NEDDA G. DE ANHALT EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO
Parte IV
Hasta ahora, la película más extraordinaria de este festival ha sido Son of Saul/El hijo de Saúl (Hungría, 2015, 35mm, 107m) del talentoso László Nemes. ¿Quién iba a imaginar que la primera película de un joven director podría ser tan revolucionaria en su forma y sustancia, como lo ha sido la de Nemes? Es revolucionaria, porque los Sonderkommandos; como los odiados capos, dedicados a ejecutar la tarea diabólica de los nazis, han sido redimidos en un filme tan estrujante como éste.
De la conferencia de prensa, que coordinó Gavin Smith, editor de la revista filcoment, que se llevó a cabo en el Teatro Walter Reade, el 5 de octubre reciente, con la presencia de Nemes, director de la cinta, y el protagonista de la misma, Géza Röhrig, en el papel de Saúl, recuperamos algunos comentarios.
A la pregunta de Gavin Smith, de cómo surgió esta película, el director respondió: “Mi madre me hablaba del Holocausto y de la muerte de mis abuelos en un campo de exterminio”. Yo siempre quise hacer una película sobre este tema, pero no sabía cómo manejarlo, ni el aspecto visual. Cabe destacar, que en el programa del festival se informó que Nemes utilizó dos tipos de cámara (35mm y 107m). El director prosiguió, “aunque leí mucho, siempre supe que no quería hacer una película histórica, tampoco un documental, pero sí quería estar lo más cerca de la verdad”. El primero en escribir un libro sobre los Sonderkommandos fue un médico húngaro, Miklos Nyiszli, que trabajó con Josef Mengele, precisó el director. En esta conferencia se explicó que entre los jefes nazis de los Sonderkommandos había fricciones, y cuando algún nazi quería castigar a otro grupo, el jefe nazi de éste lo defendían ante cualquier circunstancia.
Casi toda la película está enfocada al rostro de Géza, cuánta expresividad derrocha esa cara que siempre está en primer plano, como testigo mudo de la tragedia infernal que está viviendo. La expresión facial es verdaderamente asombrosa, porque se mezcla con agotamiento, desconcierto e irrealidad. Estamos ante un zombie que, junto con otros, tallaba afanoso con cepillo el suelo, pleno de espuma mezclada con excremento y sangre menstrual de las víctimas recién gaseadas.
Todo se tiene que estar haciendo rápido, los sonidos que se escuchan son caóticos, los movimientos de los cuerpos en la periferia están ladeados y superpuestos. ¿Cuál puede ser el fundamento de tanta prisa? Hay que apurarse, pues luego viene el siguiente grupo y el siguiente, en una ronda infinita.
Un día algo inaudito ocurre. Un jovencito se salva momentáneamente de la muerte, al subsistir fuera de la cámara de gas. Para Saúl esto es un milagro tan significativo que le pide al jefe nazi que no destacen ese cuerpo y que se lo entreguen a él, pues dice que es su hijo y lo quiere enterrar. Esta es la parte medular de la trama de la película, y no precisamente porque Saúl fuera religioso, ya que ni siquiera sabía la letra del Cadish (rezo en recordación de los muertos) sino porque en medio de tanto hedor, quería redimir el espíritu de ese joven mediante un entierro judío. Esto sería como una brizna de dignidad y resarciría en algo al cadáver, y a él mismo, de las iniquidades sufridas. Tanto para el director, como para el actor, esta película está dedicada a los muertos, no a los sobrevivientes.
Otro aspecto que se destacó es que se ocuparon más de dieciséis idiomas en este filme, porque, como lo explicó Nemes, los judíos que fueron gaseados pertenecían a diversas nacionalidades. Asimismo, se resaltó el hecho que durante el proceso de aniquilación de judíos, los nazis solo se dedicaron a vigilarlo y que, por orden de los nazis, fueron los judíos los que cometieron la inquina e indignidad de ir en contra de otros judíos. Esta realidad contundente es devastadora.
Tal vez la intervención más conmovedora provino de Géza Röhring, pues citó un pasaje de la Biblia que hacía referencia a que cuando no hay esperanza se piensa que Dios está sordo y no nos escucha: “Nosotros tenemos una conversación contigo y tú estás sordo”. Yo quisiera agregar, dice Géza, que en las comunicaciones que hubo en esos campos, yo creo que hubieron seres que ayudaron a otros y, si eso pasó, estoy seguro que fue porque Dios los escuchó y ellos a él”.
Continuará…
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