Sangre israelí en las manos de Obama

Acerca de como Obama y Kerry causaron el festival de apuñalamientos terroristas en Israel.


AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Antes del festival musulmán de apuñalamientos terroristas, Netanyahu había hecho repetidos intentos por reunirse con el líder de la OLP. Y por una vez, Abbas, el líder de la OLP, no se había opuesto a una reunión.

En su lugar, fue el Secretario Kerry quien dijo a Abbas que no se reuniera con Netanyahu.
Abbas fue a la ONU y repudió los Acuerdos de Oslo. Los primeros apuñalamientos musulmanes de judíos, con el aliento de la OLP, comenzaron algunos días después.
Es improbable que Kerry haya dicho a Abbas directamente que intensifique la violencia, pero él le había enviado el mismo mensaje eficaz al coordinar con el jefe de la OLP a expensas de Netanyahu. El terrorista máximo se fue con la comprensión que la administración lo favorecía y era hostil hacia Netanyahu.
Y tenía razón.

Así que Abbas decidió ver lo que le devengaría otro estallido de violencia.
No fue la primera vez que Obama y Kerry habían desatado los peores impulsos de Abbas.
El ostentoso viaje de Obama a Israel no llevó a la paz, pero hizo más dictatorial y corrupta a la Autoridad Palestina de la OLP. Lo más cercano a un logro que los propios esfuerzos fallidos de la administración Bush tuvieron para mostrar fue el nombramiento de Salam Fayyad como Primer Ministro de la AP.

Aunque Fayyad no tenía nada para contribuir al proceso de paz, y la Autoridad Palestina siguió siendo un aquelarre corrupto de terroristas subsidiado por la ayuda extranjera, hubo algunas mejoras en lo que hizo a la transparencia financiera. Lo más importante, Fayyad proporcionó un control sobre Abbas en una organización que por el contrario había abandonado las elecciones e hizo del jefe de la OLP un dictador vitalicio.

En el año 2013, Obama finalmente siguió el consejo de sus aliados izquierdistas judíos de visitar Israel y “defender la paz” ante el pueblo israelí. Esto él lo hizo ante un público más joven seleccionado cuidadosamente, mientras desairaba el discurso acostumbrado ante la Kneset en el parlamento de Israel que habían dado Bush, Clinton e incluso Carter.
“Creo genuinamente que ustedes tienen un verdadero socio de la paz en el Presidente Abbas y el Primer Ministro Fayyad. Creo eso”, dijo Obama a su público israelí.

Anteriormente, Abbas había dicho a un entrevistador ruso, “En lo que a mí concierne, no hay diferencia entre nuestras políticas y las de Hamas. ¿Entonces por qué ellos son etiquetados como terroristas?” Fue una buena pregunta, pero no una que Obama estuviera de ánimo como para encarar.
A pesar del voto de confianza de Obama a Fayyad, fue su visita con su pase libre a Abbas la que terminaría la carrera de Fayyad. El surgimiento de Fayyad había sido una respuesta al creciente escepticismo por parte del gobierno de Bush y el Congreso por el mal manejo de la Autoridad Palestina por parte de Abbas.

Cuando llegó Obama, Abbas ya había estado tratando de echar a Fayyad. La visita, con las galas de un presidente visitando a otro, envió el mensaje que Abbas no tenía que preocuparse por la democracia. Los diplomáticos estadounidenses se apresuraron para persuadir a Abbas de mantener a Fayyad, pero el daño ya había sido hecho. Pronto Fayyad se había ido, dejando a Abbas con la Autoridad Palestina como su feudo privado.

La partida de Fayyad alimentó la arrogancia de Abbas. No hubo más elecciones y ningún primer ministro independiente para interponerse en su camino. Así el intento de Kerry en el proceso de paz se encontró con una exigencia loca del jefe de la OLP que Israel ponga en libertad a cientos de terroristas como una precondición para cualquier negociación.
En vez de dar a Abbas una revisión de realidad que Israel no debía tener que poner en libertad a terroristas peligrosos sólo por el privilegio de sentarse a la mesa con él, Obama y Kerry apoyaron una vez más a Abbas. Mientras que la expectativa de Netanyahu que Abbas debe reconocer a Israel como un estado judío, de acuerdo con Kerry “no iba a ocurrir al inicio”, la liberación de terroristas musulmanes asesinos sí lo haría.

La mayoría de los terroristas fueron liberados, pero Abbas sólo aumentó sus demandas y luego hizo una gran presión en la ONJ. Las negociaciones colapsaron, pero en vez de culpar a Abbas, Kerry culpó a Israel. “Israel no puso en libertad a los prisioneros en el día que se suponía serían liberados, y pasó otro día, y otro día”, gruñó ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado.
Cuanto peor se comportó Abbas, más lo respaldaron Obama y Kerry.

Incluso cuando los judíos estaban siendo masacrados en las calles de Jerusalem, mientras esbirros y propagandistas de Abbas animaban a los asesinos, Kerry culpó una vez más a Israel afirmando que la violencia fue provocada por la ´frustración´ musulmana debida a un imaginario ‘incremento masivo en los asentamientos.’

(Siendo los asentamientos lugares en Israel donde viven judíos, como distinto a donde viven los musulmanes, que nunca son condenados como asentamientos aún cuando la tierra es adquirida ilegalmente y cuando las casas son construidas sobre tierra de la que la población judía había sido sometida a limpieza étnica.)

Kerry estuvo enviando una vez más el mensaje que Abbas y la OLP no podían hacer nada malo.
Los orígenes recientes de esta violencia pueden encontrarse en la forma en que Obama y Kerry eligieron alimentar la arrogancia de Abbas.
Abbas ha aprendido que él puede hacer casi cualquier cosa y sus amigos en Washington D.C. culparán a los asentamientos israelíes o a la frustración maníaco-depresiva y desesperación de los terroristas en vez de al líder de la OLP.
La visita sobrevalorada de Obama no preparó el escenario para la paz, sino para una escalada del conflicto. La reunión de los dos hombres sólo alimentó los delirios de grandeza y picazones totalitarias de Abbas.

El gobierno de Bush hizo algunos intentos por establecer alguna expectativa con la OLP. Esas expectativas no se cumplieron, pero al menos existieron. El gobierno de Obama tiene cero expectativas con Abbas.

Esas cero expectativas se tradujeron en una dictadura que no se disculpa subsidiada por los contribuyentes de impuestos estadounidenses, una campaña diplomática internacional cuyo único
propósito verdadero es la auto-glorificación de ese dictador y una campaña de violencia y terror para que el dictador pueda sentirse como un actor en la escena mundial.

Obama y Kerry no sólo no lograron hacer lo correcto, sino que en cada oportunidad se las arreglaron para empeorar las cosas. Su determinación de culpar por todo a Israel dijo a Abbas que él podía hacer cualquier cosa. Aún cuando Abbas podría haberse encontrado de hecho con Netanyahu, Kerry insistió en sabotear la reunión.

Nada de esto fue accidental. Hubo bastante más en juego aquí que otro acuerdo fallido de paz.
Obama ve a Netanyahu como un enemigo político y provocar la violencia en Israel es una forma de dañarlo.
No es coincidencia que el impulso de paz siguiera al discurso de Netanyahu sobre Irán en la ONU y a las crecientes preocupaciones en la gente de Obama que Israel llevara a cabo su propio ataque contra el programa nuclear de Irán.

Mientras el circo de la paz de la OLP estaba en la ciudad, las negociaciones con Irán estaban avanzando y siendo mantenidas en secreto para Israel. Obligar a Israel a negociar con los terroristas de la OLP tuvo por objetivo distraerla de las otras negociaciones con los terroristas iraníes de las que se suponía que el estado judío no sabía. Y hacer esas negociaciones tan difíciles y desastrosas como fuera posible fue una forma de desviar gran cantidad de capacidades diplomáticas y de inteligencia de Israel para hacer frente a una amenaza creciente en casa.

Obama y Kerry pueden no haber entendido que su táctica terminaría en violencia, que un Abbas arrogante intensificaría el conflicto con una nueva ola de terror que llevaría a que hombres, mujeres y niños judíos sean asesinados por terroristas musulmanes envalentonados por el discurso de martirio de Abbas.

Es más probable, sin embargo, que a ellos tan sólo no les importara.
Dar a Israel una crisis de seguridad interna con la que lidiar es una forma más de impedir un último esfuerzo por sacar de juego al programa nuclear de Irán. Ya sea que Obama y Kerry tuvieran o no ese resultado particular en mente, claramente este beneficia su agenda y ellos no han mostrado ninguna señal de tomar medidas enérgicas contra la incitación de Abbas.

Obama y Kerry quieren a Netanyahu fuera. Ellos quieren ver un gobierno más dócil en Israel. Sus esfuerzos para influenciar la elección israelí fracasaron. Pero produjeron una coalición de gobierno cada vez más débil y menos conservadora. La combinación de ataques diplomáticos y terroristas de Abbas también produjo resultados graduales al negar a Netanyahu el espacio de aire para tomar decisiones consideradas.

La Casa Blanca puede no estar dirigiendo la violencia de Abbas, pero se beneficia de ella y no está dispuesta a apagarla porque aún cuando no derriba a Netanyahu, lo debilitará y limitará sus opciones.

Obama podría enviar rápidamente a Abbas que se terminó el paseo gratis. El podría solicitar elecciones palestinas, reformas políticas y utilizar la ayuda extranjera para obligar a y terminar la promoción del terrorismo por parte de la OLP.
Nada de eso está sucediendo. Ni sucederá. En cambio, Kerry está haciendo un gran esfuerzo por evitar decir cualquier cosa que pudiera ser descripta como acusando a Abbas. Y ese es un mensaje de aprobación encubierto.

El terror de la OLP de Abbas sólo aumentará en tanto él sienta que tiene el apoyo de la Casa Blanca. Y en tanto la Casa Blanca continúe apoyándolo, la sangre de sus víctimas está sobre las manos de Obama.

 

Fuente: Front Page- Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
Daniel Greenfield

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