Por lo general los judíos provenientes de Europa del Este no se sentían cómodos con el judaísmo reformista. Insistían en mantener sus tradiciones pero en un contexto moderno, lo que contribuyó al establecimiento del judaísmo conservador y a la continuidad del judaísmo ortodoxo.
MARCOS GOJMAN
Unos de los primeros judíos que llegaron a lo que hoy es los Estados Unidos fue un grupo de 23 hombres, mujeres y niños que huían de Recife, Brasil y que en 1654 desembarcaron en Nueva Ámsterdam, lo que hoy es Nueva York. Posteriormente, comerciantes ashkenazim y sefaradim llegaron a las colonias americanas. Para 1730 la mayoría ya era ashkenazi, aunque las sinagogas se regían por el ritual y las costumbres sefaradís, estaban también las que combinaban aspectos estéticos modernos con las tradiciones antiguas. En ellas imperaba el orden, el decoro, lo racional y lo refinado.
La siguiente ola importante de inmigrantes fueron los judíos alemanes que empezaron a llegar en la década de 1840. Dejaban Alemania por sus leyes restrictivas, la mala situación económica y el fracaso de los movimientos políticos que buscaban un cambio en la sociedad alemana. Se establecieron en el medio, el oeste y el sur de la Unión Americana. Especialmente en Cincinnati, hogar del primer líder del movimiento reformista judío americano, Isaac Mayer alise. Además de promover el judaísmo reformista, los judíos alemanes crearon instituciones como la B’nai B’rith (1843) y el American Jewish Comíttee (1906).
Para 1880 los judíos de Europa del Este empezaron a emigrar a los Estados Unidos en grandes números. Huían de la sobrepoblación, las leyes opresivas, el antisemitismo y la pobreza. Entre 1880 y 1924 más de dos millones de judíos de Rusia, Polonia, Lituania, Austria, Hungría y Rumania llegaron a los Estados Unidos. Se establecieron en los barrios populares de Nueva York, Filadelfia, Boston, Baltimore y Chicago. Trabajaban como obreros, especialmente en la industria de la confección. Por lo mismo, apoyaron movimientos sindicales para mejorar sus condiciones de trabajo. La cultura idish, expresada en obras de teatro, periodismo y literatura, floreció en los barrios de los inmigrantes. Ellos traían consigo principios ideológicos que influyeron al judaísmo americano como las ideas socialistas, la política liberal y el nacionalismo judío.
Por lo general, los judíos provenientes de Europa del Este no se sentían cómodos con el judaísmo reformista. Insistían en mantener sus tradiciones pero en un contexto moderno lo que contribuyó al establecimiento del judaísmo conservador y a la continuidad del judaísmo ortodoxo. Con todo, muchos de ellos relajaron la estricta disciplina religiosa que habían tenido en Europa para adaptarse a las condiciones de una nueva cultura. El judaísmo en América se conformó de manera plural y su observancia ahora dependía del individuo. No había un rabino en jefe ni una organización religiosa central. Por el contrario, surgió un gran espectro de movimientos religiosos, los que competían por conseguir adherentes, ya que cada uno insistía que sus ideas eran las mejores para la sobrevivencia del judaísmo. De todos modos, América no era Europa, América era América.
Bibliografía:The American Jewish Experiencethrough the XIX Century, de Jonathan D, Sarna y Jonathan Golden. History of the American Jews de Joellyn Zollman.
Fuente:alreguelajat.com
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