La causa y significado de la nueva ola de terror palestino.
AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Para cada capítulo en la historia de la violencia palestina contra los israelíes ha habido una imagen emblemática. Para la masacre en 1972 de los atletas olímpicos israelíes en Múnich, el hombre armado enmascarado en el balcón. En la primera intifada de fines de la década de 1980, los niños arrojando piedras. En la segunda intifada de principios de la década del 2000, el atacante suicida.
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Es muy pronto para decir si la ola actual de ataques palestinos equivale a una tercera intifada, o levantamiento. Pero la imagen definitoria ya ha sido establecida: el terrorista blandiendo un cuchillo. En las últimas dos semanas atacantes palestinos han atacado a más de 50 judíos, matando a ocho. Entre los heridos: un bebé de dos años, un niño de 13 años andando en su bicicleta, una mujer de 70 años que estaba abordando un autobús.
Esto es terrorismo en su forma más exacta y repulsiva, un peligro potencial para cualquiera que salgan de la puerta del frente. También presenta desafíos extraordinarios para el gobierno israelí, el cual debe desplegar miles del personal de seguridad, cada uno en alerta instantánea, mientras trata de minimizar los errores, impedir el vigilantismo israelí y no recurrir a formas de castigo colectivo. Si los críticos perennes de Israel en el Occidente piensan que podrían hacerlo mejor bajo circunstancias similares, deben explicar como.
A diferencia de rondas de terror previas, la ola actual parece tener poca organización formal. No hay células terroristas para que la inteligencia israelí monitoree y arreste, ni envíos de armas que capturar en altamar. Sólo hay hombres y mujeres palestinos jóvenes (y relativamente laicos) que, como si fuera en el fragor del momento, toman un cuchillo de cocina o cuchillo de carnicero y tratan de pegarlo dentro de un cuello judío.
Más claro es que el gusto por la violencia surge de una cultura de odio arraigada profundamente, alimentada por los líderes palestinos durante muchos años en las mezquitas, escuelas, diarios, canales de televisión y medios sociales. El ejemplo actual más vívido es un videoclip, traducido por MEMRI, del clérigo de Gaza, Abu Rajab, esgrimiendo un cuchillo e instando a los palestinos en la Margen Occidental a “apuñalar el mito sobre el Templo en los corazones [de los judíos].” El no quiere decir eso en forma alegórica.
Igualmente culpable es el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, quien ha estado difundiendo el rumor que Israel pronto cambiaría el status quo religioso en lo alto del Monte del Templo de Jerusalem, sitio del Domo de la Roca y la Mezquita al Aqsa, a pesar de las firmes negativas israelíes. El Sr. Abbas ha estado impulsando también la mentira que los israelíes “ejecutan a nuestros hijos a sangre fría”, citando a un niño llamado Ahmed Mansara. El joven Ahmed, quien fue herido después de apuñalar a un niño israelí, está vivo y siendo tratado en un hospital israelí.
Tal conversación temeraria debe terminar las ilusiones occidentales que el Sr. Abbas es un socio de la paz fiable para Israel. No haría daño si el gobierno de Obama, que para el año fiscal 2015 apropió u$s441 millones en ayuda económica para la Autoridad Palestina, tomara la palabra sobre ello. En su lugar, el Secretario de Estado John Kerry insistió en que él no va “a apuntar con los dedos [a los culpables] desde lejos”, recordando a los israelíes que las abdicaciones morales de esta administración en el Medio Oriente coinciden con sus abdicaciones estratégicas.
Esa abdicación no se les pasará por alto a los palestinos, y podría inducirlos a alentar ataques en la esperanza de anotarse victorias electorales. En el mismo sermón en el que Abu Rajab pidió más apuñalamientos, él también esbozó una estrategia. “La primera fase de la operación”, dijo, “requiere apuñalamientos a fin de lograr un toque de queda.” En otras palabras, provocar a los israelíes para que tengan una reacción exagerada que será condenada internacionalmente y radicalizará más a los palestinos.
Ese es un argumento para que Israel sea prudente en cuanto a cómo hace frente al desafío terrorista -aunque tendrá que considerar como lidiar con los predicadores del odio. Promover el asesinato en masa en la era de la yihad de los medios sociales es más que una libertad de expresión. Recuerden que el Presidente Obama ordenó un ataque contra el incitador de terroristas Anwar al-Awlaki en Yemen en el año 2011.
Los israelíes deben estar también conscientes de los argumentos pidiendo “un fin a la ocupación”,
como predican interminablemente sus críticos (y algunos de sus amigos). La última vez que los israelíes intentaron eso, con la retirada completa de Gaza en el año 2005, el resultado fue más terrorismo palestino. Israel no necesita una repetición de ese fiasco en la Margen Occidental, especialmente cuando ya tiene que luchar con el Estado Islámico sobre su frontera siria y con Hezbolá en Líbano.
Así que los israelíes tendrán que aguantar otra tormenta de terror. No hay una provisión interminable de palestinos dispuestos a encontrar una muerte rápida a fin de apuñalar israelíes, y la mayoría de los residentes árabes o ciudadanos de Israel preferirían vivir en una nación emprendimiento del siglo XXI manejada por los israelíes antes que en una teocracia del siglo XII manejada por Hamas.
Los israelíes han probado antes que tienen ingenio táctico y voluntad moral para derrotar a sus enemigos. Cuanto antes ellos inculquen en los palestinos que nunca se inclinarán ante los cuchillos o se agacharán ante el terror, antes terminarán los apuñalamientos.
Fuente: The Wall Street Journal- Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
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