enfrentamientos. Para algunos palestinos jóvenes en áreas donde hay frecuentes tensiones, su uso se ha convertido en un rito de iniciación.”
¡¡Guau!! ¿Cuántas falsedades y distorsiones puede empaquetar en un sólo párrafo la corresponsal del New York Times?
“¿Artefactos incendiarios toscos?” Ese es un nombre en código para las bombas incendiarias. Hadid menoscaba su importancia llamándoles “toscos.” Pero incluso las bombas incendiarias “toscas” pueden causar devastación. Evidentemente Diaa Hadid ha olvidado -o prefiere olvidar- a Ayala Shapira, de 11 años de edad, la pasajera en un coche manejado por su padre cerca de Na’ale Shomron en diciembre pasado. Un “artefacto incendiario tosco” fue arrojado por palestinos a su coche. Ella sufrió quemaduras serias en más del 50% de su cuerpo. Piensen por un momento en el dolor que ella soportará durante años, quizás décadas, por venir.
¿”Sus únicas armas para presionar por la independencia”? ¿Independencia de qué? Hace 20 años que Israel se retiró de las ciudades donde vive el 98% de los palestinos. Ellos son gobernados por la Autoridad Palestina, no Israel. No están luchando por la “independencia.” Están tratando de asesinar judíos.
¿”Defenderse contra las fuerzas israelíes durante los enfrentamientos”? Pero los palestinos son los que inician esos enfrentamientos. Ellos arrojan piedras y “artefactos incendiarios toscos” a los israelíes. Ellos no se están “defendiendo”; ellos son los agresores.
¿Arrojar piedras es un “rito de iniciación”? Ese es el lenguaje que uno utiliza para describir un bar mitzvah, no un intento de asesinar a alguien. Al tratar de hacer entendible el lanzamiento de piedras, Hadid reconoció en forma inadvertida que la sociedad palestina es tan bárbara que apedrear a judíos hasta matarlos es aceptable, digno de elogio, y casi obligatorio. Lo cual, por supuesto, hace aún más reprochable el sesgo pro-palestino de su información.
Nota final en el artículo “noticioso” de Diaa Hadid. Ustedes no lo sabrían al leer el New York Times, pero Alexander Levlovich es el israelí número 16, algunos de ellos con doble ciudadanía estadounidense-israelí, en ser asesinado por palestinos que arrojan piedras desde la década de 1980. ¿Quién recuerda sus nombres? ¿Quién se preocupa por sus viudas y huérfanos? ¿Cuándo se pondrán en pie las organizaciones judías estadounidenses y harán de ésta una cuestión principal?
El autor, abogado en New Jersey, es padre de Alisa Flatow, quien fue asesinada en un ataque terrorista palestino en 1995.
Fuente: Arutz Sheva-
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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