AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – El 18 de octubre de 1880 nació en Odessa, Ucrania, Vladimir Jabotinsky, uno de los líderes más relevantes del movimiento sionista anteriores a la Shoá y consecuentemente al Estado de Israel, cuyo impacto en la juventud judía primero, y la sociedad israelí después, se mantuvo por décadas luego de su fallecimiento.
Popularmente conocido por su nombre hebreo, Zeev, Jabotinsky era hijo de una familia judía que tenía un buen pasar económico, pero que al fallecer su padre cuando tenía 6 años, pasó algunas carencias. A pesar de ello, su madre se esforzó para que recibiera una educación liberal, de acuerdo a los cánones de la época.
Desde muy joven, se destacó por la manera en que escribía y a los 16 años ya publicaba artículos en los periódicos de su ciudad natal. A los 18, cuando concluyó sus estudios secundarios, fue enviado como corresponsal por dos diarios rusos a Berna (Suiza) y luego a Roma, donde además de cumplir con su cometido periodístico, estudió Derecho en la Universidad de esa ciudad.
En esos años, en los que firmaba algunos de sus artículos con el seudónimo Altalena (columpio en italiano), se relacionó con otros jóvenes universitarios rusos y comenzó a interesarse tanto por las ideas socialistas como por el ideario sionista, a la vez que se destacaba en la prensa rusa por el nivel de sus colaboraciones.
De regreso a su ciudad natal, continuó su labor periodística hasta que en 1903 se unió al movimiento sionista, en el que otro de sus dotes, la oratoria, lo destacó. Una de sus primeras acciones dentro del sionismo fue participar activamente en la constitución de un grupo de autodefensa judío frente a la amenaza de que lo ocurrido en Kishinev se repitiera en otras ciudades y poblados rusos. Ello generó una importante controversia en la dirigencia comunitaria judía.
Otro de los aspectos que distinguieron en esos años a Jabotinsky (que ya hablaba ruso, francés, inglés, alemán y entre otras lenguas) fue su postura sobre que el idioma que debían hablar los judíos era el hebreo moderno, que utilizó junto al ruso y el Ídish tanto al pronunciar sus discursos como en los artículos que escribía. Fue en ese momento cuando comenzó a utilizar el nombre Zeev (lobo, en hebreo), y a luchar por la obtención de los derechos civiles para los judíos y el resto de las minorías nacionales en el imperio zarista.
Su primera participación en un congreso sionista fue en 1903, el sexto y el último en el que participó el periodista Teodoro Herzl, en la ciudad de Basilea, y a partir del cual inició una senda que lo convirtió en una de las figuras del movimiento en las cuatro décadas siguientes.
En los años que precedieron al inicio de la Primera Guerra Mundial, Jabotinsky se convirtió en un periodista afamado, un autor y orador provocativo y en un excelente traductor, que incluyeron escritos de Jaim Najman Bialik del hebreo al ruso, y la versión hebrea del poema “El Cuervo” de Edgar Allan Poe.
Inmerso en el accionar del Movimiento Sionista, Jabotinsky era un convencido de que era imperioso establecer un estado judío, por lo tanto al iniciarse la Primera Guerra Mundial previó que triunfarían los aliados y comenzó a proponer, junto con el activista Joseph Trumpeldor, la formación de un contingente militar judío que formara parte de los ejércitos aliados. Luego de varios años lograron que Gran Bretaña acepte formar parte de la Legión Judía, conformada por tres batallones. Esta fuerza, que puede considerarse el primer ejército judío moderno, combatió junto a las tropas inglesas en la gran Batalla de Gallipolí, poco tiempo antes de la derrota de Turquía, donde Jabotinsky fue uno de sus oficiales.
Al concluir la guerra se trasladó a Eretz (tierra) Israel con su familia, y vivió en Jerusalem. Cuando era evidente que los árabes no aceptaban el dominio británico, y menos la política sionista que se llevaba a cabo, en 1920 Jabotinsky juntó a muchos de los soldados licenciados de la Legión Judía y formó un importante grupo de autodefensa que evitó la matanza de judíos.
Las autoridades militares británicas (todavía la Sociedad de las Naciones no había establecido el Mandato en la región), lo detuvo y acusó de poseer armas en su domicilio, por lo que fue juzgado y condenado a 15 años de cárcel, pero debido a las presiones internacionales que consideraban exagerada la pena impuesta, poco más de un año después fue liberado.
Ya para ese entonces Jabotinsky estaba considerado una especie de opositor a la dirigencia sionista, pues su ideología no era sionista socialista, como la que sustentaban los dirigentes de Poalei Sión (Obreros de Sión). Ellos eran mayoría entre los jóvenes que concretaban su alía, pero él se definía como sionista monista, es decir que tenía un único fin: el establecimiento del estado judío en Eretz Israel, a la vez que planteaba una revisión del accionar del movimiento sionista.
Al ser liberado, viajó a Europa y en 1923, en la ciudad de Riga, fundó uno de los movimientos juveniles sionistas realizadores, Betar, pero que a diferencia del resto tenía un ideal único: el establecimiento del Estado judío, la meta del sionismo propuesta por Herzl como solución para el “problema judío” y una disciplina ética establecida por Jabotinsky, que denominó Hadar, palabra que no tiene una traducción al castellano.
Jabotinsky consideró que las autoridades británicas, luego de ser las encargadas de gobernar el Mandato que incluía el territorio de Eretz Israel, traicionaron la Declaración Balfour al limitar el ingreso de judíos a su tierra ancestral.
Su distanciamiento con la dirigencia sionista que gobernaba el movimiento lo llevó a fundar una corriente de opinión denominada “Revisionista”, que a mediados de la década del ’30 se separó y formó la Organización Sionista Revisionista.
Debido a que a los jóvenes que se integraban a Betar se los preparaba para formar parte de grupos de autodefensa, además de recibir una educación sionista dirigida a concretar su acuerdo, se lo consideró un militarista y sus detractores lo acusaban de fascista, basándose en el hecho de que admiraba la manera que Mussolini había logrado unir Italia a la vez que desarrollaba el país y no discriminaba a los judíos italianos. Se debe tener presente que hasta entrado 1938 en Italia no se había dictado ninguna ley o disposición similar a las establecidas por los nazis.
Mientras que la potencia mandataria, en 1930, le prohibió a Jabotinsky ingresar y vivir en Eretz Israel, quienes allí vivían y adherían al Sionismo Revisionista, bajo el influjo de su líder, en 1931 constituyeron el Irgun Tzevaí Leumi BeEretz Israel (Organización Militar Nacional de la Tierra de Israel) a fin de tratar que no se repitiera la matanza de judíos por parte de los árabes como había ocurrido dos años antes en Hebrón.
Por otra parte, a diferencia del liderazgo sionista que estaba al frente del Movimiento Sionista, de la Agencia Judía y del Ishuv (como se denominaba a la comunidad judía de Eretz Israel), Jabotinsky estaba convencido de que el nazismo, y su máximo dirigente, no podrían ser controlados: a todo el judaísmo europeo lo acechaba un grave peligro, pues los nazis intentarían conquistar toda Europa y no sólo aplicarían las leyes raciales que habían establecido en Alemania, sino que las intensificarían a fin de cumplir con su ideal de eliminar a todo el Am Israel (pueblo judío). Por ello consideraba que se debía estar preparado para esa contingencia y que era fundamental tener el Estado Judío en Eretz Israel.
Obligado a vivir en la diáspora, se dedicó a fortalecer tanto a la Organización Sionista Revisionista y como a Betar, por lo que permanentemente viajaba a las ciudades y localidades europeas en donde estaban establecidos, como también a los Estados Unidos, donde falleció el 4 de agosto de 1940, a los 59 años de edad, pocas semanas antes que se cumpliera un año del inicio de la Segunda Guerra Mundial, mientras visitaba un campamento de verano de Betar.
Hasta sus máximos detractores reconocieron que cuando murió no tenía ningún tipo de bienes materiales, excepto su pipa y el paquete de tabaco correspondiente, reconociendo de esa manera que fue un dirigente idealista con quien no coincidían ideológica y prácticamente, pero que no usufrutuó suposición de liderazgo para beneficio personal.
Zeev Jabotinsky dejó escrito en su testamento que deseaba ser enterrado en Eretz Israel cuando allí se estableciera el Estado Judío. Esa cláusula sólo pudo cumplirse en 1965, cuando – por disposición del primer ministro Levi Eshkol – sus restos fueron trasladados al cementerio de Har Hertzl (Monte Herzl) en Jerusalem
Fuente: AJN
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