Encuentro, Reconciliación y Santidad Reflexiones Contemporáneas sobre Iom Kipur

DR. DANIEL FAINSTEIN

La sinagoga estaba repleta y en un tenso silencio. Niños y ancianos; ricos y pobres; creyentes y agnósticos; hombres y mujeres felices y angustiados; alegres y deprimidos; cínicos e idealistas; desesperanzados y enamorados de cada instante de la vida.

Todos se habían congregado sin saber bien porqué, en la noche más sagrada del año para entonar las misteriosas palabras y las conmovedoras melodías del Kol Nidrei (oración central que inicia el Día del Perdón, la más solemne festividad del calendario judío). O por lo menos para escucharlas.

Las lágrimas humedecían todavía muchas mejillas, y la emoción aún anudaba muchas gargantas cuando Rabi Azrielke se levantó hacia el pulpito para dirigir su mensaje a la comunidad.

Reb Azrielke miró dulcemente a cada uno de los presentes con sus pequeños ojos ardientes y comenzó con una voz tenue pero apasionada su homilía:

– “El Universo que Dios creó es grande y sagrado. Maravilloso y misterioso en su inconmensurable inmensidad!

La tierra más sagrada del planeta es Eretz Israel. Dentro de la Tierra de Israel la ciudad más sagrada es Jerusalén. En Jerusalén el lugar más sagrado era el templo; dentro del templo el lugar más sagrado de todos era el Kodesh Kodashim, el Santo Santuario.

Existen 70 naciones en el mundo. La más sagrada de todas ellas es Israel. Dentro del pueblo de Israel la tribu más sagrada es la de Levi; y dentro de esta tribu los más sagrados son los sacerdotes. Entre los sacerdotes el Cohen Gadol, el Sumo Sacerdote era el que tenía mayor santidad.

Hay 354 días en el calendario hebreo. Los días más sagrados del año son las festividades. La más sagrada de todas las festividades es el Shabat. Dentro de los Shabatot el más sagrado de todos es el día de Iom Kipur el Día del Perdón.

Existen 70 lenguajes en el mundo. El más sagrado de ellos es el hebreo. El texto más sagrado escrito en hebreo es la Torá, y dentro de ella, la porción más sagrada son los 10 mandamientos. Dentro de los 10 mandamientos la palabra más sagrada de todas es el Nombre de Dios

Solamente una vez al año, en una hora señalada, estas cuatro grandes santidades se unían en un todo armónico.

Esto ocurría en el día de Iom Hakipurim cuando el Sumo Sacerdote ingresaba al Kodesh Kodashim, ( Sanco sanctorum) y pronunciaba con temor y temblor el Shem Hameforash, el sagrado nombre de Dios.

Esa hora plena de santidad era al mismo tiempo un momento de grave peligro, para el Sumo Sacerdote como para toda la casa de Israel.

Porque si -Dios lo prohiba- en ese momento siquiera un pensamiento o un deseo pecaminoso aparecía en la mente del Sumo Sacerdote, todo el Universo podría ser destruido.

Todo lugar en el cual se encuentra un ser humano sobre la tierra con sus ojos alzados al cielo es el Kodesh Kodashim.

Cada ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios es un Sumo Sacerdote.

Cada día en la vida de cada ser humano es como Iom Hakipurim.

Y cada palabra pronunciada con todo nuestro ser es equivalente al Nombre de Dios.

Por eso en cada vida humana, por más insignificante que parezca, ¡se juega el destino del universo!!!1

La primera vez que leí este relato me enojé profundamente con esta prédica de Rabí Azrielke.

¡¡Qué atrevimiento y arrogancia!! ¿Cómo se atrevió a pronunciar esas palabras en la misma noche de Iom Kipur?

¿Si cualquier día puede ser Iom Kipur para qué tener un día específico de Iom Kipur?

¿Si la santidad está en cualquier lugar y momento para qué nos congregamos hoy en la sinagoga?

Pero después comprendí que no había entendido adecuadamente sus bellas palabras.

Porque este relato nos enseña que la plenitud es posible solo cuando tomamos conciencia de nuestra dignidad como creaturas de Dios. La vida plena es posible cuando asumimos la santidad del espacio, el tiempo, la palabra y sobre todo, de nuestra condición humana ante Dios, “Lifnei Adonai”.

Iom Kipur es en verdad más que el Día del Perdón el Día de la reconciliación.2

¿Qué significa esto?

Iom Kipur es el día en que venimos a intentar rearmar con los fragmentos dispersos y desgastados de nuestras vidas e historias personales un todo coherente, para saber quiénes somos, qué queremos-, y adonde vamos, aunque sea una vez al año.

Hoy más que nunca, cuando los mensajes “posmodernos” nos dibujan a seres humanos sin vocación, sin historia y sin proyectos, venimos a la sinagoga a recuperar el hilo narrativo que nos permita volver a ser personas y dejar de parecernos a caricaturas grotescas.3

Hoy más que nunca, cuando vivimos rodeados de miles de verdades que nos rodean sin conducirnos a ninguna parte, cuando pareciera que no hay códigos comunes porque cada uno de nosotros tiene su propio dogma, venirnos a recuperar un lenguaje común, que nos permita constituirnos en comunidad.

Un lenguaje y una imaginación en la que padres e hijos y en la que nietos y abuelos puedan encontrarse en la palabra. Frente al individualismo extremo, al enclaustramiento autista y al “sálvese quien pueda”, que nos despojan denuestra trama social como judíos, venimos en Iom Kipur a redescubrir la solidaridad, la comunidad y los proyectos compartidos.

En estos días cuando el absurdo, la confusión y el “todo vale” parecen conducirnos a oscuros callejones sin salida, iluminados por luces psicodélicas y saturadas de rítmicos sonidos estruendosos, venimos a recuperar el sentido de la santidad, la orientación y el significado.4

Como judíos buscamos un propósito moral, no un significado absoluto. Nuestro camino está más allá del fundamentalismo absolutista como del relativismo moral donde todo es posible.5

Frente a una verdadera explosión de la violencia y la vulgaridad, que inunda la literatura, el cine y la televisión; ante una insensibilidad al sufrimiento humano mayor que nunca, venimos en Iom Kipur a buscar la sensibilidad espiritual y el sentido de la pureza, que nos permitan vivir como verdaderos seres humanos.

En medio del culto al triunfalismo desenfrenado, al éxito a cualquier precio, venimos con humildad una vez al año a reconocer nuestro fracaso y nuestras derrotas, nuestras miserias y mezquindades, porque sólo a partir de un sincero Jeshbón Nefesh (balance del alma), podremos recuperar nuestra condición humana.6

Venimos este día a confesar nuestros pecados y transgresiones ante un Dios a quien no podemos engañar, ni sobornar ni confundir con nuestros artilugios más sofisticados.

Pero no lo hacemos por ser masoquistas.Lo hacemos para superar el aislamiento que nos produce nuestro sentimiento de culpa, por motivos reales o imaginarios, concientes e inconcientes.

“La culpa que amenaza con fragmentar a la comunidad en individuos que deben esconder su Yo más profundo unos de otros, y simular deshonestamente un imposible espectáculo de virtuosidad, se convierte a través de los rituales de Iom Kipur en vehículo permanente de unión de la comunidad al proporcionarle el sentimiento de una necesidad común, y de un programa compartido”.7

Hoy cuando pareciera que sólo importa un presente unidimensional y achatado; cuando vivimos adictos a lo novedoso, lo fugaz y lo epidérmico, lo que nos atrapa en círculos viciosos de una voracidad consumista sin límites, venimos a decirnos basta!

¡Basta de trivialidades¡ ¡basta de ocuparnos de cosas superficiales que nos empequeñecen, y nos alejan de lo verdadero y de lo que perdura!8

Hoy en estos tiempos cuando al igual que Narciso en la mitología griega corremos el riesgo de ahogarnos de tanto egocentrismo, egoísmo y omnipotencia, venimos ante Ti, Ribono Shel Olam “Ose Shamaim Ve Areíz”(Soberano del Universo, Hacedor de los cielos y la tierra) a reconocerte como nuestro Dios, y a celebrar nuestra finitud9

En este día sagrado, cargado de tantas resonancias familiares venimos a gritar al mundo, que nuestras vidas son mucho más que la suma arbitraria de miles de historias contrapuestas; venimos en esta noche sagrada a reconocernos como eslabones de una historia compartida y de un tiempo común, conectados con la eternidad.10

Nuestros textos como judíos no son como un libro encuadernado, almacenado en polvorientas bibliotecas. Nuestro texto es un manuscrito incompleto, pasado de mano en mano, de generación en generación, con páginasen blanco que aguardan tu propia escritura.11

En esta noche, como en cada noche de Kipur venimos a unirnos con nuestras raíces en Eretz Israel, y a identificarnos con nuestros hermanos, en el tercer Estado judío.

¿Cómo no recordar con dolor y admiración la vida de tantos jóvenes israelíes, que sacrificaron sus vidas en aras de la seguridad de Medinat Israel y la dignidad y la supervivencia del pueblo judío todo?

¿Cómo no conmovernos al recordar el aniversario número 42 de la guerra de Iom Kipur en el año 1973?

Recuerdo personalmente la conmoción con la que vivimos esos días amargos en nuestras comunidades en todo el mundo. Nunca olvidaré el Iom Kipur que viví en Israel en 1974 en

una Ieshivá,(Academia de estudios bíblicos y talmúdicos) cuando en el momento de Izcor ( la ceremonia de recordación de los muertos) se leyó la lista de los jóvenes de esa Ieshivá que cayeron en la guerra. Aunque el número no superaba la docena a mí se me hacía interminable.

En esta noche sagrada, venimos con humildad y honestidad,a unirnos a todos los seres humanos de buena voluntad, de todas las religiones y creencias, para reflexionar sobre nuestro planeta y sus problemas.

La violencia, la injusticia, la pobreza, la corrupción, las catástrofes ecológicas, la falta de comunicación, la desconfianza, el racismo, la xenofobia, la intolerancia, la depresión, el vacío moral, la desesperanza, no son el destinoinexorable de la humanidad.

Son condiciones que pueden ser modificadas y transformadas. Más bien, es nuestra misión como seres humanos, “Creados a Imagen y Semejanza de Dios”, hacerlo. Tikun Olam, reparar y mejorar el mundo, es nuestro mandato. Es el imperativo categórico de nuestra tradición. En esta noche de Iom Kipur somos confrontados con este desafío. En esta noche no podemos alegar excusas o distracciones. La demanda de Dios penetra en nuestros corazones y nos interpela.

En esta día percibimos la realidad de la presencia divina, y del “misterio del sentido y de la fuerza de lo sagrado, que se encuentran más allá del absurdo”. (A.J.Heschel)

Venimos esta noche como peregrinos a este Templo sagrado que no es un lugar sino una arquitectura sagrada en el tiempo,12 para recuperar a nuestra auto-imagen como judíos, junto a nuestros hermanos y hermanas.

Estamos cansados de estar durante casi todo el año encerrados en una sala de espejos deformantes, sin otra alternativa de percibimos a nosotros mismos; así nos convertimos en rehenes de los otros, y aceptamos como verdaderas las fantasmagóricas imágenes que retractan esos espejos sobre nosotros.13

En este día nos percibimos como judíos de acuerdo a nuestros propios textos y oraciones; a nuestras melodías y memorias más profundas.

El Majzor (libro de rezos) es nuestro fiel compañero hacia nuestro auto-descubrimiento.14

Dios es el espejo inefable donde contemplamos nuestras almas desgarradas.

A Él le ofrendamos hoy nuestro ser desnudo y despojado de máscaras en llanto y en silencio, con cánticos y alabanzas.

De esta manera, en este día que no se mide en horas ni en minutos, sino por su intensidad espiritual; en este día de ayuno y de introspección, de recordación y de volcar nuestro corazón, iniciamos la reconciliación con nuestras propias contradicciones, el reencuentro con nuestros seres queridos para llegar como momento culminante a la reconciliación con Dios.15

Si somos honestos, y venimos a la Sinagoga como protagonistas comprometidos más que como turistas casuales;si estamos parados con firmeza en el lugar que nos tocó vivir y en el tiempo único e irrepetible con el que fuimos bendecidos; si nos reencontramos con nuestra palabra, y recuperamos el valor de la santidad de nuestras propias vidas estaremos ingresando al Sancto Sanctorum como el Sumo Sacerdote en el día de Iom Hakipurim, para intentar articular el Santo Nombre.

Todo lugar en el cual se encuentra un ser humano sobre la tierra y con sus ojos alzados al cielo es el Kodesh Kodashim.(Sancto Sanctorum)

Cada ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios es un Sumo Sacerdote.

Cada día en la vida de cada ser humano es como Iom Hakipurim.

Y cada palabra pronunciada con todo nuestro ser es equivalente al Nombre de Dios.

Por eso, ¡¡¡ no desaproveches tu vida; en ella se juega el destino del universo!!!

 

 

 *Rector Universidad Hebraica, México

NOTAS

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1 Este texto es una versión libre y ampliada (que nos pertenece D.F.) del monólogo de Rabi Azrielke en la famosa obra del teatro Idish. El Dibbuk de S. Ansky (Pseudónimo de Shloime Zanvi Rappaport 1863-1920) pág. 112-114. Traducción al inglés de S. Morris. Angel Nash Publishing, Los Angeles, 1974.

2 Véase el fin del tratado de Ioma, con sus comentarios en el Talmud. Además sobre el sentido de Iom Kipu como día de reconciliación véase el profundo análisis de Herman Cohen, en La Religión de la razón en desde las fuentes del Judaísmo, Barcelona, Antrhopos,2004, Cap. 11 y 12.

3Para una sintética descripción de la condición humana posmoderna véase: – Dolores Vida “Posmodernismo: Moda o cambio cultural?”, en The High University, Edición N°. 7, Agosto 1993. – Miguel Porta Perales, “Unos tiempos nada heroicos” en Letra N°. 23, pág. 68-70, Otoño1991. Madrid.-Gilles Lipovetzky, La era del vacío, Ensayos sobre el individualismo contemporáneo, Ed. Ana-Grama, Barcelona, 1992.

4 Véase el libro de Christopher Lasch, The True and only Heaven. Progress and its critics. W. Norton & Co.,N. York, 1991, especialmente Cap. 1, 2 y 9,

5 Harold Schulweis, “Rosh Hashana: el significado que elegimos” en Majshavot Vol. 17, Septiembre de 1978.

6 Véase el análisis existencial y teológico de Joseph B. Soloveitchik, La soledad del hombre de fe, Unión Israelita de Caracas, 1970.

7Sobre el contenido y la estructura de la confesión silenciosa y colectiva en el día de Kipur véase la Amida y su repetición en todos los servicios del Majzor. Por ej. pág. 269-273 ed. por el Seminario Rabínico Latinoamericano. La cita pertenece a Richard Rubenstein “Expiación y sacrificio en la liturgia contemporánea”. Judaism, Vol.11, N°2, N. York, 1982. Edición en Español Ficha CEJ, pág. 3 y 4.

8Sobre la trivialización de la cultura contemporánea véase el polémico y agudo libro de Allan Bloom El cierre de la Mente Moderna, Plaza y Janes, Barcelona, 1987.

9Véase el incisivo análisis de C. Lasch en The Culture of narcissism American life in an Age of Dimimishing Expectations Worner Book, 1979. Especialmente los cap. 1 y 2.

10Sobre este concepto véase nuestra ponencia: “Identidad, educación y fuentes en la era posmoderna” en la Conferencia internacional “El Judaísmo frente al nuevo milenio”, Seminario Rabínico Latinoamericano. Agosto de 1993.

11 Esta bella imagen (con algunas pequeñas modificaciones nuestras) le pertenece a Leonard Fein Where are we? The inner life of America’s Jews. Harper& Row, N. York, 1988, pág. 153.

12 Véase A. J. Heschel, El Shabat y el hombre moderno, pág. 132. Ed. Seminario Rabínico Latinoamericano, Bs. As., 1984.

13 Esta poderosa metáfora le pertenece a Paul Mendes-Flohr “El Autoodio judío”, pag, 83, en Dispersión y Unidad, segunda época, N°. 1, Jerusalem, Verano de 1979.

14 Sobre el significado de Majzor véase nuestro trabajo: “Poder, memoria y comunicación: un mensaje de Rosh Hashaná para nuestro tiempo”. Majshavot, Año XXXII, N° 1-4, Enero-Diciembre 1993.

15 Nuevamente debemos esta idea a la obra de Herman Cohen, op. cit.

 

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