“Mi vida cambió a partir de la publicación de “Novia que te vea”, dijo Nissan “Conocí el placer de observar que ojos desconocidos te miran con cariño, porque te leyeron, y ya eres de ellas y ellos (y de ellitas). Pertenezco a la primera generación de inmigrantes venidos de allá, allende el mar, nacida en México”.
Nissan nos visitó, eufórica por haber terminado la última parte de su trilogía que incluye “Novia que te vea”, “Hijo que te nazca” y ahora “Cuando vuelves la cara, ya te hiciste vieja” ( en su versión en ladino). Habló del parteaguas que significó un terrible accidente de coche que casi le cuesta la vida, y nos enseñó sus “autorretratos”, especie de collages “que platican un estado de ánimo” y serán parte de su novela. Los autorretratos, lo sabe la escritora, son una suerte de autobiografía en los cuales Rosa cambia de identidad y se vuelve la “superjefa”, la “mosca muerta”, entre otros.
Su primer autorretrato tiene un bosque como escenario. Nissan relata que, un día, encontró una mariposa atrapada en una telaraña y la fotografió. La imagen le quitó el sueño y, al día siguiente, acompañada de su padre, volvió al bosque a liberarla. En este acto de psicomagia (parafraseando la escritora a Alejandro Jodorowsky) le dijo y se dijo: “Vete, vuela, haz tus cosas, haz tu vida”. Acto seguido, Rosa abandonó su vida burguesa y se lanzó a una aventura en la cual espera, cada día, la sorpresa que la vida le depara.
Estos autorretratos sirven para exorcizar viejos demonios y, en ellos, Rosa utiliza un sarcasmo entintado de cariño – y de una cierta ingenuidad- para denunciar algunos prejuicios comunitarios, entre ellos el machismo. En uno de ellos, Rosa, su madre y su abuela callan una a la otra tapándose la boca. Esto corresponde a un recuerdo de la autora: “Hijita”, me decía mi abuela, “no digas nada porque tu abuelo se enoja”. Y Nissan (se) responde, justificándose: “Abuela, no puedo vivir como tú la vida”.
“Hay muchas telarañas en nuestras vidas, en las que quedamos atrapadas. Hace como dos meses, me di cuenta que yo también soy una araña, con algunas personas atrapadas, como un hijo mío… porque cuesta mucho trabajo respetar al otro”.
Se necesita valor para reconocer que uno mismo también puede caer: “Soy un ser humano normal, formado en una sociedad prejuiciosa, racista, clasista, y todo eso lo tengo yo”. Por ello, confiesa, su vida ha sido una lucha contra sus mismos prejuicios.
Finalmente, lo entendemos: callar a alguien es la peor de las vejaciones. A Rosa Nissan, ni la caída en un barranco la pudo amordazar. Hablando, escribiendo, transmitiendo, enseñando, “voy siendo la que, desde hace mucho, quiero llegar a ser”.
Escribiendo, conviértete en quien quieres llegar a ser. Dos día de taller con Rosa Nissan: comunícate al 5527260424.
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