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Afortunadamente en los años recientes se ha dado, a nivel mundial, un resurgimiento del Idish. Obviamente no con el uso cotidiano, pero sí con el interés de que se mantenga lo que encierra, que es mucho más que las palabras.
Hace poco tuve la oportunidad de escuchar a Alicia Gojman en un seminario muy interesante al que asistí en la Facultad de Filosofía en la UNAM. Cuando finalizó su plática me acerqué a ofrecerle mis servicios voluntarios.
Sabía que había trabajado los últimos 25 años en un proyecto maravilloso en el Centro de Documentación e Investigación de la Comunidad Ashkenazi de México. Platicamos largamente en sus oficinas de Acapulco 70 y con muchas ideas y proyectos empecé por lo más inmediato: registrar libros en Idish en las bases de datos…
Hoy llegué muy emocionada, ya con un poquito más de experiencia y al revisar el primer libro, lo leo y me doy cuenta de que no le entiendo a la segunda palabra del título, con un poco de pena acudo a Johana, que sabe muchísimo Idish y me dice que quiere decir “la primera piedra”. OK, reviso un poco el libro y me doy cuenta que es cubano y es un documento de la celebración de la primera piedra que se puso en 1951 para construir el Centro de la Comunidad Hebrea en Cuba…¡Wow! Reviso y veo infinidad de fotos de patronatos, donadores, y al final está la dirección…
Hace 20 años fui por primera vez a Cuba, intrigada por la Comunidad de allá, busqué con gente en la calle: ¿Disculpe, la Casa de la Comunidad Judía?, ¿algún templo judío en Varadero? Lo primero que me contestaban era que solo había lugares hebreos, nada judío.
La encontré. Ahí estaba un centro comunitario igual a cualquiera de México, con Salones, Templo, Comedor etc.
Yo llegué en el ’88, poco antes de que salieran los rusos de Cuba, ya el comunismo se había relajado un poco, así que el Centro estaba abierto y fui con mi familia al rezo de Shabat y nos invitaron al kidush, que era gratuito, y al que asistían hebreos o nuevos hebreos que podían aprovechar una comida bastante razonable para el que vivía en Cuba.
Mi experiencia en ese espacio fue maravillosa, merece otra historia, pero mi intención es compartirles la sorpresa y emoción que me invadió cuando entendí qué ese era el libro que describía la celebración de esa Casa Hebrea que aún existe en Cuba, cuyo documento tenemos ahora registrado en nuestro Centro de Documentación en la Kehilá.
Ya habemos pocos que leemos y hablamos el Idish lo suficiente para apoyar esta causa. Hay miles de libros y documentos en espera de ser descubiertos. Los invito a compartir la maravillosa experiencia.
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