La guerra de Francia contra los judíos

El ataque contra la soberanía de Israel sobre el Monte del Templo es apenas el inicio.

CAROLINE GLICK

El plan de Francia de utilizar su posición en el Consejo de Seguridad de la ONU para traer el despliegue de monitores internacionales al Monte del Templo en Jerusalem ha sido condenado por el Primer Ministro Benjamín Netanyahu y sus ministros como sesgado, poco útil y alejado de la realidad.
Ciertamente es todas esas cosas. Pero la decisión de Francia de usar su posición diplomática para promover un plan que si es implementado terminaría con la soberanía judía sobre el sitio más santo del Judaísmo, es principalmente un acto de agresión contra el estado judío.
Contrariamente a lo que el gobierno francés quisiera hacernos creer, el gambito del Monte del Templo de Francia no es un esfuerzo para sofocar la violencia. Las protestas francesas de preocupación por la pérdida de vidas en la actual tempestad de terrorismo palestino suenan huecas.  Francia realmente no se opone al terrorismo palestino. Al contrario, lo facilita.

Cada año, el gobierno francés paga millones de euros, dólares y shekels a ONGs palestinas cuyo objetivo declarado es destruir a Israel. A través de sus agentes ONG, Francia financia la radicalización de la sociedad palestina. Esta radicalización financiada por los franceses hace inevitable el terrorismo palestino.

Mucho del actual discurso utilizado por los palestinos para rechazar la legitimidad de Israel y justificar la violencia contra los judíos es encontrado en documentos que Francia pagó para que escriban las ONGs palestinas.

Según NGO Monitor, entre 2010 y 2013, Francia dio u$s6.5 millones a un consorcio de ONGs palestinas llamado el NGO Development Center para que el NDC reúna un plan estratégico para promover los objetivos de sus miembros. Ese documento, iniciado y financiado por los franceses incluye una lista de actividades no dirigidas a promover la paz, realzando las vidas diarias de los palestinos, o expandir el crecimiento económico.

Más bien, el documento de planificación estratégica financiado por los franceses ofrece una lista de actividades que emprenderán las ONG para deslegitimar y criminalizar a Israel y asegurar que los palestinos odien al estado judío y lo vean como la causa de todo su sufrimiento.

El documento solicitaba “Establecer bases de datos de monitoreo por parte de ONGs relevantes en cuestiones y temas sectoriales (expansión de colonias, [o sea, barrios y ciudades israelíes más allá de las líneas de armisticio de 1949], construcción de un Muro de Separación y Anexión en de Gaza, Jerusalem y demoliciones de casas y desalojos, recursos hídricos, medio ambiente, prisioneros políticos, etc.)”; “implementar y diseminar en profundidad estudios temáticos sobre las violaciones israelíes de derechos humanos en los territorios ocupados”; “Desarrollo de una estrategia unificada de ONGs para la defensa internacional.”
Un documento del 2008 del NDC requería que todos los grupos miembros prohíban todas las “actividades de normalización con el ocupante, tanto en los niveles de seguridad político, como cultural y de desarrollo.”

El documento continuaba llamando a que Israel sea destruido. Decía que no puede ser llevada a cabo ninguna acción por parte de cualquier entidad palestina “si socava los derechos palestinos inalienables de establecer el estado y el retorno de los refugiados a sus casas originales”, o sea, la inmigración de millones de árabes nacidos en el extranjero a las ruinas de Jerusalem.

La “defensa internacional” a que hace referencia el documento incluye presionar a gobiernos y sociedades extranjeros para que libren la guerra económica contra Israel. Para este fin, por caso, el Comité Palestino de Ayuda Agrícola, que ha recibido cientos de miles de dólares del gobierno francés, usa lenguaje racista para demonizar a los judíos y a Israel atacando entre otras cosas la llamada “judaización de Jerusalem” y atacando a los palestinos que trabajan con empresas israelíes.

En el año 2011, el CPAA saboteó a una delegación comercial en Francia comprendida por agricultores israelíes y gazatíes organizada por Agrexco, el principal exportador de Israel de productos agrícolas. CPAA organizó un boicot a la delegación -causando daño directo a los agricultores gazatíes.

En su conferencia de prensa luego de su acción, el beneficiario de la financiación del gobierno francés escribió, “CPAA saluda a todos los activistas y partidarios internacionales de la campaña BDS y especialmente a nuestros amigos y socios franceses que fueron capaces de frustrar el intento de Agrexco de celebrar una conferencia de prensa conjunta con unos pocos agricultores palestinos explotados.”

No es por hacer un punto muy fino sobre eso, pero estas no son las acciones que emprenden grupos interesados en una resolución no violenta y pacífica del conflicto palestino con Israel. Al pagar a estos grupos para que lleven a cabo este tipo de actividades, el gobierno francés ha dejado en claro que lejos de buscar promover la causa de la paz, su verdadero objetivo es bloquear todas las perspectivas de paz entre Israel y los palestinos.

Este tipo de acciones son la norma, en vez de la excepción, en el tratamiento de Francia a Israel. Y Francia no oculta su hostilidad hacia el estado judío.

El 2 de diciembre del 2014, apenas una semana después que dos yihadistas de Jerusalem masacraron como a ovejas a cuatro rabinos que estaban rezando en una sinagoga en la ciudad y asesinaron a un policía que trató de rescatarlos, el parlamento francés reconoció al inexistente “Estado de Palestina.”

La masacre al estilo Estado Islámico fue parte de una ofensiva más grande de terrorismo islámico contra los judíos en Jerusalem que fue incitada por los líderes de “Palestina.”

Así como lo hace hoy, la Autoridad Palestina en el otoño pasado, liderada por el presidente de la AP, Mahmoud Abbas, difundió la mentira que Israel estaba planeando destruir las mezquitas sobre el Monte del Templo y llamó a los palestinos a atacar a los judíos.

Las políticas del gobierno francés en el terreno en Israel y la AP son un complemento natural de sus políticas anti-judías en casa.

Mientras Francia busca recompensar a los terroristas islámicos en la escena internacional ayudándolos a debilitar al estado judío, allá en casa el gobierno francés está dispuesto a poner en riesgo a su propia comunidad judía a fin de fingir que el terrorismo islámico no existe.

Como los judíos están entre los objetivos más importantes para los yihadistas franceses, la política del gobierno francés de negarse a reconocer o a combatir el extremismo y violencia islámica en Francia es una política anti-judía.

En enero pasado, en el periodo posterior inmediato de la masacre yihadista en el supermercado kosher Hyper Cacher en París, que había seguido a la masacre en la revista Charlie Hebdo, el presidente francés Francois Hollande se negó a reconocer que la violencia asesina se originaba en el Islam. Al contrario, Hollande insistió en forma perversa, “Estos terroristas y fanáticos no tienen nada que ver con la religión islámica.”

En un acto adicional de hostilidad hacia la comunidad judía en duelo, dos días después de las masacres Hollande dijo a Netanyahu que permanezca lejos de París y no participe en su marcha en solidaridad con las víctimas de los ataques.

Cuando Netanyahu insistió en participar de la marcha de todas formas, Hollande invitó a Mahmoud Abbas a participar también, a pesar de su patrocinio directo del terrorismo contra los judíos.

Las autoridades francesas trataron de empujar a Netanyahu a la segunda fila de los participantes de la marcha para impedir que alguien lo viera. Antes de la marcha, lo dejaron expuesto, en una zona insegura, donde su vida estuvo en riesgo a cada segundo, mientras él esperaba que lo recogiera un autobús y lo llevara al evento.

Al anochecer, después de la marcha, Hollande se negó a aparecer con Netanyahu en la ceremonia recordatoria para las víctimas de la masacre en el Hyper Cacher. En un desaire tangible, Hollande dejó la sinagoga donde estaba siendo llevada a cabo la ceremonia antes que llegara Netanyahu.

En los nueve meses a partir de los ataques, en vez de ir tras las comunidades islámicas de Francia que infectan a sus miembros con odio estilo nazi hacia los judíos marinado en dispensas coránicas para el asesinato, las autoridades francesas han forzado a la judería francesa a vivir bajo encierro y llave. Las instituciones comunitarias judías están obligadas a hacerse cargo de gastos astronómicos en seguridad mientras sus edificios han llegado a parecer más guarniciones militares que escuelas primarias y sinagogas.

Como explicó este mes en la revista Mosaic un profesor francés que escribió bajo el pseudónimo de Alain El-Mouchain, la negativa del gobierno francés “a identificar ya sea a los culpables [de la violencia antisemita] o a sus víctimas [judías] por sus nombres propios… se ha combinado en forma perversa con la rápida colocación de guardia policial y militar en las instituciones judías para hacer que los judíos sientan como mucho que se han convertido en ‘ciudadanos protegidos’ en su propio país, reforzando la idea que ya no están más en casa en Francia sino que son más bien un nuevo tipo de dhimmi (un grupo minoritario que vive por la complacencia de sus gobernantes musulmanes).

Al rechazar el intento de Francia de destruir la soberanía de Israel sobre el Monte del Templo, Netanyahu y sus ministros han destacado que tal posición no hará nada por proteger al Monte del Templo o garantizar la libertad de culto. Sólo el control israelí del sitio santo, explicó Netanyahu, protege a los miembros de todos los credos.

Nuevamente, aun cuando sus declaraciones son correctas, pierden el punto. No es que Francia no esté haciendo nada para proteger al Monte del Templo. A través de sus acciones, Francia ha mostrado que no está ni siquiera interesada vagamente en promover la libertad y la paz. La política del gobierno francés, revelada una vez más por su intento de terminar el control israelí del Monte del Templo, es deslegitimar a Israel y ganarse el favor de los yihadistas a costa de los judíos de Israel y de Francia por igual.

Fuente: The Jerusalem Post

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México

 

 

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