Es doloroso escuchar la frase “lobos solitarios” que se aplica a los pocos – y tal vez mañana decenas o cientos – de asesinos de judíos motivados por decenas de miles de “tweets”, Y conectados a varios sitios de web (como el del Centro de Prensa Al-Aqsa y su página dedicada a “la Tercera Intifada de Jerusalem“) que está orquestando, al menos en parte, este sangriento ballet.
Es igualmente doloroso escuchar el concepto de “los jóvenes palestinos que no están sometidos a ningún control,” luego de escuchar los sermones publicados por el Instituto de Investigación Mediática de Oriente Medio, donde los predicadores de Gaza, con puñal en mano, llaman a sus seguidores a salir y mutilar a tantos judíos como puedan, infligir el mayor dolor posible y derramar la máxima cantidad de sangre; doblemente doloroso es escuchar a Mahmoud Abbas, en el comienzo de esta trágica secuencia de acontecimientos, describiendo el “heroico” asesinato de la pareja Henkins en presencia de sus hijos, y expresando su indignación por los “pies sucios “de los judíos que contaminan la mezquita de Al-Aqsa, a la vez que notifica sobre “cada gota de sangre” derramada por “cada mártir”que muere por Jerusalem.
La frase “desesperación política y social” que se utiliza para explicar o justificar los actos criminales es dolorosa, intolerable e inaplicable a la vez. Todo lo que sabemos acerca de los nuevos terroristas, sus motivos y el orgullo de sus familiares que convierten el crimen en victimización y la infamia en sacrificio, es, desafortunadamente, muy similar a la imagen del robot yihadista que ayer se quitaba su abrigo de Cachemira y hoy aparece en Siria o en Irak.
“Intifada” es difícilmente el término correcto para definir actos que se parecen más a las últimas acciones del yihad mundial de las que Israel es sólo una de sus etapas.
No es seguro que las eruditas discusiones sobre la ocupación, la colonización y la supuesta intransigencia de Netanyahu expliquen la ola de violencia contra judíos que se identifican como tales y que a menudo están en desacuerdo con el Estado judío.
La cuestión del Estado, o de dos estados y por lo tanto el tema de una partición negociada de la tierra – que es, para los moderados de ambas partes, la única solución – no necesariamente está relacionada con la conflagración en la que la política ha sido reemplazada por el fanatismo y las teorías de conspiración, que en base a ellas algunos deciden apuñalar a otros al azar debido a un rumor vago de que se pretende negar el acceso de musulmanes al tercer lugar más sagrado del Islam.
En otras palabras, resulta incierto que la causa palestina se beneficie de alguna manera del extremismo. Por otra parte, es absolutamente cierto que esta causa tiene todas las de perder al adoptar el extremismo y que las cabezas razonables dentro del movimiento serán los que terminen aplastadas por la ola. Posiblemente los últimos defensores de un acuerdo, aunados a lo que queda del campo de la paz en Israel, pagarán un precio alto por las condenas imprudentes de los líderes religiosos de Rafah y Khan Younis.
El cliché del “ciclo” o el “espiral” de la violencia que pone a los asesinos kamikazes y a sus víctimas en el mismo plano es igualmente intolerable e inaplicable, ya que siembra confusión e incita a acciones futuras.
Intolerables por la misma razón , son los llamados retóricos “a la moderación” y las falsas súplicas de “no inflamar las pasiones de las masas,” que, al igual que el “espiral de violencia”, invierten el orden de la causalidad, implicando que un soldado, oficial de policía o civil que actúa en defensa propia ha cometido un mal equivalente al de aquel que decide morir luego de difundir el mayor terrorismo posible.
Extraño, en efecto, son las tenues condenas de los apuñalamientos de transeúntes inocentes y atropellamientos en las paradas de autobús. Estas condenas seguramente serían menos tenues si los atentados hubiesen ocurrido en las calles de Washington, París o Londres.
Es aún más extraña e incluso inquietante la diferencia de tono entre la reacción equívoca a los recientes asesinatos y la unánime e inequívoca solidaridad y el tumulto de emociones por la muerte de un soldado inglés tras el atentado en una calle de Londres el 22 de mayo de 2013, un escenario que no era muy diferente al que se desarrolla hoy en Jerusalem y Tel Aviv.
Es intolerable, una vez más, que la mayoría de los grandes medios de comunicación mencionan con gran ímpetu a las familias de los perpetradores, mientras que las familias de las víctimas israelíes reciben tan poca atención.
La mitología que se crea en torno a esta historia de los cuchillos es igualmente intolerable: ¿Acaso es realmente el arma de los pobres? Cuando veo su filo, pienso en el cuchillo que fue utilizado para ejecutar a Daniel Pearl; pienso en las decapitaciones de Hervé Gourdel, James Foley y David Haines; creo que ésta es la continuación de los videos del Estado Islámico, y que nos encontramos en el umbral de una especie de barbarie que debe ser incondicionalmente denunciada si no queremos ver esos mismos métodos en todas partes. Y me refiero al mundo entero.
Fuente: The Algemeiner
Traducido y Editado por Esti Peled
Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico
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