La paz entre Israel y Palestina es posible, asegura el escritor israelí, que publicó su nueva novela, “Judas”
AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO
Judas, la nueva novela de Amos Oz, pretende “provocar” a cristianos y judíos, pero no es un ensayo ni una declaración política. Si lo fuera, el escritor israelí asegura que le diría a su Gobierno: “vete al infierno”. Porque Oz no tiene ningún problema en expresar sus opiniones, pero tiene muy clara la diferencia entre novela y ensayo. “Cuando estoy cien por cien de acuerdo conmigo mismo, entonces escribo un ensayo y le digo a mi gobierno que se vaya al infierno. No se va al infierno, pero yo lo escribo una y otra vez y le digo: por favor, Gobierno, vete al infierno”, explica en una entrevista telefónica desde su casa en Tel Aviv.
Y cuando no está de acuerdo totalmente, cuando escucha varias voces en su interior con diferentes voces, entonces escribe una novela, como Judas, en la que, pese a no ser un ensayo, plantea teorías que podrían parecer disparatadas pero que en realidad están muy bien fundamentadas. Como el hecho de que Judas pueda no ser el gran traidor de la historia, sino el mejor y más fiel amigo de Jesús, o que en los años cuarenta hubiera al menos una voz discordante de los planes de Estado judío de David Ben-Gurión. ¿Qué hubiera pasado de ser así? No es algo que Oz se plantee ni quiera plantear a sus lectores en Judas (Siruela), que sale a la venta en Latinoamérica a partir de noviembre. “Pretende ser una novela provocadora para todas las convenciones cristianas y para las judías, pero está escrita al mismo tiempo con un gran amor por Jesús” y contiene opiniones muy diferentes, con las que el escritor no se siente necesariamente identificado. “Mi novela no es un manifiesto. No he escrito esta novela para decir a mis lectores que apoyen a Abravanel, o a Judas, o a Gerson o a Ben Gurion -algunos de los personajes que aparecen en la historia-. Quería dar a cada punto de vista una justificación profunda, un argumento muy poderoso y dejar luego a mis lectores que elijan lo que creer o no creer”, explica. Y sobre lo que esos personajes plantean, considera que la idea que sobrevuela la historia, de un mundo sin estados ni fronteras, es “maravillosa” pero para nada realista, ni en aquella época ni ahora. “La política de los palestinos y de todo el mundo árabe en esa época era que los judíos debían irse o morir”, recuerda este escritor, muy crítico con el Gobierno israelí y defensor a ultranza de una solución pacífica que incluya la creación de un Estado palestino independiente. La paz entre Israel y Palestina “es absolutamente posible, no fácil, pero posible”, asegura Oz, de 76 años, ganador de premios como el Príncipe de Asturias de las Letras, el Frank Kafka o la Medalla Internacional de la Tolerancia. “No pueden simplemente irse de luna de miel juntos, no después de cien años de violencia, de odio, de injusticia. No pueden convertirse en amantes de la noche a la mañana, pero sí pueden convertirse en vecinos, pueden dividir la casa en dos apartamentos (…) Todo lo que necesitamos son unos líderes valientes en ambos lados, pero no los tenemos”, reflexiona. Unas ideas que no vuelca en la novela porque asegura que es “una perdida de tiempo escribir una novela para decir a los rusos que dejen de luchar contra los ucranianos”. Eso, agrega, “lo puedes decir en 600 palabras, en un ensayo en El País o en La Vanguardia”. Las novelas son “sobre la condición humana, el amor, la pérdida, la tristeza, son divertidas, son muchas cosas, pero no un manifiesto político”. “Creo que es un error escribir literatura como un manifiesto político”, afirma convencido. Por eso, en “Judas” no toma partido por ningún personaje. Ni por el estudiante Shmuel Ash, que abandona sus estudios y a su familia para vivir con el anciano Gershom Wald y la nuera de este, Atalia Abravanel. El primero muerto en vida por el fallecimiento de su hijo y ella, hija de un “traidor” del pueblo judío porque quería la paz con los árabes. Una novela que es, sobre todo, una historia de traidores. Ash porque traiciona a sus padres; Shaltiel Abravanel, por dar la espalda a su pueblo, los judíos, pero también Judas, por su comportamiento con Jesús.
Aunque Oz insiste en que es más lógico pensar que Judas fue el amigo más fiel de Jesús. Y que no se ha interpretado bien ese “beso traidor” con el que le entrega -innecesario dado que a Jesús todo el mundo le conocía, precisa Oz- y que fue la “fuente del antisemitismo y el odio a los judíos”. “Tenía curiosidad por reexaminar toda la historia y tratar de contar una historia muy diferente”.
Fuente:eluniversal.com.mx
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