Juntos venceremos
jueves 21 de noviembre de 2024

“Reconcíliate con D-os”: Rabino Marcelo Rittner en Kol Nidre 5776

RABINO MARCELO RITTNER

¿Quién por el fuego, quién por el agua? ¿Quién a la luz del sol, quién en la noche? ¿Quién en el mayo más alegre, quién por lenta decadencia? ¿Y quién, debo decir, está llamando? ¿Y quién en su camisón solitario, y quién por barbitúricos? ¿Quién en estos reinos de amor, quién por algo contundente? ¿Quién por avalancha, quién por pólvora? ¿Quién por su codicia, quien por hambre? ¿Y quién, debo decir, está llamando? ¿Y quién porque, valiente, asintió, Y quién por accidente? ¿Quién en soledad, quién en este espejo?

Esta es una adaptación del Unetane Tokef, que escribió Leonard Cohen, un poeta, novelista y cantautor canadiense, que ha explorado temas como religión y las relaciones personales. Hace pocos días en Facebook compartí con mis amigos un video de Youtube (VER ARRIBA) (espero a esta altura tenerlos apantallados por… ¡la modernidad del rebe!), “Who By Fire”, con este texto bellísimo y una melodía profundamente conmovedora.

De hecho, cuando lo veía, repentinamente sentí a mi lado el calor de la presencia de mi querida bobe, Dvoire, quien me legó su Majzor, y en él la página del Unetane Tokef, prácticamente ilegible por las lágrimas que mi bobe había derramado a lo largo de los años. Ella comprendía la fuerza del día y el mensaje de cada palabra… y lloraba.

Hoy nos reunimos para escuchar la milenaria y profunda melodía de Kol Nidrei, que mueve las fibras más intimas de cada corazón judío. El día más demandante del año judío, un día sin comida ni bebida, un día de oración y expiación, confesión y súplica.
Hoy nuestro destino será sellado. Iom haDin, el día del juicio, cuando tu vida, mi vida, nuestra vida depende de un veredicto. Y hasta mañana al ponerse el sol, cada uno y todos juntos nos confrontamos con las preguntas más dramáticas y que nos llenan de temor:

¿Cuál será mi veredicto? ¿Viviré? ¿Tendré una nueva oportunidad? Cada uno se encuentra con su historia personal, buscando recomponer un rompecabezas que está desordenado, comenzando a buscar acercar las partes exiladas de su ser. Reconocemos algunos de nuestros errores, si bien “la mayoría fueron de otros”, y hasta estamos dispuestos a negociar con Dios. Recapacitamos acerca de lo tóxico del resentimiento y la necesidad de una Teshuvá que nos ilumine el camino.

Pero espera: ya vimos esta película, ¿verdad? ¿Es Iom Kipur un déjà-vu, un ritual que repetimos cada año, o tal vez una oportunidad para ti? ¿Cómo está tu corazón? No te lo pregunto como cardiólogo sino como un buscador de la vida, como alguien que siempre se siente muy estremecido en esta temporada. ¿Qué narrativa has construido a partir de los acontecimientos de tu vida? ¿Qué habla tu corazón?

¿Lo escuchas? ¿Qué te agobia? ¿Vives tu propia vida o vives una vida prestada? ¿Cuáles son tus temores? ¿Cómo imaginas tu vida? ¿Qué pasaría si lo que debería ser maravilloso y excitante en nuestras vidas se volvió complicado y dificultoso por la pesada carga que debemos shlepn por la vida? ¿A qué estás aferrado que necesitas dejar ir, para que este día de autoconciencia y crecimiento pueda hacer su trabajo?

Nos enfrentamos a D’s con transgresiones que recordamos y reconocemos. Es como si hoy recuperáramos la “caja negra” con todas las memorias de nuestro viaje por la vida. Y rezamos: ¿Quién, por fuego, quién por agua? ¿Quién a la luz del sol, quién en la noche?
Entonces sentimos que el arrepentimiento nos hace vulnerables. Y murmuramos, tal como rezamos desde Elul: “No escondas Tu rostro de mí, no me apartes con ira; Tú has sido mi ayuda. No me abandones”.

Nuestra angustia existencial nos vuelve vulnerables. Y nos sentimos menos seguros. Y podemos reconocer el dolor.

“Después que se completó el toque del shofar, el Baal Shem Tov dijo: ‘En el palacio de un rey hay cientos de habitaciones, y en la puerta de cada habitación hay una cerradura diferente que requiere un llave especial para abrirla. Pero hay una llave maestra que puede abrir todas. Es un corazón roto. Cuando una persona llega con sinceridad ante Dios y abre su corazón, sus oraciones pueden entrar a través de todas la puertas y en todas las salas del palacio celestial, porque no hay nada más entero que un corazón roto”.

Mima-amakim keratija ia… de las profundidades de mi ser te clamo… Respóndeme, no me abandones… Me anu, ma jaieinu… “¿Qué somos, qué es nuestra vida…?”. ¿Y quién en soledad, quién en este espejo? ¿Quién por fuego, quién por agua?

¿Eres un visitante en tu vida?

¿Qué pasa si tu vida entera que viviste no fue tu vida real? ¿Qué refleja tu espejo?
¿Cómo se ve tu alma sin maquillaje? Nuestra angustia existencial nos vuelve vulnerables. Y en esa vulnerabilidad que nos hace humildes, nos sentimos más cercanos a Dios, a nosotros mismos, a nuestros seres queridos…

inocencia

Y sólo entonces podemos comenzar a encontrar la bendición para nuestra vida.

Yom Kipur con sus cientos de formas de decir lo siento, nos confronta con la última pregunta: ¿Cómo vamos a vivir? ¿Vamos a crecer emocionalmente? ¿Vamos a capacitar a nuestro oído interno al escuchar el grito de los solitarios y los pobres? ¿Vamos a vivir una vida que hace la diferencia? ¿Vamos a abrir nuestras mentes y corazones a Dios?

Comenzamos a imaginar nuestra vida. ¿Cómo imaginas la tuya?

David Grossman escribió este texto:

“Este es un momento para imaginar juntos a un niño que era muy valiente. Sin embargo, tenía un miedo terrible a los conejos, a los que nunca había visto ni siquiera en pintura. Los imaginaba espantosos, con dientes por todo el cuerpo. Un día el niño se fue a pasear al bosque. De pronto se encontró con un animalito muy gracioso que temblaba de miedo. El niño le preguntó qué le pasaba. El animalito le dijo que tuviera mucho cuidado porque por ahí se aparecían una cosas espantosas que se llamaban niños. El niño se rio, le dijo que él era un niño. El animalito quería huir, pues nunca había visto a un niño, pero se dio cuenta de que ya no tenía miedo. Cuando el niño se enteró de que el animalito era un conejo, se sorprendió. Los dos se rieron”.

Grossman en su texto y este día de Yom Kipur nos invitan a imaginarnos sin miedo. Difícil, ¿verdad?

Vivir completamente sin miedo es hacerlo tonta y peligrosamente. Sentir temor nos asegura que estamos vivos.

D´s dice, más de 80 veces en la Biblia, que no temamos. Se lo dice a Abraham, a Isaac, a Jacob, a Moisés. Se lo dice a cada uno de los profetas, se lo dice al pueblo.

Nos identificamos con Moshé, pues él vive lleno de temor. Está asustado de todas las responsabilidades que se le otorgan. Tiene miedo de hacer el ridículo y de cometer errores. Teme que su pueblo no esté preparado o no sea merecedor de la libertad. A los israelitas les asusta el faraón y sus soldados. Tienen miedo de morir, pero también tienen miedo de vivir plenamente.

No debemos tenerle miedo al miedo sino solamente a la incapacidad de manejarlo. No debes tener miedo de vivir plenamente, de correr riesgos, de enfrentar a cada faraón que amenaza tu vida, no tenga miedo de creer en ti mismo. La verdad es que muchas veces Dios confía más en nosotros de lo que nosotros mismos lo hacemos.
Recuerda que “Un pájaro parado en un árbol nunca tiene miedo de que se rompa la rama, ya que su confianza no está en la rama sino en sus propias alas. Cree siempre en ti mismo”.

Éste es el día para reconciliarte con D’s, con los otros y contigo mismo. Para reconciliarte con tu vida. Como con Moshé, Dios también habla a tu corazón. No temas, ten fe. No seas un mago de tu vida- sé la magia.

Te deseo que a lo largo del día que hoy comenzamos puedas reconocer tu voz, abrir tu corazón ante Dios y reunir las partes exiladas de tu vida. Recuerda que no hay nada más entero que un corazón roto. ¿Qué refleja tu espejo? ¿Cómo se ve tu alma sin maquillaje? ¿Cómo imaginas tu vida?

Nunca es demasiado tarde. Cree en ti mismo. No seas un mago de tu vida, se la magia.

Jatimá tová.

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